Ay niña, niña de mis ojos, ángel consentido, ¡Cómo describirte: … diamante exótico y nativo, sangre de mi sangre y aliento en el camino! Infinito regalo del corazón del cielo.
El tiempo vuela, raudo, entre las olas de la vida y arranca nuestros barcos, cada vez más y más lejos de la orilla, de esa costa nuestra, tantos años compartida… tal vez tú busques una isla y yo, miles de bahías… Niña, hermana mía, donde tú estés y a dónde vayas, mi corazón será tu ángel, el mismo que abrazabas y tus palabras serán mi aliento y mi fuerza y mis alas… y toda tú por siempre: mi más grande camarada.
Recuerdia