A continuación puedes ver nueve increíbles historias de mascotas que encontraron el camino de regreso a casa y volvieron desde distancias increíbles, sorteando grandes obstáculos.
1. Prince, un terrier irlandés.
En 1914, el soldado James Brown, de Staffordshire, fue llamado al frente, formando parte de uno de los primeros regimientos enviados a Francia durante la Primera Guerra Mundial. James dejó en casa a Prince, su querido terrier. A pesar de que Prince quedó al cuidado de la familia, el echaba de menos a su querido amo y un día desapareció. La esposa de Brown le escribió una carta en la que se lo decía, pero la carta llegó demasiado tarde, ya que antes de recibir el correo Prince y James se habían encontrado. El perro encontró a su amo en las trincheras francesas, en el frente de Armentieres, tras haber cruzado el Canal de la Mancha y haber marchado por territorio enemigo. Prince fue guiado por un sexto sentido que es incomprensible para nosotros, los humanos.
2. Shophie Tucker, una perra pastora australiana.
Ian Griffith zarpó de vacaciones con su familia en su barco y fue sorprendido por una tormenta, lo que provocó que Sophie Tucker, una perra de raza pastora australiana, cayera por la borda. Ian pensó que la perra se había ahogado, perdiendo toda esperanza de poder rescatar a la pobre perra en medio de la tormenta y siguió su camino. Sin embargo, Sophie Tucker no se ahogó, consiguió nadar 10 millas rodeada de los tiburones que plagan esa zona de la costa australiana y consiguió llegar a una isla desierta, donde estuvo cuatro meses, alimentándose de las cabras salvajes que cazaba . Sophie fue descubierta por los guardacostas, que al principio pensaron que era un perro salvaje, no consiguiendo explicarse como había conseguido llegar a la isla. Expertos caninos aseguran que la supervivencia de Sophie fue milagrosa.
3. El gato Barsik
Una familia residente en Rostov del Don, Rusia, se fue de viaje a Ucrania, a la ciudad de Krasnodon, a unos 150 Km, donde pensaban visitar a unos familiares. La famila fue al completo, incluyendo a su gato Barsik. Cuando llegaron a su destino y el gato fue liberado de su bolsa, se encontró con la desagradable sorpresa de que los familiares tenían unos perros. El gato se asustó, salió de la casa y no supieron más de él. Se había perdido, pero no en cualquier lugar, si no al otro lado de la frontera y en territorio desconocido. Cinco semanas más tarde encontraron a Barsik en la puerta de la casa de Rostov del Don, demacrado, pero, obviamente, feliz.
4. El gato siamés Simon.
En 1987, una familia residente en Murmansk volvía de Moscú sin su querido gato Simón. Habían perdido al gato y toda esperanza de recuperarlo. Sin embargo, el obstinado gato no estaba de acuerdo con su destino y aunque tardó seis años en volver a casa, finalmente lo hizo. El caso fue tan extraordinario que fue noticia en todos los periódicos de Murmansk, e incluso se hizo un cortometraje "Love Story" narrando la historia. En 2012 se inauguró un monumento en su honor. Un triste gato de bronce con un haz que se sienta en un banco junto al lago Semenovski en Murmansk: Se dice que si le rascas la oreja y pides un deseo, se hará realidad.
5. Bobby, mestizo de scotch collie y pastor inglés.
En 1923, durante un viaje a Indiana, se perdido Bobby, un perro de dos años. Sus dueños lo buscaron durante algunos días, pero no lo pudieron encontrar, y regresaron a su casa en Silverton, Oregón. Seis meses más tarde, Bobby apareció en la puerta de la casa de Oregon: demacrado y con los pies ensangrentados. Bobby había recorrido casi la mitad de Estados Unidos, más de 4.000 Km, en invierno, a través de llanuras interminables, montañas, desiertos, pantanos, ríos y lagos, para estar con sus dueños. Se calcula que tuvo que andar una media de 23 km al día durante esos seis meses. Su historia conmovió tanto a los estadounidenses, que incluso hicieron una película, "Call of the West", y levantaron un monumento en su honor en Silverton.
6. Tony, un coquer spaniel.
En 1945 una familia se trasladó de Dulen, Illinois, a un pequeño pueblo en East Lansing, Michigan, a 400 Km de distancia. Decidieron no llevar con ellos a Tony, su cocker spaniel, y lo dejaron al cuidado de unos amigos. Sin embargo, Tony, incapaz de soportar semejante traición, permaneció unos días con esos amigos de la familia pero finalmente también desapareció. Después de cinco semanas, el Sr. Dulen, volvía a casa del trabajo y vio un perro desaliñado, sucio y enfermo similar a Tony: el perro movió la cola y ladró alegremente. El Sr. Dulen al principio dudaba de que fuera Tony, pero cuando vio la placa con su antigua dirección en la correa del cuello, no había lugar a dudas, era él. Se quedó con ellos y nunca más desapareció,
7. El loro Yusuke.
Cuando el loro japonés Yosuke se cansó de estar sentado en su jaula, simplemente voló por la ventana. Sin embargo, Tokio, no era tan cómodo ni atractivo como el loro Yosuke había previsto y muy pronto el loro pródigo quiso volver a casa. Cuando la policía lo encontró lo llevaron a un veterinario y Yosuke, tal y como le habían enseñado, se identíficó: "Mi nombre es Yosuke Nakamura," y a continuación dijo su dirección, además de un par canciones, añadiendo la solicitud de que lo devolvieran a su casa. Cuando el loro fue devuelto, la familia se mostró muy satisfecha de que no hubieran sido en vano los dos años que habían tardado en enseñarle al loro a recitar su nombre y dirección.
8. El gato Emily.
Leslie y Donnie MakElini de Eppltauna, Wisconsin, perdieron a Emily, su gato mestizo de un año de edad, y no encontraban explicación. Al final resultó que Emily calló accidentalmente mientras camina en un contenedor de papel para reciclar, contenedor que fue cargado en la parte trasera de un camión que fue a Chicago para ir desde allí a Bélgica y luego a Francia. El gato Emily fue descubierto en la planta de reciclaje por unos empleados, agotado y muerto de sed. Afortunadamente, Emily llevaba un collar con una placa en el cuello que indicaba su dirección, y rápidamente fue devuelto a su casa en un vuelo de Continental Airlines, tras recorrer 7.000 Km.
9. Javis, un jack russell terrier.
El inquieto Jarvis se perdió cuando corría entre los arbustos persiguiendo un ave en un parque de Cornwall. Su propietaria buscó y llamó a Jarvis, pero fue en vano, por lo que tuvieron que tomar el ferry y regresar a su casa en Devon sin el perro. Colgaron anuncios y respondieron a la llamada de una mujer diciendo que había visto a Jarvis en el ferry desde Cornwall a Plymouth. Partió al lugar del atraque del ferry en su búsqueda cuando la propietaria recibió una llamada de su marido diciendo que el perro había regresado solo a casa.
¿Por qué sucede esto?
Marc Bekoff, ecólogo conductual de la Universidad de Colorado, no puede explicar este fenómeno: "Las mascotas no destacan por su orientación en el espacio. Otra cosa son las especies migratorias: aves, tortugas, insectos. Sí, sí sabemos que encuentran su camino a casa por el sol, se orientan por los polos magnéticos de la Tierra, así como por el uso de señales olfativas ".
El Dr. Bradshaw de la Universidad de Cambridge, así como otros colegas, sugiere que el hecho de que la mayoría de los perros puedan encontrar su camino a casa es debido a su parentesco con los lobos, y su sentido de la orientación por las señales magnéticas. Un gato, por el contrario, tiene un muy buen olfato, incluso puede oler a muchos kilómetros, y sigue ese rastro, acortando la distancia.
National Geographic y la Universidad de Georgia en 2011 crearon un proyecto, Kitty Cams (Crittercam), que permitía ver la vida secreta de los gatos. Pequeñas cámaras fueron colgadas de los cuellos de 55 gatos que filmaron sus movimientos y correrías. Descubrieron que algunos gatos vivían en dos casas (algo de lo que sus propietarios no eran conscientes): en una recibían alimentos, y en otro, por ejemplo, amor y afecto.
En 1954 en Alemania se llevó a cabo una experiencia diferente: los gatos fueron colocados en un laberinto circular con una salida situada a la misma distancia, cada 15 °. Así la mayoría de los gatos eligieron la salida más cercana a su casa. El único problema era que si el laberinto se situaba a un distancia de más de cinco kilómetros de su casa, la "exactitud" de los gatos empezaba a fallar y tomaban cualquier otra salida.
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