72 horas para saborear París. Seguramente sabrán a poco, pero era el tiempo con el que contábamos y estábamos dispuestas a sacarle el máximo partido. Dos años ya desde la última Escapada "sólo chicas" a Londres, es de imaginar que esperábamos la llegada de este largo fin de semana como los niños esperan que suene la sirena para salir al recreo. Sin grandes pretensiones, sólo las de pasear por París hasta que no pudiéramos más y pasarlo bien. Todo estaba preparado desde antes del verano. Hotel en el 9éme Arrondissement, vuelos low-cost y maletas ligeras, con escaso equipaje, que nos permitan desplazarnos rápidamente en metro hacía París. Recién llegadas, esa misma noche, salimos a dejarnos acariciar por los aires parisinos. Los grandes
bulevares estaban muy animados a pesar de ser jueves. Apetecía vagabundear un rato y tomar un primer contacto con la ciudad. A la mañana siguiente París amanece gris, pero con una temperatura agradable para pasear. Comenzamos a "saborear" París con una de mis rutas preferidas. Nos dirigimos hacia el Palais Royal. Siempre que paso por esta zona me llaman la atención las polémicas columnas de Buren, con sus rayas blancas y negras. La verdad es que a mi no me disgustan, pero no sé que le parecerían a Richelieu si levantara la cabeza.
Justo al lado está la Comédie Française y su dramática estación de metro decorada como una corona. Unas terrazas en la Place Colette invitan a sentarse, pero es demasiado pronto para realizar la primera parada, así que cruzamos la rue Rivoli y atravesamos el Louvre.
Los alrededores de la Pirámide de cristal están llenos de gente que toma fotos o hace cola para visitar el museo. Imposible entrar, perderíamos demasiado tiempo. Seguimos andando hasta el río aunque sin cruzarlo, nos quedamos en la Rive Droite. De camino, curioseamos algunos de los quioscos de los bouquinistes. Esta vez no encuentro nada que llame mi atención.
A la altura del Pont des Arts es desde donde se pueden obtener las mejores fotos de Nôtre-Dame y l'Île de Saint-Louis.
Y si vamos con nuestra pareja y queremos dejar prueba de nuestro amor, podemos buscar un huequecito en la barandilla del puente para poner nuestro candado. ¡Debe haber miles!
Cruzamos el Sena a la altura de la Conciergerie y nos damos una vuelta por el Mercado de las Flores que está justo al lado de Nôtre-Dame. Allí, en los alrededores de la catedral, es buena idea descansar unos minutos antes de continuar nuestra ruta hacia l'Île de Saint-Louis.
Ya lo comenté en mi anterior post París .. cuando menos te lo esperas, este trocito de París es uno de mis preferidos. Un remanso de paz con agradables terrazas y tiendas gourmet.
Tras atravesar l'Île de Saint-Louis nos dirigimos hacia la Bastilla, lugar emblemático donde cambió la historia de Francia y donde ahora sólo queda una columna conmemorativa, la columna de Julio.
¿Cuántos kilómetros llevamos? No lo sé, unos cuantos. Llega el "momento parada" para reponer fuerzas y "saborear" literalmente París. Entre la Bastilla y la Place des Vosges se encuentra Chez Janou. Un pequeño y encantador restaurante retirado lo justo de las grandes avenidas para asegurarnos algo de tranquilidad. Apenas frecuentado por turistas, cuando nosotras estuvimos eramos las únicas, se puede comer y cenar tanto a la carta como eligiendo una de sus opciones "Menu Formule" a un precio más que razonable para ser París.
Ya está incluido en mi agenda, tanto por méritos propios como por el barrio donde se encuentra, Le Marais, uno de mis preferidos.
Comimos de maravilla, yo diría que más de la cuenta para poder continuar después el paseo. Velouté de Zanahoria y Comino, Quiche de frutos de mar, Blanquette de Veau o Filete de Pescado a la albahaca y Gratinado de Calabacines, fueron algunos de los platos elegidos.
Tras nuestro paso por Chez Janou nos acercamos a la Place des Vosges. ¡Qué preciosa está a estas alturas del otoño!
Desde aquí sólo hay que adentrarse un poco más en el Marais y el Museo Carnavalet saldrá a nuestro encuentro. Museo ecléctico donde los haya. Merece la pena visitar su jardín, aunque esta vez no fue posible ya que estaban de obras. Por cierto, la visita al museo es gratuita, no sus exposiciones temporales. Comenzó a llover y, mientras escampaba, decidimos tomar el metro hasta Montmartre. Primera vez que utilizo el funicular para llegar al Sacre-Coeur. ¡Siempre tiene que haber una primera vez para todo!. Aunque, personalmente, recomiendo subirlo poco a poco, por las escaleras centrales. Escenario perfecto para ir tomando fotos tanto de la basílica como del París que vamos dejando a nuestros pies.
Una vez arriba, visita al Sacre-Coeur y paseo por el corazón de Montmartre. ¡Horror! La Place du Tertre está invadia por las terrazas de los cafés y restaurantes de los alrededores, han desaparecido los pintores. Sí, ya sé, los pintores estaban allí para los turistas, pero para mí, esta zona acaba de perder gran parte de su encanto.
La decisión de cenar aquí ha sido acertada. Las galettes estaban crujientes y ricas, y el crêpe de chocolate, Mmmmm, delicioso. ¡Otra dirección a tener en cuenta! Intenso nuestro primer día en París. No sé ni la de kilómetros que hemos recorrido, pero pasear París, vagabundearlo, es la mejor forma de quedarnos con todo su sabor. El sábado también amanece gris aunque luego nos dejará ver el sol. Nuestra ruta de hoy comienza en los Inválidos.
Hace "añísimos" que no volvía a este lugar. Lo recordaba de grandes dimensiones y amplias avenidas ¡Es descomunal!
Tras la visita nos encaminamos hacia la Torre Eiffel, mi monumento preferido de París. Me encanta verla asomar poco a poco entre los edificios. Sencilla pero elegante, discreta pero majestuosa.
Como siempre, las grandes colas de futuros visitantes invaden la esplanada.
El sol brilla, ¡Qué bonito está el Sena! Y cómo lucen los puentes sobre el río. Lo cruzamos en dirección hacia el Arco del Triunfo. De camino el Marché Président Wilson, entre la rue Debrousse et la Place d'Iéna, sale a nuestro encuentro.¡Será que no nos gusta un mercado!
Se celebra los miércoles y los sábados por la mañana ¡Ideal para el tentempié de mediodía! Nada más comenzar a visitarlo, se desatan nuestros sentidos: los ojos se nos van detrás de los mostradores de queso, de frutas o de viandas y conforme nos adentramos, deliciosos aromas despiertan la atención de nuestro olfato y hacen que nuestras glándulas salivales comiencen a funcionar.
Platos típicos preparados para llevar, dulces, carnes asadas, ostras y hasta un puesto de comida libanesa que hace que nos comamos un bocadillo de pan de pita con tabulé, hummus, queso feta y carne, tan rico que todavía nos estamos relamiendo. A partir de este día, Marché Président Wilson, queda anotado en mi agenda para futuras visitas a París.
Proseguimos nuestro paseo hacia el Arco del Triunfo para luego descender por los Campos Elíseos hasta el Grand Palais y el Petit Palais. Visita a este último y momento ¿Cuántos kilómetros llevamos? o lo que es lo mismo, necesitamos urgente una parada para descansar y aprovechar para comer.
Decidimos coger el metro y dirigirnos hacia el Barrio Latino. Cuando llegamos, las calles están abarrotadas. Damos una vuelta por ver el ambiente pero decidimos comer en Le Marmiton de Lutèce, ya os hablé de él en mi anterior post sobre París. El interior es confortable, menos abarrotado de turistas que la mayoría de restaurantes de la zona, y la carta es amplia.
Con una buena comida y una agradable sobremesa, nos quedamos como nuevas, listas para seguir "saboreando" París. Nos hemos librado de un buen chaparrón mientras comíamos, ahora ya está dejando de llover. Nos dirigimos hacia la Sorbona y luego al Panteón. Esta zona está muy animada y me gusta el ambiente que tiene, algo menos turístico que el Barrio Latino.
Casi enfrente tenemos los Jardines de Luxemburgo. Preciosos. Una buena opción de disfrutarlos es comprar un bocadillo a mediodía y sentarnos en una de las sillas de los jardines a comer. Nosotras ya hemos comido, así que los atravesamos para dirigirnos a la Iglesia de Saint-Sulpice.
Sábado, París, cuatro chicas ... ¡aquí falta algo! ¡Las compras!
Cogemos el metro y nos vamos a dar una vuelta a Galerías Lafayette. No hace falta decir que estaba a reventar, no cabía ni un alfiler. Pero merece la pena por que su interior, sobre todo la cúpula, es precioso. Damos una vuelta rápida y una visita rápida al supermercado Gourmet para comprar unas latas de Rillettes, Speculoos y algún capricho más que se me cruza por las estanterías. Salimos de allí cuando nos echan por que van a cerrar.
Y es entonces cuando nos damos cuenta que estamos muy cansadas.
El hotel está a menos de 10 minutos, pero con las horas que son decidimos cenar algo antes de volver exhaustas al hotel. Como es sábado están todos los sitios llenos de gente. Nos pasamos por un restaurante libanés que la noche anterior nos llamó la atención, Restaurant Sannine, con la suerte de que justo cuando llegamos se libera una mesa. Decidido, nuestros pies eligen, ¡Nos quedamos! Pedimos unos cuantos platos para compartir y así probar un poco de todo. El resultado es una cena aceptable y a buen precio.
¡Domingo! Amanece como el resto de días, gris. Habíamos dejado para hoy el Museo d'Orsay por que estaba previsto que lloviera. Como no cae ni una gota, comenzamos la ruta a pie. Primero nos dirigimos hacia la Ópera y de allí, por la rue de la Paix, a la Place Vendôme.
Pocos metros más allá tenemos las Tullerías y la Place de la Concorde, desde donde, si nos giramos, podemos ver la Madeleine.
Cruzamos el puente, ya estamos en la Rive Gauche, ahora a pasear hasta el Museo d'Orsay.
El Museo d'Orsay ocupa el recinto de lo que fue la antigua estación, un elegante edificio que merece la pena visitar, y que ahora alberga obras del s. XIX, y en especial de los impresionistas.
Después, un paseo por la zona que continuamos por el Hôtel de Ville y que se alarga hasta el Centro Pompidou, donde no nos queda otra que poner punto y final de nuestra visita y regresar al hotel a recoger el equipaje.
Ya han pasado las 72 horas, como si fuéramos Cenicientas nuestra "carroza" de fin de semana está a punto de convertirse en calabaza, llega el momento de despedirse de París, pero que nos quiten lo
Au Revoir Paris!