“El día amaneció tan oscuro y triste como su alma, nada hacía presagiar que hoy cambiaría su vida para siempre…” Oyó a lo lejos una voz que le susurraba, “Juanma, son las 8:00, debo tomarle la temperatura”. Era el ritual con el que comenzaba todas las mañanas. A sus 24 años, y después de que hace 4, un conductor ebrio se saltase un semáforo y le dejase tetrapléjico, había pasado por múltiples operaciones, grandes dolores y eternas sesiones de rehabilitación. Ésto, sólo había conseguido recuperar su capacidad de hablar y de pensar. Lo que le había servido, para ser plenamente consciente del sufrimiento de sus padres, que habían aparcado su vida para cuidarle; del abandono de su novia, que no pudo aguantar la presión; y para ver como la vida de los demás, continuaba medianamente feliz, por los cauces que debiera haber ido la suya, mientras él permanecería el resto de sus días postrado en una cama. Hacía un año, había decidido ofrecerse, como conejillo de indias, a un centro de investigación experimental, pionero en España. Tras un día a día plagado de toma de muestras, pinchazos, ejercicios y rutinas militares, sintió que estaba totalmente agotado. Cuando su madre entró en la habitación, le dijo: “quiero hacerlo hoy”. Con una cara desencajada, pero llena de empatía, la madre sacó un recipiente del bolso, lo agitó y lo vertió sobre el vaso de agua próximo a la cama. Acercando la mezcla a la boca de su hijo, le susurró “te quiero”. En ese preciso instante, la Doctora Del Rio, entró en la habitación con una sonrisa de oreja a oreja y dirigiéndose a Juanma dijo…..”tengo grandes noticias para tí, las células madre funcionan”
Por cierto, os preguntaréis "¿quién es el autor/a del texto?" Pues ni más ni menos, que Silvia Iglesias Sánchez, a la sazón, mi señora esposa, de la que no puedo estar más orgulloso, por atreverse a participar y con tan notable resultado.Un saludo a todos los viciosos del running (y de los microrrelatos)