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Una de las frases de película que más recuerdo es aquella que decía “Dar cera, pulir cera”. Efectivamente, un momentazo de la película Karate Kid. Y te preguntarás qué tiene esto que ver en un post sobre la creatividad, ¿verdad? Normal, yo también lo haría. Hagamos una cosa. He colgado el fragmento al que hacía alusión para que puedas ver o rememorar ese momentazo. Concédeme un minuto más de tu tiempo y espero hacerme entender. Luego te sigo explicando.
El bueno del señor Miyagi era sabio aconsejando a su joven pupilo (Daniel-San) porque empezó desde lo más básico, crear ciertos hábitos o automatismos. Cuando esos hábitos se instauran, nuestra mente puede centrarse en lo realmente importante. Por esta razón, en el post anterior sobre “Poner atención a tu creatividad” terminaba llegando a la conclusión de que es necesario adoptar hábitos que nos ayuden a gestionar nuestra energía psíquica y a focalizar nuestra atención. En nuestro caso, lo más básico es localizar un espacio y un momento del día en el que nada distraiga nuestra atención. Con eso lograremos que sea más fácil poner el foco en la tarea que vayamos a emprender. Pero debo dejar clara una cosa. Esto no garantiza por si mismo un resultado óptimo, tan solo facilita el proceso de gestionar nuestra atención.
Existe otro factor a tener en cuenta, el ruido mental. Estoy hablando de ese ruido interior provocado por aquellos pensamientos que nos asaltan cuando hacemos algo y que nos roban parte de nuestra energía mental. Los motivos pueden ser muchos y van desde una simple discusión reciente en el ámbito doméstico (pareja, hijos, etc.) hasta algún malestar físico o inclusive la enfermedad de algún familiar cercano. Tampoco podemos dejar atrás las preocupaciones laborales propias de estos tiempos. Pues bien, dicho esto parece evidente que nadie puede vivir al margen de estos factores lo que no impide que hagamos lo posible por intentar controlarlos y que no mermen nuestras capacidades intelectuales.
Centrándome en el primer tipo de ruido, el que tiene que ver con la parte más “ambiental”, quiero compartir contigo algunos sencillos consejos que pueden ayudarte a sacar tu creatividad de su estado latente.
- Identifica el momento del día en el que tu mente esté más fresca (y meter la cabeza en el frigorífico no es una opción). En mi caso las primeras horas del día suelen ser las mejores.
- Quita el sonido a tu teléfono o smartphone. Si lo apagas por un rato tampoco pasará nada, te lo aseguro. El mundo seguirá estando en su sitio tal y como lo dejaste.
- Desactiva las alertas de tu ordenador. Si durante ese tiempo que estés desconectado tecnológicamente se produce una apocalipsis zombie te enterarás de todas formas. Don’t worry!
- Avisa de que no te interrumpan en un periodo de tiempo determinado. Igual hay quien agradece perderte de vista por un ratito :)
- No tengas miedo a utilizar herramientas de toda la vida (cuaderno de anotaciones, pizarra, …). Por cierto, prueba a escribir en los azulejos de casa con rotulador de pizarra. Mola mucho y cuando acabes lo podrás borrar.
- Identifica fases creativas distintas. En mi caso dedico ciertos momentos a buscar inspiración y otros momentos a la producción. En los primeros me interesa consultar distintas fuentes (libros, videos, podcast, páginas web…) pero en los segundos necesito centrarme en mi diálogo interior reflexionando sobre lo que he visto o leído. No tengas miedo a escucharte un poco.
- Si puedes, elimina cualquier referencia horaria. Como en otras actividades placenteras de la vida, relájate y disfruta con lo que estés haciendo.
Para los que quieran recordar más momentos de Karate Kid, aquí os dejo un post con otras frases memorables del señor Miyagi.