En general suelo creer y abogar porque las cosas no son blanco y negro, que vivimos en infinidad de matices. Ya que creo que esa mirada dualista yace en el fondo de la violencia (unos contra otros, amigos y enemigos, buenos y malos) Sin embargo últimamente empiezo a sentir que si bien no se trata de blanco y negro, si existen movimientos fundantes de los que se desprenden todos los matices: aquello que se hace a favor y desde la vida y aquello que atenta y va en contra de ella. Lo que no nos convierte en mejores ni peores sino en seres humanos que desde su historia personal y su aquí y ahora elijen y deciden.
Puede que algunas de las cosas las hagamos conscientes y otras inconscientes (nos merecemos el beneficio de la duda), pero lo cierto es que hay movimientos, que van a favor del flujo de la vida y otros que la truncan. Y el lugar desde el que nos paremos, desde la vida o desde su represión, marcan los actos, actitudes y formas sobre las que podemos elegir. Ese blanco y negro es algo así como el fondo que dará luego a la forma repleta de matices
Teniendo en cuenta esto ¿se puede violentar, abusar, maltratar a un/a niñ*? Claro, porque el poder todo lo puede, pero no nos mintamos, estamos hablando completamente de un ejercicio de poder, autoritario, violento y sin justificación posible, que ni educa, ni enseña, si forma, ni nada, solo daña y mutila; hablamos claramente de un adult* que se enfrenta con la violencia y la carencia sufrida y que ahora l* transforma en verdugo y perpetrador; y sobre todo hay que asumir que al hacerlo, sea de manera sutil o abierta estamos en contra de la vida y su fluir.
No hablemos de lo obvio y evidente, como pegar, insultar, castigar… hablemos de lo aparentemente “inocente”: limitar a un/a niñ*, llenarl* de normas sociales, miedos y carencias es atentar contra la vida. Poner el mantenimiento del orden establecido, por encima de los deseos (necesidades) de l*s niñ*s es matar la vida. Poner un pedazo de plástico (sin nada que lo justifique más allá de nuestro deseo de “libertad” made in comerciales y anuncios) entre nuestro cuerpo y su cuerpo es menguar la fuerza de la vida. Dar prioridad a l*s adult*s, por encima del bienestar de la vida nueva, defender que nuestro estilo de vida vale más y debe ser sostenido aunque para ello sea imprescindible generar abandono y miedo en las criaturas que dependen de nosotr*s, es además de un acto de soberbia, un crimen contra la fuerza de la vida. Concebir creencias y prácticas de m/paternidades indolentes y robotizadas, donde hacemos uso de toda nuestra creatividad para construir y consumir aparatos que si bien intentan suplir las necesidades prácticas de un bebé niegan sus necesidades afectivas y de fusión, presencia y permanencia (necesidades que son en realidad las básicas y vitales), es hacer del amor y el cuidado de la vida un mero hecho técnico, un remedo patético de l*a m/padres entrañables que en realidad podemos ser. Además de parecer esto una burla macabra sobre los deseos y necesidades de las criaturas: nos piden calor y nosotros ponemos calefacción, piden cuerpo y nosotros ponemos almohadas, cochecitos y juguetes, piden contacto, presencia, permanencia y nosotros ponemos horarios, distancias y separaciones, piden amor concreto y nosotros les damos buenos pensamientos, nos piden raíces y seguridad para expandirse y nosotr*s les ponemos límites y los llenamos de vacíos…
Podemos dar miles de razones sobre nuestros actos, podemos llenarlos de justificaciones y encima no nos será difícil encontrar voces que nos validen y legitimen… podemos siempre podemos, el ejercicio del poder todo lo puede… pero cada vez se escucha más fuerte y claro esta clamor, esta voz que surge de las entrañas, y se hace cuerpo en el hecho de brindarnos al otr*, de dar amor concreto, en el acto de criar, cuidar y respaldar; cada vez somos más y con más alegría y fuerza; así que lo siento ejercicio de poder, pero ahora resulta más difícil, sostener el discurso según el cual nuestro abuso y maltrato sobre l*s niñ*s es hecho por su bien y pretende además gestar seres pacíficos y empáticos, parece que va siendo hora de que inventen nuevas mentiras, o lo que es mejor de tener la valentía de buscar nuevos caminos, alternativas donde lo importante sea apostarle a la vida, centrándose en el como y no el fin