A dios rogando y con el mazo dando

Publicado el 27 septiembre 2023 por Acervo Mexiquense @AcervoMX

Columna El Refranero

Recientemente se conmemoraron los #500AñosDeEvangelización en #Texcoco mediante una celebración eucarística donde participaron más de 10 obispos del Estado de México y algunos otros del resto del país.

El cometido en manos de los frailes Franciscanos, dejó un legado importantísimo en la comarca del rey poeta #Nezahualcóyotl así como era de esperarse, un florilegio de lagunas y vacíos históricos, o al menos, eso se cree porque así lo narra la historia, a través de documentos antiquísimos cuyo resguardo está a cargo de manos extranjeras e incluso en otros países, algunos de estos manifiestos, a esa peculiaridad deben su nombre, como el #CódiceVaticano por citar un ejemplo.

El título de esta publicación, dista quizá de la intención original del refrán (evocar la importancia del esfuerzo y el trabajo para conseguir lo deseado, y al mismo tiempo la invocación de la gracia divina para el mismo objetivo); más bien, deriva de una sátira y acerbada narrativa que se remonta al mes de junio, 'en el año de nuestro Señor Jesucristo de mil quinientos treinta y seis', en pleno apogeo del 'santo oficio', que no por omitir las mayúsculas propias de su nombre, se disminuye la estela de terror y tortura que supone su recuerdo.

Para entrar en contexto, estamos hablando de la Gran Ciudad de México, entonces llamada 'La Nueva España', donde acusaciones de apostasía, hechicería e idolatría, eran el pan nuestro de cada día para el "Reverendísimo Señor Don Fray Juan de Zumárraga primero Obispo de esta cibdad, del Gobierno de Su Majestad é Inquisidor Apostólico contra la herética pravedad y apostasía en ella y en todo su Obispado &"; se delata así en el libro tomo III PROCESOS DE INDIOS IDÓLATRAS Y HECHICEROS, publicaciones del #ArchivoGeneralDeLaNación bajo la dirección de Luis González Obregón, edición de 1912.

"Espectáculo extraordinario debe haber sido para los atónitos indígenas contemporáneos de la Conquista, el contemplar á un puñado de aventureros intrusos que derribaban templos y dioses, sin que éstos se conmovieran indignados y castigarán solícitos semejantes atrevidos sacrilegios, y al ver cómo colocaban también, sin conmoción de los cielos y de la tierra, las imágenes cristianas sobre los derruidos teocallis ó en el interior de las ermitas recientemente edificadas" -narra el compilador en el texto preliminar.

Ahí mismo, Luis González Obregón define la personalidad de los evangelizadores, esa modalidad austera que causó embeleso en los indígenas, tanto que, los teopixques escondieron a 'los principales dioses del Templo Mayor de Tenochtitlán y de otras ciudades y pueblos', antes, señala González Obregón, "los recién convertidos pudieron observar que frailes y clérigos decían unas cosas muy bien dichas y pensadas, pero que hacían otras muy malas y contradictorias".

Esa desilusión llevó a esconder y venerar a las "viejas deidades, bajo la forma de imágenes cristianas, ó enterrándolas bajo las cruces en los atrios ó debajo de los altares en los templos á fin de paliar sus cultos paganos".

Para González Obregón como para los evangelizadores, los cultos paganos son las veintenas, el xiuhpohualli, la cuenta del tiempo para nuestros antepasados, la toltecayotl, el conocimiento, la ciencia y la filosofía de aquella época, de una cultura cuyo esplendor sorprendió a los "conquistadores".

Para 'no hacer más profunda la herida', mediante estractos hago referencia de la acusación y sentencia contra dos "indios xpianos" (se lee, es decir, bautizados), Tacatetl y Tanixtetl acusados de idolatría:

Por hacer [...] "de veinte en veinte días sacrificios a sus dioses", "hallaron allí muchos palos, papeles, púas de maguey, y copal, y navajas, y vestiduras de ídolos, y plumas, y hierba que se llama yautle (hoy se conoce como pericón) y sahumerios y incensarios; [...] cántaros de pulque y comida y cacao"; "[...] que el dicho Tacatetl es sacrificador é idólatra, padre de sacrificios y que se hace tigre", "[...] que es mal hombre y hechicero" y tomando como verdaderas las presuntas declaraciones de otros indios naturales de México al servicio de españoles de alcurnia; los indios Tacatetl y Tanixtetl, originarios otomíes, del pueblo del Comendador Cervantes, y que según "los dichos de los religiosos de Tula, los ídolos en que adoraban é á quien sacrificaban los ignorantes naturales si eran demonios, é cosa vana mala y que sólo nuestro Redentor Jhuxpto era Dios verdadero", "el Fiscal del Santo Oficio de la Inquisición, autor y acusante, [...] a los indios Tacatetl y Tanixtetl, vecinos de Tanacopan, presos en la cárcel de este Santo Oficio, y visto cómo por testigos son convencidos de haber adorado a sus dioses y sacrificádoles según su modo y gentilicio, [...] habiéndonos con ellos beninamente por ser nuevamente convertidos á nuestra santa fee católica:

Fallamos, que debemos de condenar y condenamos, á los susodichos y á cada uno de ellos, á que la dicha cárcel donde están presos, sean sacados, y a pie, desde la dicha cárcel, y con sendas corosas en las cabezas y sogas a las gargantas, y las manos atadas, vayan en procesión a la iglesia mayor de esta cibdad, y un pregonero que manifieste su delito, así en indio como en español, y hasta la dicha iglesia, en las espaldas desnudas, el verdugo les dé azotes; y llegando á la dicha iglesia, ellos con disciplinas, andando la procesión alrededor de la dicha iglesia, se den en las espaldas azotes disiplinándose, pidiendo perdón a Dios de sus pecados y de las idolatrías que han cometido y perpetrado después de ser xpianos, y vueltos a la dicha iglesia, estén en la misa mayor que se dixese, de rodillas, cubiertas sus espaldas hasta ser acabada la dicha misa; y condenámosles más, á que por tres meses primeros siguientes y más cuanto fuere nuestra voluntad, estén los susodichos en un monesterio, cual por nos les fuere señalado, reclusos y encerrados, sin salir de él, haciendo penitencia e informándose más en las cosas de nuestra santa fee católica; y mandamos, que en la tarde, en el mesmo día, en el Tianguis del Tatilulco, sean tresquilados los cabellos, puramente por la dicha causa, y por esta nuestra sentencia definitiva, juzgando así, lo pronunciamos y mandamos en estos escritos y por ellos: -El Licenciado Loaiza. -(Rúbrica).

Si lo anterior parece grave, ni qué decir de Martín Ucelo, posiblemente Ocelot, un vecino de 'Tezcuco', del que hablaré en otra ocasión.

En calidad de mientras, está de moda entregar bastones de mando a diestra y siniestra, a conmemorar fechas como el día internacional del vuelo de una mosca y de ahí, a todo lo que huela a consumismo, o pretexto para encender pasiones y dividir conciencias.

En este sexenio que está por concluir, denominado "el sexenio de los pueblos originarios", sigue en el tintero una reforma indígena, que está a merced de la antesala electoral, donde los partidos políticos 'se lamen' los bigotes para impulsar a sus mejores cuadros políticos (aparta lugares en realidad), personas por lo general inexpertas, que bajo las ambigüedades de la autoadscripción calificada, una vez más pretenden arrebatar a los pueblos indígenas, la posibilidad de ejercer sus derechos políticos y electorales.

Porque no importa que en sus bases desfilen militantes indígenas, los dueños del poder, los artífices de la mal llamada "voluntad política" o democracia como le suelen decir, del color que sea, siguen en la misma línea del poder, por el poder, como si no hubiera más personas capaces de representar al pueblo, a la voluntad del pueblo, pero, los "poderosos", principalmente aquellos que durante mucho tiempo han discriminado a los pueblos indígenas, con sorna preguntan ¿el pueblo, tiene voluntad? ¿Acaso voluntad o conciencia política?

Ayer y hoy, contra la población indígena, sigue la mata dando.

#MemoriaHistórica #PueblosOriginarios

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