El camino del viajero acaba cuando el río Miño abraza al Atlántico en A Guarda, villa marinera capital de la langosta y localidad impregnada de mucha historia. En especial de un pasado celta que pervive en el imaginario local gracias a la pervivencia de los castros, sus antiguas moradas de tipo circular. Aunque por su situación, A Guarda fue también conquistada por vándalos, piratas normandos y sarracenos, portugueses y franceses.
Tiene la villa un buen callejeo en busca de arquitectura popular o patricia, como el monasterio de las benedictinas (siglo XVI) o las casas solariegas de los Correa y los Somoza. Resulta recomendable pasear desde el muelle hasta la plaza donde se ubica el convento de San Benito, que ahora es un hotel.
Ayuntamiento de A Guarda./HombreDHojalata
Allí, al lado del bar de la cofradía de pescadores, se erigen unas escaleras que conducen a la zona del Muro, un lugar peculiar que cuenta con un cruceiro antiguo y lo que son restos de la muralla que protegía la villa. La subida culmina con la llegada a la antigua cárcel y al ayuntamiento de A Guarda.
Otras zonas no menos bellas para visitar son las capillas de la Guía y San Cayetano. La plaza donde está esta última es un mirador estupendo para sacar fotos del puerto y del monte Terroso.
Iglesia parroquial de San Lorenzo de Salcidos./HombreDHojalata
Si el viajero se acerca hasta la zona de Camposancos podrá disfrutar de las playas de Os Molinos, Armona y Lamiña. Desde ellas se puede ver la parte portuguesa En medio de la desembocadura está la isla Nossa Senhora da Insua, donde permanecen restos de un convento del siglo XV.
A la salida de A Guarda se encuentra el inicio de la subida al Monte Santa Tegra (Tecla), desde cuya cima se domina el municipio gallego, el puerto, la desembocadura del Miño y las playas del entorno, sobre todo la de Os Muiños.
Castro de Santa Tecla./HombreDHojalata
Colina sagrada de la civilización precristiana, a media subida, a la derecha, el viajero se topa con el castro celta más importante y completo de toda Galicia; una de cuyas viviendas, del siglo VI antes de Cristo, ha sido reconstruida para que sirva de referencia global.
Estas aldeas fortificadas estuvieron habitadas por galaicos de estructura social bastante igualitaria, que resultaban más pacíficos que belicosos, que vivían de sus cultivos de cereal y de sus animales, aunque también practicaban el comercio y la pesca, en definitiva.
Restos de los castros circulares de Santa Tecla./kilezz-QuiRóH
En la montaña también está el petroglifo Laxe do Mapa, considerado la representación cartográfica más antigua de Occidente. En la cumbre se halla una pequeña ermita dedicada a Santa Tegra, patrona del Baixo Miño. Antes de iniciar el descenso, se recomienda al viajero que disfrute de nueva de tan bella panorámica como despedida de esta escapada con historia.
A modo de pequeña guía, os dejo con este vídeo que os muestra parte de las excelencias que aguardan al viajero si visita esta villa marinera, donde podrá disfrutar de su patrimonio, excelentes playas, su destacado pasado y una rica gastronomía.
Dónde dormir: Hotel Eli-mar; C/ Vicente Sobrino, 12; 36780 Guarda (A), Guarda, A (Pontevedra); Teléfono: 986613000; info@eli-marhotel.com; www.eli-marhotel.com.
Dónde comer: Restaurante O Portiño; C/ Rosal 37; 36780 Guarda, A (Pontevedra); Teléfono: 986611400.