Las madres se preocupan por sus hijos y sin importar su religión todas ellas oran por ellos, aún las que dicen no creer en un Dios declaran cosas buenas y anhelan cosas buenas sobre ellos, así pasa con los pastores, aunque nadie nos vea, nosotros oramos por los hijos espirituales que Dios ha colocado en nuestro caminar.
Las madres lloran en silencio y algunas veces en publico por sus hijos y con sus hijos, así mismo en el ministerio pastoral muchas veces lloramos en silencio por los hijos espirituales aunque ellos no se den cuenta, aunque no lo aprecien.
Una madre ama a su hijo, sin importar lo inteligente que pueda ser, por encima de sus defectos, de sus errores y pecados, una madre simplemente ama a su hijo, por encima de si es bonito o feo, para ella es lo mejor que le ha pasado en la vida, una madre ama incondicionalmente y se entrega sin condición a un hijo, así pasa en el ministerio pastoral, a pesar de sus errores, de que a veces nos hieran y nos ofendan, la verdad es que al final del día amamos a “esos mocosos”.
Las madres se alegran con las notas del colegio de sus hijos, con su paso a la universidad, cuando consiguen su primer trabajo, cuando se casan, cuando tienen su primer hijo, cuando el matrimonio de sus hijos estaba en crisis pero lograron sobreponerse a las circunstancias y continuar casados, así pasa en el ministerio pastoral, nos alegramos por todas esas cosas porque son cosas por las que hemos estado orando, clamando, derramando lagrimas y poniendo nuestro corazón.
Algo con lo que sufren algunas madres es que usualmente sus hijos no aprecian lo que ellas hacen por ellos, todo el tiempo, dedicación y esfuerzo parecen ser olvidados por ellos cuando solo quieren seguir sus caprichos, usualmente durante la adolescencia y juventud los hijos dejan de apreciar a sus padres y no es hasta ser adultos o padres que llegan a apreciar todo lo que hicieron por ellos, así pasa en el ministerio pastoral, los hijos espirituales muchas veces no aprecian a los pastores que tienen en casa, hablan muy bien del apóstol, profeta o músico de afuera y se refieren con menosprecio a su propio pastor, pero lo bueno es que algún día esos hijos crecen, maduran y se dan cuenta.
Una madre no tiene horario, a las 3 de la mañana su hija tiene fiebre, ¿le va a decir que hablan el siguiente día hábil a las 8 de la mañana en horario de oficina? No, se levanta, ora por ella, busca la causa de la fiebre y en casos en los que no pueda controlarla la llevará a urgencias, sin importar el día y la hora. Así pasa con el ministerio pastoral, el pastor no tiene horario, los hijos espirituales lo llaman a la media noche porque tienen un problema, no pueden dormir, tienen una situación familiar fuerte y ahí están los pastores para ellos.
Una madre esta orgullosa de sus hijos, desde que gatean por primera vez, comienzan a comer alimento solido, caminan, dicen sus primeras palabras, hacen su primera suma, crean su primer dibujo, en cada etapa las madres, con las cosas más pequeñas y las más grandes, están orgullosas de sus hijos, por encima de sus errores una mamá lo ve con orgullo, una sonrisa se forma en su rostro por su amado hijo, así pasa en el ministerio pastoral, vemos a nuestros hijos espirituales con orgullo, por cada etapa de su crecimiento espiritual, son un motivo de orgullo y gozo para nosotros.
¿A ti se te ocurre alguna otra?
¡Dios te bendiga!