Se levanta de la cama confusa y dolorida. La mandíbula le molestaba, ¿por qué su padre habría reaccionado tan bruscamente? Nunca lo había visto así, o por lo menos no recordaba ese matiz suyo.Mira la hora en el despertador azul y se queda pensativa observando los pequeños peces de plástico que flotaban en el agua artificial adornando el cacharro que más odiaba. Marcaba las dos menos cuarto, pero se negaba a creer que hubiese pasado tanto tiempo inconsciente. Por la puerta de su dormitorio asomaba el cabello corto y moreno de Ian. Gin se restriega contra la almohada y nota como la zona baja de su mandíbula está hinchada, el dolor la invade pero lo reprime pareciendo fuerte a ojos de Ian.
- Tu hermana me dijo que te caíste cuando tu padre te vio y te recogió para traerte a tu cama de nuevo.
“¿Caerme por la escalera? Vaya, si que es listo el tio, no puede afrontar que pegó a su propia hija, si es que lo hizo” Su pensamiento va tan rápido como un león a punto de atrapar a su presa. Arrebata de las manos de Ian una pequeña bola de hielo y se la pone.
- ¿Es eso verdad?
No responde, sigue recordando el golpe de su padre. Por su mente pasa la probable idea de que pudiese caerse porque estuviese sonámbula y soñase el golpe.
- Supongo -responder se le hace difícil, la mandíbula contraída por el dolor le opone resistencia cuando la abre para vocalizar.
Ian no responde, mira fijamente el bulto que aparece debajo de su mandíbula y se empieza a reir.
- ¿De qué te ries? -le incordia la manera en que se ríe de ella.
- Es que … -estalla en carcajadas- … nada Gin, estás muy guapa así.
Decide no contestarle, odia su sarcasmo en ese preciso momento. De repente recuerda que debería estar trabajando, deja el hielo en la cama y se acerca a su armario vertiginosamente cuando una mano la detiene.
- No estarás pensando en ir a trabajar así, ¿no?
- ¿Y qué hago? ¿Dejo que me despidan?
- No, sencillamente ya llamé yo a la empresa -Lav se presenta con un plato de sopa en una mano y una sonrisa que le llega de un pómulo a otro formando al final de cada uno de ellos un pequeño hoyito que la hace parecer una chica más joven- Así que acuestate de nuevo.
- Eso suena a orden
- Es lo que es.
Ian mira la conversación de las dos hermanas embelesado por las pocas palabras que les hacen falta para entenderse. Se fija en la figura de Gin, una chica morena de ojos marrones, estaría clasificada entre un montón de chicas iguales a ellas, o aparentemente iguales. Pero si que había algo que la diferenciaba de las demás, un carácter flexible, para actuar en cada ocasión almoldándose al resto de personas que la rodeen.
- Bueno yo me voy, creo que molesto.
Lav da una vuelta sobre sus talones y se va. Gin se queda observando el paso de su hermana por la habitación hasta salir de ella, realmente no quiere quedarse a solas con Ian, no desea contarle nada de lo ocurrido.
- ¿Y bien? -Ian observa como cambia la expresión de la cara de Gin cuando su hermana sale de la habitación. Esconde algo, esa expresión solo la pone en ese tipo de momentos.
- ¿Y bien qué? Necesito descansar, si no te importa claro -debe sonar cabreada para que la deje sola.
- Como quieras, me lo terminarás contando.
Tras estas palabras sale de la habitación, no se detiene a despedirse de ella pero no es su intención marcharse todavía. Llega a la cocina y se acerca un poco a Lav, nota que está ocupada así que opta por sentarse en una silla que está cerca.
- Pensé que estarías con ella todo el tiempo...
- No es mi intención, me lo terminará contando si le interesa... -Lav se gira y se cruzan las miradas de ambos durante unos pocos segundos- Me gustaría saber porque desconfías de la historia que te ha contado tu padre.
- Simple lógica. Nunca he visto a Gin caerse, y aunque eso es probable, que casualmente coincida con una de las pocas salidas de mi padre del despacho si que es algo imposible.
- Ajá... -Ian se queda pensativo y miles de preguntas se amontonan en su cabeza. ¿Por qué tendría su padre que mentirle a ella? ¿Por qué, si no es así, Gin no le dijo nada? No entiende nada -Creo que debería volver a mi casa.
- Vale, adiós. Dale recuerdos a tu madre.
Escucha a Ian bajar las escaleras así que se incorpora un poco de la cama y se acerca a su chaqueta, rebusca en todos los bolsillos y recuerda que lo había escondido en uno de los bolsillos interiores. Lo encuentra y lo saca de su escondite, el sobre de la carta de Kate. Vuelve a mirar la dirección, es la de su casa, ¿por qué pone su dirección? Se siente tentada a abrirla pero reprime su impulso y recuerda una frase que le había dicho su madre cuando todavía era una niña “nunca te entrometas en las vidas de otras personas, no preguntes nada que tenga que ver con ellas”. Decide hacerle caso a su madre y vuelve a esconder el sobre. Se acerca a su cama y se acuesta, todavía está cansada y necesita descansar. Justo cuando se echa la manta por ensima su estómago empieza a gruñir y recuerda el plato de sopa que Lav había colocado ensima de su escritorio, no le vendría mal comer algo calentito antes de volver a la siesta.