7 hábitos que debes dejar de hacer por la mañana si quieres tener buena cara

Por Botikaria

¿A quién no le cuesta levantarse por la mañana?  ¿quién lo hace con tiempo suficiente para tomarse algo más que un café? y no digamos ya con tiempo para realizar algún que otro ritual de belleza.  A veces, saltamos de la cama al trabajo sin saber como hemos llegado, y juramos que será la última vez cuando encontramos un rulo en el pelo. Pero, ¿qué hacemos mal? o mejor dicho ¿qué no hacemos?  ¿cómo lucir un “efecto buena cara” cada mañana? Lee, y si eres adicta a alguno de estos hábitos, pon en práctica el antídoto que te damos.

1. Te encanta el snooze

La cama es el lugar más placentero del mundo cuando toca levantarse por obligación. Suena el despertador y siempre estás en el mejor momento de tu sueño ¡es que no falla!. Incluso si no sueñas, quedarte abrazada a la almohada como si no hubiera un mañana, no tiene precio … ni hora.

La cuestión es que para saborear un poco más esos dulces momentos, presionas el botón de repetición (snooze buttom en inglés) una y otra vez, esperando poder finalizar ese sueño con éxito y convertirte en ángel Victoria Secret o premio Nobel.  Incluso, llegas a planificar el tiempo que invertirás en este ritual, programando la alarma 10 o 15 minutos antes de la hora tope, y repitiéndote con gusto como el Día de la Marmota. Sin embargo, esto es poco menos que saludable. En lugar de conseguir 10 minutos para levantarte despejada, obtienes 10 minutos de mal sueño que hacen que la química de tu cerebro haga aguas todo el día. Consecuencia:  zombi y con la piel hecha unos zorros.

Para evitar todo esto, lo primero que debes hacer es dormir tus 7 u 8 horas. Una vez conseguido este primer paso, levantarte como una gacela al primer pitido es una cuestión de hábito. Y para convertirlo en hábito, si no eres capaz de dejar de acariciar el snooze de tu despertador, prueba con el nuevo de Philips que simula un amanecer, o aplicaciones para móvil como la que te obliga a dar unos pasos para poder apagar la alarma o sacar una foto del baño, por ejemplo. Duro pero efectivo.

2. Te lavas con agua

Tranquila, no es que esto sea un mal hábito en sí, aunque si lo haces en exceso o con agua caliente puedes resecar tu piel.  El caso es que, además de refrescarte por la mañana para abrir bien los ojos, debes eliminar el exceso de grasa que tu piel produce por la noche o posibles restos de tratamientos nocturnos.  Sin una piel perfectamente limpia, cualquier crema o tratamiento que apliquemos con posterioridad puede resultar nulo al estar los poros obstruidos.  Para devolver la luminosidad al rostro, debes usar un limpiador no agresivo adecuado a tu tipo de piel (en gel, espuma, leche…), que retirarás suavemente para no dañarla. Y si eres de las que consideras 3-minutos y eternidad sinónimos, prueba con el agua micelar: limpia, aclara y tonifica en un solo paso, y en un solo minuto. Sin excusas.

De izquierda a derecha: Acniben Limpiador Purificante Espuma de Isdin, Foaming Glycolic Wash de Neostrata, Solución Micelar Antiedad de Filorga, Limpiador Sensyses Liposomal de Sesderma, Leche limpiadora Hydrobio de Bioderma,  Solución Micelar Fisiológica de La Roche-Posay.

3. Te saltas la hidratante

Pues sí, es un crimen, qué quieres que te diga. Incluso si tuvieses la piel grasa, la hidratante es tu armadura. No puedes salir a la calle sin protegerte de las agresiones externas (frío, viento, sol, polución…), sabiendo además, que todos estos factores pueden provocar deshidratación. No está de más pues, que cada mañana des a tu piel agua en forma de crema, sin esperar al extremo de verla descamada. Ahora bien, elige con cuidado la textura de la hidratante para que se adapte perfectamente a tu tipo de piel. Asegúrate de elegir una crema ligera oil-free si tu piel tiene tendencia a grasa, y deja las cremas ricas y untuosas para las pieles más secas. Aplícala con el rostro todavía algo húmedo de la limpieza, y así conseguirás que el efecto hidratante se mantenga durante más horas.

Para el contorno de ojos, tengas o no bolsas y ojeras, cada mañana debes usar una crema específica para esta zona, ya que la piel es 5 veces más fina que la del rostro y no te servirá la hidratante, por muy SIN y delicada que  esta sea.

4. Desayunas un vaso de agua … con limón

Tampoco es necesario irse al otro extremo y tomar un desayuno americano (de esos con huevos y bacon) pues lo ideal sería ingerir el 25% de nuestra ración de calorías diarias, ni más ni menos.  Lo mejor es empezar  el día con un desayuno equilibrado que despierte tu cuerpo y evite que ingieras comida de peor calidad a lo largo de la mañana, sobre todo carbohidratos dulces. Por supuesto, puedes empezarlo con tu agua con limón si así gustas, pues la hidratación a primera hora junto con lácteos, hidratos de carbono y fruta, fomentará la concentración y mejorará tu estado de ánimo.  Por ejemplo, un buen cuenco de leche y cereales (mejor integrales y sin azúcar) con trocitos de fruta es sencillo de preparar y comer.  Además, como ya has dejado de apretar el snooze buttom, te da tiempo de sobra.  Y si un día estás a punto de ser Presidenta de España y eres incapaz de dejar de apretar el dichoso botón … un mix de frutos secos y un yogur para el camino serán una buena alternativa.  ¿Quién dijo eso de …  desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo? Que sepas que iba bien encaminado.

5. No usas SPF

¿Todavía? Pero … ¿no te he dado ya la suficiente brasa como para que tengas un bote de fotoprotector en cada baño, en la  entrada de casa, en el bolso y en la oficina? Sí, hablamos de protegernos de esos rayos que no se notan (no queman superficialmente) pero traspasan todas las barreras para entrar en lo más profundo de las células y causar los estragos que más tememos: arrugas y cáncer. Así que si con un simple gesto por la mañana podemos prevenir estos problemillas, ¿por qué no incorporarlo como parte de tu rutina diaria?   Y esto hay que hacerlo toooooodo el año.  Lo agradecerás cuando llegue el momento en el que encuentres tu primera mancha en la cara. Ay, no, espera… que si lo usas cada día eso no pasará. Mancha, ¿qué es eso?

6. Te maquillas a media luz

Claro, fuiste tan cool que seguiste a pies juntillas esa tendencia de decoración donde el lavabo estaba abierto al dormitorio, y ahora pagas el peaje. Tu pareja no se levanta antes que tú, y has decidido que con una linterna puedes maquillarte para no molestar. Por eso un día eres una muñeca pepona y otra parece que estás pagando el UVA a plazos. No hay nada que duela más después de conseguir ese codiciado tiempo para maquillarte, que tener que limpiarlo en cuanto sales por la puerta porque con la luz del día todo se ve de otra forma. Así que a partir de ahora busca la zona más iluminada de la casa (mejor si es con luz natural) para que sea tu nuevo cuarto de juegos.

7. Te estresas

Y tu piel también. Aumento de canas, acné, falta de luminosidad, envejecimiento prematuro, flacidez, bolsas en los ojos, piel seca y enrojecimiento. ¿Te parecen pocos cambios en tu rostro?  Pues a partir de ahora ya sabes lo que debes hacer:  relax, my friend.  Y eso empieza por dejar de practicar el snoozing. Sí, parece mentira que volvamos a la casilla de salida, pero es que levantarse bien, con tiempo y humor, es como decía fundamental para empezar el día con fuerza. Conseguir disponer de 15 minutos extra para poder elegir tu ropa, meditar, leer en el desayuno, o practicar aquello que más te relaje, conseguirá que salgas de casa con tu mejor sonrisa, y por ende, con tu mejor cara.

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