Un álbum salido a la calle menos de dos meses antes del festival, el más bien soul-funky "Burn", no era todo lo que Deep Purple iba a ofrecer en la Cal Jam. Con la puesta en marcha del lineamiento Mark III (tal como se conocieron las cuatro formaciones de la banda entre 1968 y 1976) tras la partida conjunta -en no muy buenos términos- de los dos que habían llegado juntos, Ian Gillan y Roger Glover, Purple se aprestaba a presentar en vivo a sus dos nuevas adquisiciones.
Por el otro, al cantante David Coverdale no lo conocían ni en su barrio. A sus 23 años, el anónimo aspirante a músico se llevó la sorpresa de su vida cuando respondió un aviso del Melody Maker que solicitaba un cantante para una banda de rock y fue citado para una audición... sólo para comprobar que esa banda no era otra que el millonario éxito de boletería y de la EMI, Deep Purple. Coverdale quedó aún más perplejo no sólo cuando recibió la invitación formal de Blackmore & Co. para ser parte del grupo, sino también cuando luego se enteró de que además de un flamante álbum en puerta había una nueva gira por un país que él no conocía, Estados Unidos.
Fue así entonces como David Coverdale, Glenn Hughes y los estables Ritchie Blackmore (guitarra), Ian Paice (batería) y Jon Lord (teclados) arribaron al escenario de la Cal Jam. Más precisamente, llegaron en su Boeing 720 privado y fueron trasladados al autódromo en limusinas, como se estilaba por entonces cuando de grandes (digo, GRANDES) se tratara. Deep Purple sería el penúltimo número de la jornada, antes de Emerson, Lake & Palmer, y el contrato firmado -unos 30.000 verdecitos portando la cara de don Franklin- establecía que los primeros acordes purplianos debían comenzar a sonar a la caída del sol. Aquellos que pretendan encontrarle un sesgo poético a esta cláusula buscarán en vano. La finalidad de tocar hacia la noche apuntaba directamente al lucimiento del show de luces que cada uno de estos colosos reservaba siempre como parte del espectáculo, en plena puja con sus bandas colegas para resolver, al final del día, quién ofrecía la luminaria más impactante.
Sin embargo, al contrario de lo que suele suceder en este tipo de festivales, los horarios programados para cada banda fueron adelantándose sensiblemente y cuando llegó el turno de Purple el sol aún brillaba alto. La ABC exigió que el grupo saliera a escena. Blackmore se encerró en su habitación, aferrado al contrato y a su remanido ego maniático. La ABC lo mandó a buscar con un comisario. Blackmore tuvo que obedecer si es que no quería terminar esa noche entre rejas ni despedirse de su tajada de los 30.000 dólares. Pero se la tenía jurada a la ABC...
El grupo sonó ajustado y potente como siempre, a pesar de los nervios indisimulables de Coverdale -al fin y al cabo, debutar frente a una rugiente multitud no figura entre los planes deseables de un cantante rockero- pero el show abrió con grandes promesas. Temas del flamante "Burn" fueron los primeros en desfilar por el escenario y ya cuando la noche se había cernido sobre el cielo californiano, Lord presentó a los nuevos miembros, Blackmore arrancó punteando el riff más famoso de la historia del rock y los asistentes aullaron enardecidos ante una novedosa rendición de "Smoke on the water".
Aunque durante su show Deep Purple interpretaría sólo seis temas, cada uno se extendió entre 15 y 20 minutos en medio de furiosas zapadas y solos memorables. A "Smoke on the water" le siguió el prolongado "You fool no one", de "Burn", donde el maestro Blackmore demuestra por qué su guitarra ascendía por el mismo pedestal de su contemporáneo Jimmy Page.
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También el siempre eficiente y por cierto talentoso Ian Paice imponía su Ludwig en primer plano con su magistral solo en "The mule" y finalmente llegaría el éxtasis... y el caos. La despedida de Purple de la Cal Jam trajo otro clásico de "Machine Head" al escenario, "Space truckin’", a cuyo término Mr. Blackmore decidió que era hora de tomar sus represalias contra esa cámara de la ABC que había soportado a su lado durante todo el show, cual indiscreta chaperona vigilando cada uno de sus movimientos. Pero... para qué seguir hablando si podemos ver el video!
En fin...
El despliegue pirotécnico y la masacre de las tres Stratocaster podían pasar (después de todo, Fender valuaba estas nenas en "apenas" 500 dólares y qué mella podría hacer en el presupuesto purpliano la reposición de éstas y de algún que otro cabezal y parlante Marshall?) pero... lo que Purple se veía venir era una querella legal por el knock-out técnico de la cámara de TV. Se dice que el grupo emprendió rápida retirada del escenario en un helicóptero que los transportó a terrenos menos caldeados. Pero Keith Emerson apunta en su autobiografía que, a la postre, los 30.000 dólares del cachet de Deep Purple no fueron a parar precisamente a los bolsillos de Blackmore & Co., sino a la ABC.
La Mark III de Deep Purple tendría por delante un 1974 y un 1975 sumamente moviditos y, al menos entonces, su paso por la California Jam pronto quedó atenuado ante la parafernalia de los shows que vendrían.
Hoy, cuando el grupo sigue firme en festivales de todo el mundo -el año pasado lo tuvimos aquí nomás en el Cosquín Rock, sierras de Córdoba- con los 3/5 de la gloriosa Mark II y con Ian Paice como el único miembro original que sobrevivió a todas las reencarnaciones purplianas, el fragor de su show en la California Jam vuelve a resonar con su máxima intensidad.