8 consejos para elegir una buena excursión

Por Pasa La Risa Pasa La Risa C.b. @PasaLaRisa

¡Todos necesitamos de vez en cuando un respiro del estrés de la ciudad! Así que no es de extrañar que cada vez sean más numerosas las excursiones de escolares y grupos al medio natural.

El campo abre las puertas a innumerables opciones de servicios de ocio. Montañismo y alpinismo, senderismo, y actividades de multiaventura conviven con proyectos educativos y medio ambientales. Cómo elegir una buena excursión entre esta avalancha de ofertas (y lo que es más importante, acertar) es, cada vez más, un reto para los promotores de actividades, centro escolares, AMPAs o grupos de familias.

Aquí tienes 8 sencillos buenos hábitos necesarios y obligados que es más que recomendable exigir a las empresas contratadas para disfrutar tranquilos de una buena excursión.

Que no os vendan la moto, existen demasiadas empresas piratas que no respetan las leyes; se la juegan cruzando los dedos para que no les pillen o para que nunca pase nada. La Administración no tiene suficientes recursos para descubrir a todos, pero ¿podemos hacer algo nosotros? Pues sí. Solicita las autorizaciones de actividad de los organismos competentes, consejería de juventud, medio ambiente o sanidad, y si no te las quieren facilitar, no os fieis, buscad otra empresa.

Además, recuerda que es necesaria una autorización del tutor legal para que la empresa se haga responsable de vuestros hijos. Si se les olvida, recordádselo, es imprescindible.

Sé un promotor inteligente, y no te dejes llevar por los precios ajustadísimos, pues por algún lado se está recortando. Pide las pólizas de seguro de responsabilidad civil para conocer si esa empresa puede hacerse cargo de los daños y perjuicios que puedan surgir a los participantes. Y no te quedes ahí, también es aconsejable que dispongan del seguro de accidentes para esa actividad, pues hay riesgos que en el anterior no quedan cubiertos. La seguridad y la prevención han de ser lo más importante cuando trabajamos con niños.

¿Qué es esto? Es una unidad que representa la cantidad de personal cualificado en relación con los participantes a su cargo, básicamente, cuántos niños puede tener a su cargo un monitor. Es un poco rollo, pero merece la pena recordar el decreto 7/1993, del 28 de enero, por el que se aprobó el reglamento de las acampadas juveniles en la Comunidad de Madrid, donde se obliga a tener 1 monitor por cada 10 niños. Este es el único referente en cuanto a normativa, así que, ante la existencia de un vacío legal, es mejor ser cautos y pedir a las empresas que se ajusten a vuestros intereses.

Hasta la fecha la única formación legal que existe la expide la consejería de juventud. Es obligatoria para poder trabajar. Hay otras más recientes de dudosa categoría y la Administración no ha dicho nada al respecto aún. Puedes pedirlos, pero la Ley orgánica de protección de datos no permite dar esta información personal. Pero no desesperes, una opción es firmar un contrato, y en caso de que no cumplan los requisitos y os enteráis, podáis tomar medidas al respecto.

Otro aspecto a tener en cuenta es el perfil profesional. Por ejemplo, monitores sin formación hacen de educadores ambientales o guías de montaña sin los títulos de la federación de montaña. Ten cuidado pues los responsables de lo que pase -y esperemos que no ocurra nada- son la empresa, el coordinador y el promotor.

Nunca, pero nunca, dejes que se haga cargo de los chavales un monitor sin contrato. Trabajar sin contrato es ilegal. Por el contrario, con al darle de alta en la seguridad social, se consigue que el profesional esté más motivado y comprometido, con lo que hará mejor su trabajo y los participantes disfrutarán al máximo de las actividades.

Tampoco es muy recomendable permitir que se hagan contratos laborales mercantiles para estos trabajos. Los trabajadores no tendrán los mismos derechos e irán de mal rollo al trabajo, perjudicando el servicio que has contratado.

Sin el coordinador, la cabeza pensante y organizadora, todo el mundo parece un pollo sin cabeza. Es fundamental para la buena organización y la gestión de las situaciones.

El IVA se configura como un impuesto indirecto, es decir, grava el consumo de productos o servicios, no la renta del contribuyente. Esto implica que quien paga realmente el impuesto es el cliente final del producto o servicio. El empresario aquí ejerce una figura recaudadora en nombre de hacienda.

Pues manos a la obra, hagamos que lo sepa el cliente y así nadie se sorprenderá. Pide el precio final para no llevarte una sorpresa.

Vehículos de apoyo, materiales incluidos, programación de las actividades por adelantado, reuniones informativas para padres, formularios de satisfacción, flexibilidad y buen trato, son muchas otras cosas que pueden facilitarte. Anima a las empresas a que te mimen, que si no, con la inercia del negocio, los empresarios corren el riesgo de volverse un poco vaguetes. Pedir (con sentido común) es gran manera de conseguir que el mercado ofrezca cada vez mejores servicios.

No te la juegues; si dudas a la hora de elegir una buena excursión, sigue estos 8 consejos y ¡a disfrutar!