Cuando decidimos que es hora de dejar salir a los chicos solos a la calle, nos ocupamos de explicarles cómo deben comportarse, les decimos lo que está bien o mal y avanzamos de a poco. Primero hasta el supermercado de la esquina, luego podrán cruzar la calle, un poco más adelante irán solos a la escuela y quizás, si todo sale bien, los dejemos que vayan al cine con sus amigos. Estamos atentas a los caminos que utilizan, los medios de transporte, las amistades, los horarios en que entran y salen. Queremos que estén seguros, más allá de nuestros propios miedos personales.
Ahora, un día, mucho antes de que estén listos para manejarse solos en el mundo exterior. se conectan a la red. Ahí van y vienen a su antojo, participando en conversaciones, visitando sitios, haciendo amigos y compartiendo información personal. Ellos se mueven y hacen lo que pueden, con las herramientas que nosotros les damos.
Tus hijos entran en las redes sociales. En las que ellos deseen. Estos espacios están pensados para adultos y el contenido, las interacciones, las formas, los tratos y los cuidados también. Entonces, la pregunta no es a dónde quieren ir ellos cuando se conectan, sino a dónde los dejamos ir nosotros. ¿Queremos que a los siete años participen activamente en discusiones de adultos en Facebook, que opinen sobre si la lactancia materna es correcta o no, que accedan a noticias policiales, sociales o que puedan saber si alguien tomó de más en una fiesta anoche?
Ellos tienen la capacidad de conectarse desde cualquier dispositivo. Nosotras tenemos la obligación y la responsabilidad de marcarles el camino. Debemos dejarlos acceder a aquello que es acorde a su edad y a nuestros valores, aplicando los mismos criterios que usamos en otros aspectos de la vida.
Te invito a realizar un ejercicio:
- Pregúntale a tus hijos qué hacen cuando se conectan.
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