"Los agentes del imperialismo, desde los cargos oficiales utilizan el monopolio de la propaganda para atribuir al paro general, los móviles más aviesos y las complicidades más absurdas. Basándose en la tesis reaccionaria, de que las agrupaciones gremiales sólo deben discutir temas específicos de cada gremio, dan la calificación de política a la huelga general, que se está cumpliendo con éxito total.De esta manera la oligarquía argentina se reserva el derecho a decidir cuál huelga es lícita y cuál debe ser reprimida con las fuerzas pretorianas. Esta huelga es política, en el sentido de que obedece a móviles más amplios y trascendentes que un aumento de salarios o una fijación de jornada laboral. Aquí se lucha por el futuro de la clase trabajadora y por el futuro de la nación. Los obreros argentinos no desean ver a su patria sumida en la indignidad colonial, juguete de los designios de los imperialismos en lucha", así iniciaba la proclama de la huelga redactada por John W. Cooke sobre uno de los acontecimientos más trascendentales dentro de la historia de la resistencia peronista y la lucha obrera. La toma del Frigorifico Lisandro de La Torre no sólo significa la defensa de los intereses sectoriales sino que también representaba la defensa de la soberanía nacional y la independencia económica que estaban indisolublemente ligadas a la dignidad y los derechos del trabajador. El peronismo habría creado conciencia de clase y una identidad política cultural que ni la más salvaje dictadura como fue la Revolución Libertadora pudo revertirla. La toma del frigorifico también significó el desenmascaramiento de la farsa del desarrollismo impuesto por el pseudo democrático Arturo Frondizi que, como denunciaba el delegado de Perón, Cooke, Argentina se había convertido en "un país sometido al capital foráneo", donde "no hay posibilidades de desarrollo nacional". La privatización del Frigorifíco Lisandro de La Torre que tenía la función social de abastecer el mercado interno y le daba trabajo prácticamente a todo el barrio de Mataderos, es un claro antecedente de la política privatizadora de los noventa: donde una operación desplegada de intereses extranjeros, acusaban que el frigorífico era sumamente deficitario y que contaba con una tecnología productiva obsoleta cuando en realidad: