A cambio de nada
A cambio de nada, la primera película de Daniel Guzmán(Aquí no hay quién viva, A golpes) como guionista y director ha sido la gran triunfadora del Festival de Málagaeste año, con cuatro premios, mejor película, mejor director, mejor actor secundario para Antonio Bachillery premio especial del jurado y la crítica.
Darío (MiguelHernán), un adolescente que está sufriendo por la tormentosa separación de sus padres (María Miguel y Luis Tosar), se escapa de casa y empieza a trabajar en un taller de motos robadas. Se refugia en su mejor amigo y vecino Luismi (Antonio Bachiller) y en Antonia (Antonia Guzmán), una anciana solitaria que vende muebles en El Rastro, a la que conoce el día que huye de casa. Darío intenta imitar a su jefe, Caralimpia (FelipeVélez), un delincuente con fachada de triunfador, lo que le lleva por un camino poco recomendable.
A Daniel Guzmán le ha costado mucho sacar adelante este proyecto, pero, afortunadamente, ese esfuerzo ha tenido muy buenos resultados. En total, desde que surgió la idea hasta el estreno han pasado nueve años. Guzmán dejó de actuar un tiempo para centrarse completamente en esta película autobiográfica creada con mucho cariño, pero sin caer en el ensalce del personaje con el que se identifica el escritor, ni en la omisión de lo peor, como suele ocurrir.
Como todo en esta película, el proceso de casting y pruebas de actores duró demasiado. Daniel necesitaba que los actores se parecieran a él y su amigo de jóvenes y, aunque las primeras pruebas de Miguel Hernán y Antonio Bachiller (al que encontró por la calle) fueron desastrosas, él confió en ellos y los pulió hasta conseguir sacar lo mejor de ellos. Otra actriz que debuta en A cambio de nada es Antonia Guzmán (92 años), la abuela del director que ha enamorado a los espectadores. Además cuenta con la colaboración de actores magníficos en sí mismos como Luis Tosar, Miguel Rellán o Fernando Albizu.
La construcción de los personajes tan cuidada, con diálogos personales y sencillos, unida a las actuaciones, tan naturales que parece que nadie esté actuando (quizás Antonia sea la menos natural, pero es tan entrañable que no importa), crean una película humilde y franca, llena de autenticidad. Habla del poder de la amistad incondicional, de lo que puede llegar a hacer uno por alguien al que quiere y respeta sin pensar en las consecuencias, por muy duras que sean.
El resto de elementos que componen la escena, como el decorado, el atrezzo o la música, también contribuyen a ese realismo. Los decorados son reales, casas, talleres, parques, calles, etc. Los muebles, las figuritas feas que llenan la casa de Antonia y la comida de marca blanca representan perfectamente su clase social. La música, tanto la que suena como los discos y posters que aparecen, toda forma parte del imaginario del director, como Julio Iglesias, Extremoduroo La Polla Records.
Lo peor para mi es el uso de cámara en mano, sobre todo en esos momentos en los que hay un temblor desmesurado, como en las persecuciones o en la reunión con el director del colegio, donde es innecesario ese movimiento de cámara (entiendo por qué el director lo decidió, pero sin el movimiento ya era suficientemente potente y agobiante la escena). Usar un travelling es caro y retrasa mucho el rodaje, pero con una steady cam habría mejorado la imagen.
A cambio de nada está repleta de frases muy chulas con expresiones muy originales, pero, sin duda, mi favorita es “siempre luego, pero luego nunca”.
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