9º Serielizados Fest 2022 - Parte 1: Haciendo historia

Publicado el 17 octubre 2022 por Enprimerafila

Esta semana dedicamos nuestras crónicas a Serielizados Fest 2022, una cita que se ha ido consolidando a lo largo de los años como uno de los referentes para los aficionados a las series en España, junto al más veterano Festival de Vitoria. La particularidad de esta muestra en la que se estrenan series tanto nacionales como internacionales, es que se desarrolla en tres espacios diferentes: de forma presencial en Barcelona y Madrid y en formato online a través de la plataforma Filmin. Serielizados nace poco después de que en 2013 Betu Martínez y Víctor Salas pusieran en marcha desde Barcelona una revista online especializada en series, enfocándose especialmente en los nuevos creadores y anticipando el estallido posterior que la implantación de las plataformas provocaría en el consumo de todo tipo de producciones antes llamadas "para televisión". Aquellos fueron los años en los que Filmin, fundada en 2010, también comenzaba desde Cataluña a dar sus primeros pasos, así que de alguna manera ambos proyectos formaban parte de una cierta ebullición audiovisual que después se ha consolidado plenamente. 

La primera edición de Serielizados Fest se celebró en 2014 en Barcelona y congregó a unas 400 personas, pero poco a poco ha ido creciendo en número de espectadores, hasta alcanzar su récord en 2021, con una cifra de 6.500 espectadores en sus ediciones presenciales, que se sumaban a los 230.000 visionados que tuvo a través de la plataforma Filmin. En la pasada edición consiguieron los principales premios la serie islandesa Blackport (RÚV, 2021-), que ha sido vendida a AMC+ para el mercado español, y la inglesa We are lady parts (Filmin, 2021-). Este concepto híbrido de festival ha beneficiado a Serielizados porque puede enfocarse en la Sección Oficial y la celebración de mesas redondas y conferencias en la parte presencial, y en una mayor selección de producciones internacionales que conforman la Sección Panorama para la versión online. El 9º Serielizados Fest se celebra entre el 18 y el 22 de octubre en Barcelona, entre el 25 y el 29 de octubre en Madrid y del 18 al 30 de octubre en Filmin. Las proyecciones presenciales incluyen principalmente las siete series que conforman la Sección Oficial, mientras que en su formato online también se pueden ver los primeros episodios de las producciones que forman parte de la Sección Panorama. A pesar de que la presencia española en los festivales internacionales dedicados a series suele ser escasa, en Serielizados se estrenarán algunas de las próximas series que veremos en las plataformas. La edición de Barcelona se inaugura con Smiley (Netflix, 2022), basada en la obra de teatro del dramaturgo catalán Guillem Clua, guionista de la película La niña de la comunión (Víctor García, 2022), que se estrenó en el Festival de Sitges. Pero también ofrecerá los estrenos de las producciones españolas Fácil (Movistar+, 2022), La ruta (Atresmedia, 2022) y la primera serie de Borja Cobeaga, No me gusta conducir (TNT, 2022), así como la serie documental Osel (HBO Max, 2022) sobre el primer Dalai Lama español. En su formato presencial, a lo largo de estos días se celebrarán diversas conferencias, masterclass y debates sobre el mundo de las series. Nuestras crónicas de esta semana se centran principalmente en las series internacionales que tendrán su estreno en Serielizados Fest, de las que se podrán ver sus primeros episodios en el formato presencial y en formato online. Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series mencionadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.

Sherwood

Gran Bretaña, 2022 | Sección Oficial | ★★★

Escrita por James Graham | Dirigida por Lewis Arnold, Ben A. Williams 

Con una audiencia de más de seis millones de espectadores, Sherwood (BBC, 2022-) es uno de los grandes éxitos británicos de este año, incluso por encima de la decepcionante segunda temporada de The capture (BBC, 2019-), tan entretenida como totalmente absurda. Sus creadores son el reconocido guionista James Graham, responsable de solventes películas como Brexit, una guerra incivil (Toby Haynes, 2019) y espléndidas series como Quiz, el escándalo de '¿Quién quiere ser millonario?'" (Movistar+, 2021), y el director Lewis Arnold, que ha dirigido contundentes dramas británicos como Des (itv, 2020) y Condena (Time) (Prime Video, 2021). Pero sobre todo incluye uno de los mejores repartos que hemos visto en mucho tiempo, con nombres quizás no tan conocidos pero caras absolutamente reconocibles en la tradición actoral de Inglaterra. Y efectivamente se trata de uno de los mejores dramas policiales de este año, con una combinación de investigación, secretos y conexión entre pasado y presente, y al mismo tiempo con la constante sombra de la tradición legendaria de los relatos históricos. Porque la trama principal, inspirada en un caso real, se desarrolla en los alrededores del bosque de Sherwood y la persecución tiene como protagonista a un arquero que está cometiendo diversos asesinatos. Cuando uno de los policías que investigan junto al detective Ian St. Clair (David Morrissey) va a hacer un comentario sobre Robin Hood, éste le detiene inmediatamente: "No lo hagas, por favor". Sherwood (BBC, 2022-) comienza con un perfecto primer episodio en el que se reflejan las tensiones entre los vecinos de la comunidad de Nottinghamshire, con una mirada retrospectiva a los acontecimientos que han marcado las relaciones entre todos ellos: La huelga de mineros ocurrida entre los años 1984 y 1985, que el gobierno de Margaret Thatcher reprimió con dureza, pero que también provocó una división notable en la propia comunidad: parte de los vecinos no se sumaron a la huelga, y fueron amenazados por los piquetes huelguistas que a su vez sufrieron la represión violenta de la policía llegada desde Londres. 
De forma que nos encontramos con una comunidad que no ha olvidado después de 30 años, en la que todavía hay enfrentamientos en el bar cuando Gary Jackson (Alum Armstrong), miembro del Sindicato Nacional de Mineros (NUM) que impulsó la huelga, llama "esquirol" a Dean Simmons (Sean Gilder), que formaba parte de la Unión Democrática de Mineros (UDM), una organización más flexible con la negociación y la privatización de la industria del carbón. La huelga de mineros fue la más larga de la historia laboral de Reino Unido, a pesar de que Margaret Thatcher la declaró ilegal, extendiéndose durante más de un año hasta que finalmente fue derrotada. Aquella era una de las numerosas privatizaciones que llevó a cabo la Primera Ministra, provocando una grave crisis económica, pero las privatizaciones fueron, como se demostró posteriormente, un camino hacia el total desmantelamiento de la industria minera. La brecha psicológica que provocó es uno de los temas que explora con inteligencia esta serie envuelta en las formas de un drama policial. Julie Jackson (una soberbia Lesley Manville) lo expone en el último episodio: "Mira cómo nos seguimos llamando: "antiguo pueblo minero". ¿Por qué? ¿Cómo demonios vamos a pasar página cuando la forma en que hablamos de nosotros mismos es por lo que ya no somos?". Esta reunión entre los vecinos de Mansfield es una de las escenas mejor escritas e interpretadas que nos ha dado la televisión en los últimos meses. La amenaza del arquero se extiende a lo largo de todo el bosque de Sherwood, pero lo interesante de la historia, que se nos dice que está inspirada en unos asesinatos reales que tuvieron lugar en Nottinghamshire en la época en la que el guionista John Graham era joven, es que destapa nuevamente los sentimientos encontrados y el recuerdo de una noche especialmente violenta en la que estuvo implicado el propio detective Ian St. Clair y el inspector Kevin Salisbury (Robert Glenister), uno de los policías metropolitanos de Londres que fue enviado para reprimir las protestas de los mineros. Mientras se desliza también una subtrama de traiciones que se convertirá en una de las motivaciones personales de los investigadores. Hay tanta riqueza en los elementos que va introduciendo el guión que la serie nunca se estanca, siempre está un paso por delante de los espectadores, como en el sorprendente final del Episodio 2. Decir que los actores están bien es casi redundante, son rostros fácilmente reconocibles de otras producciones británicas que aprovechan cada palabra de unos diálogos perfectamente construidos, componiendo personajes que cobran vida sin esfuerzo, que son creíbles desde que aparecen por primera vez en pantalla. El éxito de la serie ha sido rotundo, con más de seis millones de espectadores semanales en su emisión convencional desde que se estrenó a mediados de junio, aunque la decisión de BBC de trasladar el último episodio a BBC2 en favor de un partido de Wimbledon suscitó numerosas protestas y seguramente afectó al número de espectadores. Si la resolución de la trama policial pudo ser algo decepcionante, aunque al mismo tiempo plantea de forma arriesgada cómo un hecho concreto puede acabar despertando los fantasmas personales, en realidad el sexo y último episodio tuvo su gran momento en esa congregación de los residentes en el salón municipal que mencionamos antes, y que se convierte en una auténtica catarsis emocional. Al final de su emisión, la propia BBC anunciaba que ya había renovado Sherwood (BBC, 2022-) para una segunda temporada. 

Big boys

Gran Bretaña, 2022 | Sección Oficial | ★★★

Escrita por Jack Rooke | Dirigida por James Archer


Otra de las series de las que más se ha hablado esta temporada en Gran Bretaña, y que forma parte de la Sección Oficial de Serielizados, es la comedia Big boys (Channel 4, 2022-) una coming-of-age que también es un coming-out de su protagonista Jack (Dylan Llewellyn), un alter ego del creador del programa, el cómico Jack Rooke (1993, Inglaterra). Narrada en primera persona por el propio guionista, las historias que se cuentan a lo largo de sus episodios están basadas en su propia experiencia, aunque hay muchos elementos de ficción, y también tienen como referente algunos de los monólogos que han hecho popular al cómico inglés. El protagonista de la serie es Dylan Llewelly, uno de los actores habituales de la popular Derry girls (Netflix, 2018-2022), que acaba de estrenar su tercera y última temporada, por lo que para los amantes de las comedias inglesas juveniles traviesas esta es una buena sustitución. Aunque en la superficie se trata de una historia que aborda la salida del armario de su protagonista de una forma un tanto convencional, lo que destaca en Big boys es sobre todo su sentido del humor ingenioso, los diálogos ágiles y la capacidad para mezclar con habilidad el drama y la comedia que a veces recuerda a In my skin (Filmin, 2018-2021), porque precisamente también hay un trasfondo de enfermedades mentales en alguno de los personajes. La historia comienza en el episodio Hello you (T1E1) con el fallecimiento del padre del protagonista, que coincide con el momento en que Jack debe ir a la Universidad en Brent, muy cerca de su ciudad de origen, Watford, donde nació Jack Rooke. Pero decide tomarse un año sabático hasta que finalmente inicia su carrera universitaria y conoce a su compañero de cuarto, Danny (Jon Pointing). Hay un tono general de buen rollo que beneficia a la serie, especialmente cuando aborda la amistad entre Jack y Danny, dos jóvenes completamente diferentes que sin embargo establecen una conexión casi de hermanos que recuerda a la de Otis y Eric en Sex education (Netflix, 2019-). De hecho, Big boys tiene la frescura en la construcción de personajes y las situaciones absurdas de las primeras temporadas de aquella serie que ya ha perdido. Hay en cada episodio algunos momentos brillantes de humor que dan oportunidad a los personajes secundarios para tener su momento destacado, como la madre del protagonista Peggy (Camille Coduri), su prima Shannon (Harriet Webb), la esforzada directora de la Unión de Estudiantes Jules (Katy Wix) o Yemi (Olisa Odele), el chico más gay de toda la universidad. Jack explora por primera vez su orientación sexual en divertidos episodios como I wanna take you to a gay bar! (T1E2), que ya plantea uno de los arcos principales del personaje, y que se desarrolla con el descubrimiento de apps como Grindr o su exploración del rol sexual en What a bummer (T1E5). Pero Big boys también tiene un trasfondo dramático que describe la medicación antidepresiva que debe tomar Danny con algunos momentos de humor, ya que las pastillas comienzan a tener efecto en su actividad sexual, pero al mismo tiempo con una sensibilidad emocionante en la relación de Danny con su abuela Iris (Sheila Reid) y en la preocupación de Jack por su amigo. De hecho, Jack Rooke establece una narración que alterna la primera persona con la segunda persona, como si tuviera como interlocutor a Danny, lo que propone un estilo narrativo peculiar y al mismo tiempo refleja la naturaleza poderosa de la amistad. El final de episodio Merry sexmas (T1E3), co-escrito junto a Paul Doolan, consigue establecer el carácter protector de esa relación, pero en el emotivo episodio final The letter (T1E6) se mantiene la ambigüedad sobre si Jack necesita más a Danny o es Danny el que más necesita a Jack. Cada episodio comienza con un momento familiar que el protagonista recuerda, y que aporta una mirada externa al ambiente universitario, lo cual es una idea inteligente para ampliar la perspectiva. Otra de las virtudes de la serie es contar con la dirección de Jim Archer, responsable del espléndido cortometraje Brian & Charles (2017) que este año estrenó una versión en formato largometraje, Brian and Charles (2022), presentada en el pasado Festival de Sundance. Es también una historia de amistad profunda, esta vez entre un inventor aficionado y un robot, por lo que hay coincidencia en el tratamiento de la amistad como elemento principal. Tras el éxito de Big boys, Channel 4 confirmó que se producirá una segunda temporada. 

Witness Number 3

Gran Bretaña, 2022 | Sección Panorama | ★☆☆☆

Escrita por Thomas Eccleshare | Dirigida por Diarmuid Goggins


Al mismo tiempo que se emitía el pasado mes de julio en BBC 1 el thriller The control room (Filmin, 2022), también se estaba emitiendo Witness Number 3 (Channel 5, 2022), una propuesta parecida en la que su protagonista acaba metida en una pesadilla que cuestiona el acierto de sus decisiones. Escrita por el casi debutante Thomas Eccleshare, la historia tiene como protagonista a Jodie (Nina Toussaint-White), una peluquera que tiene su propio negocio y que una mañana ve a dos hombres en la calle a través de la ventana. Uno de ellos parece amenazar al otro y la policía confirma que se trataba de un ajuste de cuentas de la mafia, por lo que ella se convierte en testigo de un asesinato. Hasta que se produzca la detención formal y firme su declaración, Jodie se convertirá en la Testigo Número 3. Pero la pesadilla comienza cuando recibe amenazas por parte de una banda de jóvenes que forman parte del grupo mafioso, y que tratan de conseguir que los testigos se retracten. Realizada por el irlandés Diarmuid Goggins, un experto en thrillers que ha dirigido varios episodios de Testigo mudo (Movistar+, 1996-), una longeva serie de la BBC que este año ha estrenado su temporada 25, y más recientemente Kin (AMC+, 2021), esta trama policial consigue en sus primeros episodios una tensión creciente que está bien dosificada, con algunas referencias visuales al estilo de Brian DePalma. Pero también se nota cierta falta de presupuesto en la puesta en escena que utiliza algunos encuadres extraños para intentar situarnos en Londres cuando la serie fue rodada en Irlanda, y que trata de encajar las piezas del drama con demasiada tendencia a la exageración. Nina Toussaint-White, a la que hemos visto en la aclamada miniserie Bodyguard (Netflix, 2018), compone con acierto uno de esos personajes femeninos envueltos en una situación límite, obligada a tomar una decisión difícil que implica a la seguridad de su propia familia. Jodie se resiste a dejarse presionar por los miembros de la mafia, pero al mismo tiempo se pone en riesgo a sí misma y a su hijo. Y aunque resulta complicado encontrar una justificación a la rotundidad con la que quiere seguir adelante a pesar de que los otros dos testigos se han retractado, hay una perseverancia en la justicia que la actriz elabora con verosimilitud, a partir del retrato de una madre soltera que ha tenido que luchar por encontrar su sitio en la sociedad. El director consigue algunos momentos de tensión asfixiante, sobre todo en las escenas que están rodadas con los teléfonos móviles de los atacantes, especialmente en el Episodio 2 cuando entran en la casa de Cathy (Sue Johnston), la madre de la protagonista. Con tan solo cuatro episodios de 45 minutos de duración, la trama se va perdiendo progresivamente en un terreno cada vez más absurdo, especialmente a partir de un Episodio 3 inverosímil que prácticamente se podría definir como una versión de La habitación del pánico (David Fincher, 2022), en la que la peluquera se acaba convirtiendo casi en la psicóloga del atacante. A partir de ahí, la historia se desliza cuesta abajo hasta una revelación bastante predecible que se pretende convertir en un giro de guión sorprendente, y en un desenlace completamente descabellado. Witness Number 3 es una producción de Channel 5, un canal generalista que opera en Gran Bretaña e Irlanda, y que pertenece a Paramount Network. 

Mobile 101 (Made in Finland)

Finlandia, 2022 | Sección Panorama | ★★

Creada y dirigida por Maarit Lalli 

Reciente el estreno de la serie sueca La playlist (Netflix, 2022) sobre el nacimiento de Spotify, las producciones que abordan la historia de las empresas tecnológicas que han marcado el presente parecen haber encontrado un nicho para su desarrollo. Otro proyecto ambicioso este año es Made in Finland (MTV3, 2022-), cuyo título internacional es Mobile 101, en referencia al modelo analógico comercializado por la empresa finlandesa Nokia en 1992, y que supuso su primer gran éxito mundial en el mercado tecnológico. El Nokia 101 fue el primer teléfono que se diferenciaba de los habituales "ladrillos" que se vendían a principios de los noventa, y su forma de barra de chocolate y peso de 280 gramos consiguió competir con los móviles de otras compañías, convirtiéndose en el más vendido de la década. La serie, desarrollada y dirigida por Maarit Lalli (1964, Finlandia), se centra en los primeros años del desarrollo de Nokia, una empresa finlandesa dedicada a la comercialización de caucho que en los años sesenta se involucró en el ramo de los telecomunicaciones, para ir convirtiéndose poco a poco en líder dentro del sector de la producción de móviles. Pero la acción se desarrolla principalmente a finales de los ochenta, cuando el entonces director ejecutivo Kari Kairamo (Kristo Salminen) comenzó un proceso de acercamiento de la empresa a los países occidentales, mientras seguía manteniendo lazos comerciales con Rusia. El suicidio de Kari Kairamo cierra el primer episodio, para desarrollar la historia hacia el progresivo ascenso de Jorma Ollila (Sampo Sarkola) como responsable de la expansión internacional de la empresa, apostando de forma decidida por el sector de las telecomunicaciones, en contra de la opinión de la Junta Directiva. 

Esta producción de seis episodios de 50 minutos cada uno tiene una clara intención de celebrar la capacidad de una empresa nacida en un país de tan solo cinco millones de habitantes para convertirse en líder mundial de las nuevas tecnologías, frente a otros gigantes como la sueca Ericsson o la norteamericana Motorola. Aunque a veces se le va la mano en el sentimiento nacionalista, con momentos algo ridículos como una escena en la que un empresario llora porque tiene que despedir a parte de sus empleados. La primera temporada se centra en tres líneas narrativas: el trabajo de los ingenieros de Nokia encabezados por Risto Salminen (Aku Sipola) para desarrollar un móvil que pueda ser competitivo, reduciendo el espacio necesario para los componentes electrónicos; los entresijos de la dirección empresarial con la nueva presidencia de Simo Vuorilehto (Jukka Puotila); y la batalla judicial que se inició en 1989 cuando la empresa Motorola denunció a Nokia por copiar componentes que estaban patentados. La serie plantea esta controversia como una lucha entre David y Goliath, aunque posteriormente la propia Nokia se convertiría en parte destacada de la guerra de patentes entre fabricantes de móviles, denunciando a su vez a otras empresas. Made in Finland es una serie ambiciosa que utiliza bien los recursos narrativos para mantener cierto suspense a pesar de que la historia de Nokia es conocida, y su desarrollo proviene de un trabajo de investigación y entrevistas a algunos de los empleados de la empresa que se ha podido hacer cuando han pasado 30 años de los primeros móviles GSM y 10 años de la ola de despidos que sufrió la empresa cuando experimentó una grave crisis que acabó con su venta a Microsoft. 

Nacida como un proyecto de largometraje que no consiguió financiación pública precisamente por el momento de crisis que atravesaba un tesoro nacional empresarial como Nokia, Made in Finland se ha desarrollado bajo la producción de Rabbit Films, productora con sede en Helsinki que ha estrenado también este año la serie Summer of sorrow (Elisa Viihde, 2022), un thriller sobre la desaparición de un niño que también se desarrolla en los años ochenta, y distribuido por C More, una plataforma de televisión de pago que sustituyó a la antigua Canal + en los países nórdicos. Con un presupuesto de 3,75 millones de euros, la intención de su creadora, Maarit Lalli, es la de desarrollar varias temporadas en las que se aborde el auge y caída de la empresa Nokia, que pasó de ser líder mundial en los años noventa a sufrir una caída espectacular debido a su incapacidad para adaptarse a la innovación digital, siendo comprada por Microsoft en 2013 y finalmente vendida en 2015 por sus malos resultados económicos. 

Esterno notte

Miniserie | Sección Oficial | ★★

Dirigida por Marco Bellocchio


El Festival de Cannes no suele incluir en su programación formatos de series, únicamente en casos excepcionales, pero en la pasada edición programó Esterno Notte (Marco Bellocchio 2022), dentro de su sección Cannes Première. El director Marco Bellocchio (1939 Italia), que sigue plenamente en activo a sus 82 años y que el año pasado también presentó en Cannes su documental Marx può aspettare (Marco Bellocchio 2021), retoma una historia real de Italia que ya abordó hace casi veinte años en su película Buenos días, noche (Marco Bellocchio, 2003): el secuestro y asesinato del primer ministro de la República Aldo Moro por parte de las Brigadas Rojas. Pero, como su propio título indica, la mirada ahora es externa, no se centra como aquella película en la habitación en la que estuvo secuestrado el líder de Democracia Cristiana, sino que realiza una panorámica más amplia, en la que se incorporan diferentes puntos de vista. Esterno notte utiliza el formato de serie de seis episodios de 50 minutos cada uno, pero en Italia se estrenó entre mayo y junio como una película dividida en dos partes de casi tres horas de duración cada una. Para su director, se trata de un conjunto compacto que utiliza la división en capítulos para establecer el protagonismo de los diferentes puntos de vista. Y en este caso, como un contrapunto a la visión más intimista de Buenos días, noche, la serie se expande para hacer un recorrido político al mismo tiempo que humano, en el que la figura de Aldo Moro, que protagoniza principalmente la primera hora, se convierte después en una figura ausente pero absolutamente trascendental. 
Las siguientes partes (o episodios) de la historia están dedicadas a otras miradas que, si tomamos el formato de película de dos entregas podríamos decir que aborda primero el punto de vista político, con Aldo Moro (Fabrizio Gifuni), el Ministro del Interior Francesco Cossiga (Fausto Russo Alesi) y el Papa Pablo VI (Toni Servillo), para en la segunda parte acercarse al otro lado, el de los secuestradores, con Adriana Faranda (Daniela Mora), y el de la familia con la esposa del político Eleonora Moro (Margherita Buy) y de nuevo con Aldo Moro, pero ahora despolitizado y transformado en un rehén. Utilizando el "efecto rashomon", la historia se desarrolla avanzando y retrocediendo para mostrarla desde diferentes perspectivas, pero también alternando la reflexión política con la representación humana: el tormento paranoico que sufre Francesco Cossiga, las dudas del Papa Pablo VI, la impotencia de Eleonora Moro o la indecisión de Adriana Faranda, que en cierto modo conecta directamente con el personaje de Chiara, la militante rebelde de las Brigadas Rojas en Buenos días, noche. Y Marco Bellocchio consigue, junto a sus colaboradores guionistas, establecer una narrativa clara en la que aporta su propia visión de la historia. 

Aldo Moro presidía Italia en 1978, y se encontraba negociando el llamado "compromiso histórico" que contaría con el apoyo al gobierno del Partido Comunista, algo que una parte de la propia Democracia Cristiana no veía con simpatía, apoyada por la influencia de unos Estados Unidos que tampoco querían a los comunistas cerca del poder. En la serie Eleonora Moro hace referencia a la amenaza que recibió Aldo Moro de Henryk Kissinger sobre su propuesta de compromiso histórico, y el Ministro del Interior Francesco Cossiga aparece consultando a Steve Pieczenik (Tim Dalsh), un asesor del presidente Carter enviado a Italia. En su perfecta construcción de thriller político hay una referencia a la posibilidad de que los propios servicios secretos italianos apoyara el secuestro del primer ministro. Pero sobre todo se plantean las negociaciones para su liberación como un caldo de cultivo para la traición, especialmente la de un Francesco Cossiga que el actor Fausto Russo Alesi interpreta certeramente en su remordimiento paranoico, o en la simbología de una pila de billetes en el Vaticano preparados para el pago de un rescate que Pablo VI nunca utilizó. Aldo Moro se había convertido en una figura política incómoda, incluso para su propio partido: "Le quieren muerto. Quieren un mártir, un Cristo crucificado", dice una de sus hijas. Hay que destacar también el trabajo del actor Fabrizio Gifuni, quien interpretó en teatro la lectura de las cartas que escribió desde su cautiverio el primer ministro, y de Margherita Buy en uno de los episodios más dolorosos, el de la impotencia de una familia que asiste a la inacción de los políticos o de Toni Servillo como un Pablo VI enfermo y dubitativo, quien ya había interpretado a otra figura política destacada, Giulio Andreotti, en la película Il divo (Matteo Garrone, 2008). El director imagina la liberación de Aldo Moro, despierto en el interior del maletero del Renault 4 en el que fue encontrado muerto, como si quisiera ofrecer una realidad alternativa que demostrara que, si se hubiera querido, podría haber vivido. Pero si lo hubiera hecho, posiblemente la historia reciente de Italia habría sido muy diferente. ____________________________________________________________Las series mencionadas forman parte de la programación de Serielizados Fest 2022.

Witness Number 3 y Mobile 101 se pueden ver del 18-30 de octubre en Filmin. Big boys se puede ver el 19 de octubre (Barcelona), el 27 de octubre (Madrid) y del 20-30 de octubre en Filmin. Sherwood se puede ver el 22 de octubre (Barcelona), el 27 de octubre (Madrid) y del 23-30 de octubre en Filmin. Esterno notte se puede ver el 22 de octubre (Barcelona) y el 26 de octubre (Madrid).