Revista Cultura y Ocio

65.- Impensando mis propios impensamientos o ¿cómo hacerse pajas mentales sobre otras ya hechas antes?

Publicado el 03 junio 2011 por Javiersoriaj

Estoy pensando mucho estos días en relación al “movimiento 15-M”, a su articulación, a su continuidad, a su papel, a su importancia real… y al papel de las redes sociales en él, y he recordado un “viejo” texto que escribí hace un tiempo, titulado Democracia, información, intérpretes y soberanía epistemológica (que podéis leer completo, si os apetece, en http://impensando.wordpress.com/2011/03/05/28-democracia-informacion-interpretes-y-soberania-epistemologica/). Lo que quiero hoy es matizar algunas de las conclusiones a las que llegaba entonces, si bien creo que todas las premisas que se planteaban siguen siendo correctas.
En aquel artículo me cuestionaba unas cuantas cosas, partiendo de una afirmación de Daniel Innerarity, con la que comenzaba: “Puede entenderse la democracia como aquel sistema político que parte del presupuesto de que todos somos intérpretes. La sociedad es la puesta en común, frágil y conflictiva, de nuestras interpretaciones, algo más democratizador que la sumisión a unos datos supuestamente objetivos” (D. Innerarity, La sociedad de los intérpretes, El País, 23-XI-2010). Continuaba cuestionando la información que recibimos porque “legitima una democracia inexistente, basada en la aparente paradoja de que no hay más democracia que la existente. El  dominio de los significantes y del discurso lo ganó el sistema”.
Segúia argumentando allí que “para enunciar el mundo tenemos que comprenderlo, y dudo que a día de hoy lo comprendamos, quizá porque hemos cambiado la reflexión por la sobreinformación. Si ‘el orden sistémico posee la capacidad para construir conceptos y ponerlos en circulación de forma rápida y eficiente [ya que] es una fábrica de significantes’, como nos dice el profesor Roitman, nosotros tenemos que comprender esos significantes y ser capaces de oponerles otros. ¿Es posible a través del “ruido” de tantas publicaciones, sin capacidad de analizar, de “interpretar la información (su grado de fiabilidad, pertinencia, significación, el uso que de ella puede hacerse)”, para continuar exponiendo que “debemos querer saber, querer estar informados de verdad. Y para ello, necesitamos “cultura democrática de la información”, para lo cual no basta dejar de ver las televisiones al servicio del sistema (manipuladoras y verdaderas creadoras de las verdades sociales) y pensar que en la red todo lo “alternativo” o todo lo “crítico” es superior sin más.

Sigo manteniendo las tesis fundamentales, pero tengo que cambiar algunas de las conclusiones, ya que, partiendo de la red (aunque no sólo debido a ésta, bien es cierto) hemos logrado  enlazar de alguna manera la red  virtual a una red real, que nos ha permitido “generar espacios de representación (en el sentido de Lefebvre), [lo que] en última instancia exige recuperar la soberanía epistemológica“. En buena medida hemos logrado este objetivo.
Terminaba aquél artículo planteando la necesidad de ver programas como La Tuerka CMI, ya que “permite debatir y rebatir, cuestionar, plantear, argumentar, generar espacios de representación, recuperar la soberanía epistemológica, interpretar, pensar e impensar: ¿alguien da más?”.
Por supuesto que sí, todas y todos los que hemos tomado la calle para hacer precisamente eso: recuperar el debate y el argumento, el planteamiento y el cuestionamiento, la argumentación… para generar espacios de representación genuinos, en la calle, que nos están permitiendo tratar de avanzar para recuperar la soberanía epistémologia, de la mano de impensar el sistema para recuperar la democracia.
Hemos cambiado la sobreinformación por la reflexión, y estamos comprendiendo el mundo para tratar de cambiarlo… Sigamos adelante, construyendo democracia, en el sentido que le daba Innerarity. Hay mucho por hacer, pero vamos por el buen camino.


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