¿Pero que salida tengo?
Ninguna a la vista. Nada que por ahora vislumbre. Ningún trabajo cerca, y nada ocurre en mi vida que me pueda salvar de esta mierda en la que navego. Sí antes pude tener alguna opción, ahora nada queda. Es como si estuviera a la deriva en el mar y solo viera el horizonte por todos lados. Ni una isla, ni un barco, ni un alta y lejana montaña. Nada. Solo yo y este mar de mierda.
Es muy frustrante no tener a donde saltar. A donde hacerse. A quien recurrir. Y además una familia hermosa y demandante a la cual debo mantener. No sé que hacer. La lógica me dice que me debo quedarme en el trabajo. Pero mi salud mental me indica que debo huir, que debo salir ya de esta mecánica, de esta puta costumbre de apechugar, de aguantar estoico. Estoy cansado. Mucho. A veces a penas puedo pensar. A veces a penas puedo reaccionar y hacer medianamente lo que se supone es mi trabajo. Y lo odio. Ya no quiero estar más en ese trabajo. Ya no quiero más seguir en este ambiente. Los egos, los orgullos, el estrés... Ya no puedo más. Si tan solo me pagaran por escribir estas cosas. Por sacar los miedos y demonios que me aquejan. Podría entonces escribir noche tras noche todos los días hasta el final de mi vida, hasta que la vejez me lo impidiera. Así me imagino mi vida. Yo cayendo de viejo escribiendo historias, reflexiones, anécdotas... Y que me paguen por eso. Y sobre todo que la gente lo lea. Pero nada es así. Estoy aquí estancado, sobreviviendo de lo poco que me queda de cordura y mi ya extinta dignidad. A dónde voy a parar.
Sí allá afuera hay alguien que todavía lee estas líneas, dejen una huella, un comentario, una recomendación. Gracias.