9 Agosto: Nioro - Bamako

Publicado el 26 agosto 2011 por Ana @Ana__Galan
El día anterior parecía que no fuese a terminar nunca.

Entramos en Nioro dispuesto a gestionar el último papeleo antes del anochecer, para el día siguiente solo tener que circular rumbo Bamako sin la incógnita de si las paradas en los controles serían de 10 minutos o 10 horas, y dormir pensando: estoy en Mali y con la documentación en orden!
Pero (siempre hay peros), con los funcionarios convencidos para que nos sellaran los pasaportes, un ramadán oportuno y un comentario desafortunado hicieron que hubiese que buscar alojamiento, esperar a que cenasen y volver al paso fronterizo a hacer los trámites de noche (con tal de evitar hacerlo la mañana siguiente).Eran cerca de las 00:00 cuando empezaron a llegar los vehículos al ''hotel''. 2 motos, la H1, el R19, la Mitsu...Todos menos... 
Donde estaba Josete y la VW?? 
RESPUESTA: Como la Westfalia se estaba superando cada día, no daba problemas, podía con todos los retos que Jose le planteaba...este decidió ver si la resistencia de la luna trasera de su camper era igual de inalterable que el resto del vehículo.
El resultado fue: 



Mientras al día siguiente Jose se deleitaba viendo las consecuencias de dar marcha atrás sin mirar, el resto circulábamos dirección Bamako.

Habíamos dejado atrás kilómetros de dunas para dar lugar a un paisaje amable que era atravesado por caminos de arena roja.

La sequedad del clima y la monotonía de los arcenes que nos habían acompañado durante días se habían convertido en VIDA.




Y dándonos la bienvenida: el primer Baobab (ese árbol que tanto miedo daba a ''El Principito'').



Tras una mañana de paradas obligatorias para sentir, oler y disfrutar del África Negra (sin duda, otro África diferente al que nos había acompañado), lo hicimos para comer.
Una de las curiosidades que tiene este país es que, a pesar de su enorme extensión y la distancia que existe de unos pueblo a otros, parasemos donde parasemos a hacer el picnic, siempre aparecían hombres, mujeres, niños de lo que, a nuestro parecer, era ''la nada''.
Y he de decir, que me siento muy agradecida por ello, ya que esas ''paradas en compañía'' nos han ofrecido momentos entrañables.



Ya con Jose reenganchado y la luna de la VW habiendo pasado a mejor vida, proseguimos sin incidentes hasta la capital de Mali, donde llegamos al final del día.

Y allí, un ''hotel'', una ducha, una cena y...una piscina!!


Después de 10 días superando los 40 grados, no se podía pedir más.