He comenzado con una referencia expresa a la noción universal de "juego limpio, porque para la entrada de hoy rescataré una historia cuya esencia trata de ello. Y lo hizo en las condiciones más extremas: entre la vida y la muerte, lo que es mucho más importante que cualquier pelea, más o menos intensa, sobre el tartán de una pista de atletismo o el césped de un campo de fútbol, por ejemplo.
"Dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto", dijo Simón Bolívar en una frase que bien pudiera resumir todo el espíritu humano que se deriva del encuentro, en plena II Guerra Mundial, entre dos honorables hombres: Charlie Brown y Franz Stigler.
El 20 de diciembre de 1943, tras incursión de ataque aéreo sobre la ciudad alemana de Bremen, un bombardero inglés B-17 pilotado por el Comandante Charles Brown, fue severamente dañado por las defensas antiaéreas alemanas, iniciando un penoso viaje de retorno a su base en terriorio inglés.
Tras el raid, y la consiguiente respuesta defensiva alemana, el Comandante Brown y cuatro de sus tripulantes estaban heridos y uno de los artilleros había muerto. Brown recordaría después: “Comencé a descender en espiral hasta muy cerca del suelo. En mi memoria perdura la tensión de esquivar árboles y edificios; de hecho tuve pesadillas durante años y años esquivando una y otra vez árboles y edificios. Creo que los alemanes pensaban que terminaría por estrellarme.” Pero no fue así y el avión consiguió remontar el vuelo. Con el instrumental averiado y habiendo perdido todo sentido de la orientación fue penetrando cada vez más en territorio enemigo. En su errática ruta de vuelo, el B-17 sobrevoló un aeródromo de la Luftwaffe. El avión fue rápidamente avistado y el piloto de servicio en aquel momento, Franz Steigler, fue conminado a despegar y derribar el bombardero incursor.
Steigler realizo las maniobras precisas para acercarse a lo que él creía iba a ser una presa fácil. Cuando estuvo ya muy próximo al B-17, se sorprendió de lo que vio: "Nunca antes había visto volando a un avión en un estado tan calamitoso: la cola y la sección trasera estaban severamente dañadas y el artillero de cola herido; la torre superior había desaparecido, el morro estaba demolido y tenía agujeros por todos lados". A pesar de tener munición de sobra, Franz Stiegler se acercó al costado del B-17 y observó que Charlie Brown, el piloto, estaba asustado y luchando para controlar su dañado avión. Charlie y su copiloto fueron conscientes de la presencia del caza alemán y pensaron que hasta ese momento habían alcanzado sus vidas. Sin embargo, el piloto alemán se dio cuenta de que el avión aliado no tenía idea de adónde se estaba dirigiendo y apesadumbrado por la situación, decidió contravenir sus ordenes indicando a Brown que virase 180º. Tras el viraje de la pesada nave escoltó el averiado avión hasta el Mar del Norte y lo situó en rumbo hacia Inglaterra. Luego saludó a Charlie Brown con la mano y emprendió el vuelo de regreso a su base.
Cuando Franz Steigler aterrizó, informó a su comandante de que el avión enemigo había sido derribado sobre el mar después de un corto enfrentamiento. Nunca dijo a nadie la verdad. El dañado B-17 consiguió llegar a su objetivo y los supervivientes, aún conmocionados, hicieron un informe completo de lo sucedido, pero se les ordenó no hablar jamás sobre lo que había ocurrido ese día.
Más de cuarenta años después, Charlie Brown quiso encontrar al piloto de la Luftwaffe que le había salvado a él y a su tripulación y tras años de búsqueda, Franz Steigler fue localizado. Se reencontraron en los EE.UU. en 1989, en una reunión en la que estaban diez personas que aún vivían, gracias a que el piloto alemán aquel día no disparó sus ametralladoras.
Cuando se le preguntó porqué no había derribado al B-17, Stiegler dijo que no había tenido corazón para terminar con la vida de aquellos hombres indefensos: “Volé al costado de ellos por un buen rato. Ellos estaban luchando desesperadamente para poder regresar a su base y yo iba a permitírselo. No podría haberles disparado, pues hubiera sido lo mismo que dispararle a un piloto colgando de un paracaídas."
Franz Steigler y Charles Brown fallecieron en el año 2008 con un intervalo de apenas seis meses entre un deceso y el otro.
El juego limpio no es una teoría. El juego limpio es una actitud que se manifiesta en el comportamiento. Cada vez que actuamos con el espíritu de juego limpio, contribuimos a construir un mundo mejor y más pacífico.