En octubre de 1949, Helene Hanff, una joven escritora desconocida, envía una carta desde Nueva York a Marks & Co., la librería situada en el 84 de Charing Cross Road, en Londres. Apasionada, maniática, extravagante y muchas veces sin un duro, la señorita Hanff le reclama al librero Frank Doel volúmenes poco menos que inencontrables que apaciguarán su insaciable sed de descubrimientos. Veinte años más tarde, continúan escribiéndose, y la familiaridad se ha convertido en una intimidad casi amorosa. Esta correspondencia excéntrica y llena de encanto es una pequeña joya que evoca, con infinita delicadeza, el lugar que ocupan en nuestra vida los libros... y las librerías.
Uno de esos libros que hay que leer antes de morir, una pequeña gran joya, una lectura adictiva,todo un descubrimiento para mi mente inquieta. La autora nos describe a lo largo de varios años la correspondencia a la antigua usanza ya que hoy como en el pasado se hacia apenas la usamos, ¿Por que os digo esto? creo que las cartas se han ido olvidando para dejar paso a las nuevas tecnologías, esta novela es un guiño para que volvamos a utilizar lo que se ha estado perdiendo. Nos cuenta de manera informal pero con muchos datos importantes que a simple vista, pueden pasar desapercibidos de como estaba la situación mundial exactamente entre los países de Estados Unidos e Inglaterra. Una simple carta, una pequeña consulta cruza el charco y va a desembocar a una librería muy curiosa, en el que podremos encontrar a muy buen precio varios libros raros, dificiles de encontrar, clásicos...toda clase de libros hallaremos en Marks& co. Como cabria esperar, las cartas suben de nivel de confianza, los personajes van entrando y saliendo de escena, pero a todos ellos les llegaremos a conocer bastante bien. Con un toque de sentimentalismo a lo clásico, a lo antiguo, a los libros con su olor característico....es un canto a ese amor a todos los que leemos, a todos los que veneramos a estos amigos que nos narran historias y nos transportan a mundos imaginarios y no tan imaginarios. Helene Hanff, ese nombre se me va a quedar grabado por mucho tiempo. Nunca una historia tan corta me había llenado tanto.