7 museos curiosos de Madrid

Por Rutasporespana @RutasporEspana

Hoy os proponemos un recorrido cultural por aquellos museos de la capital que no son ni los más conocidos ni los más masificados, incluso seguramente no habrán oído hablar de ellos, ya que no forman parte de los tradicionales circuitos turísticos, pero que sin lugar a dudas, no te van a dejar indiferente. ¿Nos acompañas a conocerlos?

1. Museo de Ratón Pérez

El personaje del Ratoncito Pérez nació en el siglo XIX de la mano del padre Luis Coloma, un jesuita que por aquel entonces era Consejero Real y al que un día le encargaron escribir un cuento para el pequeño Alfonso XIII, cuando se le cayó un diente de leche a los 8 años. En este relato se decía que cerca del Palacio Real vivía un roedor con su familia en una caja de galletas que se guardaba en el almacén de una confitería, y que cada noche el Ratoncito Pérez visitaba las habitaciones de los niños para dejarles un regalito en lugar de cada diente que perdían.

Este museo está situado en el lugar en el que, según cuenta la tradición, vivió este entrañable roedor con su familia. El museo abarca 2 pequeños locales en los que podremos conocer cómo era la casa en la que vivía, consultar la documentación histórica que existe sobre el personaje así como ver dientes de leche "certificados" de personajes ilustres como Isaac Newton, Beatrix Potter, Beethoven o Rosalía de Castro.

2. Estación de Chamberí

En 1966 cerraba la estación de metro de Chamberí, quedando abandonada aunque los trenes seguían pasando por delante de la estación sin hacer parada. Durante esos años de abandono se forjo una leyenda negra, que ya te contamos aquí.

Por suerte, años después el proyecto de restauración llamado Andén 0, recuperó esta estación como espacio museístico de Metro. En la visita podemos descubrir los elementos originales del antiguo metro de Madrid, los antiguos carteles publicitarios y el mobiliario original de la época.

3. Museo Naval

Después de haber visitado el museo del Ferrocarril, porque no visitar el desconocido Museo Naval. Este se encuentra en la primera planta del Cuartel General de la Armada en el Paseo del Prado (al lado de Cibeles).

El Museo tras pasar por varios emplazamientos termina en su sede actual del antiguo Ministerio de Marina en 1932. El origen de las colecciones del Museo es muy diverso, hay aportaciones de la Casa Real, la antigua Secretaría de Marina, las extinguidas Compañías de Guardias Marinas, los Departamentos Navales de la Península y los apostaderos de Filipinas y Cuba, el Depósito Hidrográfico, el Real Instituto y Observatorio de San Fernando y el Instituto Hidrográfico de Cádiz. Así que si te gustan los barcos, seguro que te encantará esta visita.

4. Museo Cerralbo

El palacio Cerralbo fue construido entre 1884 y 1892 en estilo historicista de corte clásico del que también forma parte su jardín. En su interior se exhiben las colecciones reunidas por el marqués de Cerralbo, don Enrique de Aguilera y Gamboa, y su familia.

Pinturas, muebles, relojes, porcelanas, dibujos, lámparas, esculturas, armas y armaduras, textiles, libros, monedas y objetos arqueológicos se distribuyen por las distintas estancias donde se desarrolló la vida cotidiana y social de sus primeros moradores. Pero si hay un rincón impresionante es esta sala que imita a la Capilla Sixtina.

5. Museo de San Isidro

Si después de visitar el Museo Arqueológico, te preguntó sobre el origen de Madrid, seguro que recordarás nada. Ya que entre tantas piezas de multitud de orígenes, se difumina el origen de la villa de Madrid. Por suerte tenemos una alternativa, ya que tenemos un museo mucho más pequeño centrado en la ciudad desde la Prehistoria, cuando la zona estaba habitada por elefantes y rinocerontes, hasta el establecimiento de la Corte en Madrid ordenada por el rey Felipe II en el siglo XVI. Este es el Museo de San Isidro, también conocido como Museo de los Orígenes.

El Museo se ubica en la antigua casa de los Condes de Paredes (siglo XVI). De la construcción original queda el patio renacentista y la capilla. En el mismo solar antiguamente estuvo la casa de Iván de Vargas, a cuyas órdenes trabajó San Isidro. Aquí vivía el santo y su esposa Santa María de la Cabeza allá por el siglo XII.

Además se conservar el Pozo del Milagro, que según cuenta la leyenda, en él se había caído el hijo de San Isidro y el santo con su oración hizo subir el nivel de las aguas hasta el brocal para salvar a su hijo.

6. Museo Geominero

Este museo suele pasar inadvertido dentro del barrio de Chamberí, pese a su singularidad. Se la debemos al arquitecto Francisco Javier de Luque, que creó un extraordinario ejemplo de museo científico de principios de siglo de XX, con un salón central repleto de vitrinas de madera tallada y cubierto por una gran cristalera cenital que cuelga de una estructura de hierro forjado y plomo.

El museo tiene como objetivos, divulgar la riqueza y diversidad del patrimonio geológico y minero, a través de la exposición permanente de minerales, rocas y fósiles. La colección de fósiles y minerales tuvo su inicio en las labores desarrolladas por la Comisión del Mapa Geológico de España, creada en 1849 durante el reinado de Isabel II. No obstante, los fondos estuvieron en diferentes lugares de Madrid hasta que, en 1927, se instalaron en la sala principal de este edificio, inaugurada en 1926 por el rey Alfonso XIII como sede del XIV Congreso Geológico Internacional.

7. Museo Nacional de Antropología

Enfrente de la estación de Atocha encontramos este curioso museo, fundado en 1875 como Museo Anatómico por el médico segoviano Pedro González Velasco, que invirtió todos sus ahorros en la construcción del edificio y después lo llenó con su colección privada de piezas anatómicas y objetos procedentes de diversas expediciones científicas.

Entre su colección encontramos momias precolombinas, cabezas reducidas, canoas y armas, además del esqueleto de Agustín Luengo, el Gigante de Badajoz. Luengo, que padecía de acromegalia, una enfermedad que impide detener el crecimiento. Vendió su cuerpo de 2,30 metros de altura al doctor González Velasco a cambio de 3.000 pesetas y un jornal diario hasta que falleciese. Según las leyendas madrileñas, el médico estaba obsesionado hasta tal punto con la momificación como manera de alcanzar la inmortalidad que cuando murió su hija Conchita, embalsamó el cadáver y vivió con la momia hasta su propia muerte, sentándola a la mesa y paseándola en coche por las calles de Madrid.

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