8 de marzo, Día de la Mujer

Por Cocinaconmarta
Ultimamente escucho mucho ruido sobre el feminismo, como siempre posturas y opiniones enfrentadas y totalmente opuestas. Todo eso me ha hecho pensar, sobre si yo misma soy feminista y si hay clases de feminismo. Y la verdad, si, soy feminista y este es mi feminismo.
Soy feminista porque trabajo, y porque no trabajo. Porque soy madre y porque no quiero serlo.
Porque estoy casada, porque estoy soltera, porque soy de esta acera o de la de enfrente.
Porque antepongo mis metas profesionales a las personales, o porque para mi la familia es lo primero.
Porque yo decido sobre mi cuerpo, porque quiero tener hijos y porque no quiero tenerlos.
Porque me gusta arreglarme, peinarme y pitarme, o simplemente me hago un moño.
Soy feminista porque me gusta quemar sujetadores o porque me gusta llevarlos bien puestos.
No odio a los hombres, ni quiero ser más que ellos. Ni siquiera pido tener los mismos derechos o el mismo trato que un varón, simplemente porque yo soy mujer, porque quiero mis propios derechos y vivir en una sociedad en la que se reconozca mi realidad, la realidad y la singularidad de cada ser humano. Porque no somos iguales, hombres y mujeres somos diferentes, pero todas las personas tenemos el derecho de llegar hasta donde queramos sin que nos impongan limites basados en cuestiones de sexo.

imagen tomada de tnrelaciones.com


Lo triste de esta cuestión del "feminismo" es que es algo que se sufre en todas las escalas de nuestra vida, con roles que se imponen desde la familia, el trabajo, las amistades, la empresa, la televisión, las revistas... Y por eso es tan difícil cambiar mentalidades obsoletas, basadas en el patriarcado y en el listón tan alto que se nos impone a las mujeres, y también a los hombres, por qué no decirlo.
Hace muchos años una muy buena amiga me dijo a modo de consejo que nosotras las mujeres tenemos que ser el cuello del hombre, el hombre es la cabeza y nosotras hemos de dirigirles desde el silencio. Aquello me pareció de lo mas triste, pero es que yo siempre he sido muy rara... Pensé, uff que aburrido, bastante tengo con dirigirme a mi misma como para perder la vida intentando dirigir a un hombre, porque la verdad, si algo siempre he buscado en el hombre que quiero en mi vida, es que sea él mismo, lo suficientemente adulto, responsable e interesante para hacer que yo quiera estar a su lado.
Cuando fui madre, y todas las que somos madres sabemos que la recuperación del parto y adaptarse a la nueva vida no es fácil, la lluvia de "consejos" fue de las peores cosas que me sucedieron y lo que menos necesitaba en esos momentos. La verdad necesitaba el abrazo de otras mujeres, la compresión y el apoyo. Pero encontré consejos muy desalmados, con muy buena intención pero que tristemente las mujeres han asimilado desde generaciones pasadas.
Cosas, como "arréglate un poquito porque sino tu marido se va a buscar a otra", "ocúpate tu del bebe y no molestes al padre, que los hombres se agobian y necesitan aire", "no descuides a tu marido en la cama, que son muchas las parejas que no superan el primer año de ser padres", "adelgaza que las hay mas jóvenes que tu", "no antepongas a tu hijo a tu marido". Cuando he tenido que escuchar todas cosas, he pensado, que triste cuando estas mujeres pasen por esto, que solas se van a encontrar pensando así. Porque los hijos los tienen las madres y los padres, ambos tienen el derecho y el privilegio de criarlos, y si por cuestiones de sexo uno de ellos no esta dispuesto a dar la talla, pues mira, conmigo que no cuenten para tener familia. Así de sencillo.
En una reunión de amigos, me sangraban los oídos hace poco y sólo opté por callar para no ofender, porque siempre he sido muy rara... Parejas jóvenes, espetándose a la cara frases como "no me ayuda en casa", "no me hace las cosas, no me friega los platos", "Pili, dime como lo haces tu con el tuyo a ver si educo yo al mío", "vaya mujer me he buscado, que no me hace la comida, que poco le gusta limpiar". Esa es la falta de feminismo que tod@s tenemos que empezar a cambiar. Los platos no son míos, comemos todos, ensuciamos todos. La casa es tan mía como de todos los que viven en ella. Y la suciedad, perdona, no lleva mi nombre.
Que mal visto está que en el trabajo la mujer se quede hasta tarde, pobres hijos desamparados. Pero que bien vemos que lo haga el hombre. Yo personalmente los mandaba a los dos temprano para casa, que familia sólo hay una y no hay mejor inversión de tiempo que en la propia familia, y si no tienes familia, que bonito es cultivar aficiones. Pero eso ya es otro tema.
Lo que quiero es que me hablen de frente, caminar libre, con paso firme y seguro. Sueño con el día en que las diferencias, las desigualdades y las presiones que sufrimos queden atrás. Sueño con manos tendidas, sin puños cerrados.

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