Estimado Javier, tengo el convencimiento de que usted jamás llegará a leer estas líneas, la certeza de que usted no lee una crítica por constructiva que sea y ni tan si quiera tengo la esperanza de que, ni mucho menos, vaya a cambiar un ápice su manera de actuar. Pero mi moralidad me empuja a escribirle, a tratar de hacerle llegar el daño que usted está haciendo a algo que yo amo, ya no sólo hablo de fútbol, hablo de competición y deporte en general, pero seguramente a usted esto le suene a chino.
Don Javier, usted a mi no me conoce, pero yo a usted sí. Sigo con pasión a un equipo, al igual que usted. Sacrifico muchas cosas por él, también igual que usted, aunque con matices. Yo sería incapaz de beneficiar a mi equipo a costa de los demás, no soy partidario de hacer la vista gorda ‘caiga quien caiga’, evidentemente no estoy en posición de poder hacerlo, a diferencia de usted.
Señor Tebas, con usted se ha retrocedido al caciquismo más sonrojante, al amiguismo propio de, por lo que he podido leer sobre usted, épocas de un pasado relativamente reciente de nuestro país y que seguramente usted añora.
Tiene usted tanto que aprender de otras federaciones… lo triste es que parece no querer. La comodidad de su cargo le impide ponerse en el lugar de quien hace más de mil kilómetros por carretera en un fin de semana para ir a ver a su equipo, como ha sido mi caso, o de quien trata de organizar una salida para ir a defender sus colores y no puede porque hasta apenas unos días antes, simplemente no sabe la hora ni el día que juega. Al menos sabe donde, pensará usted. Total… que más da que sea un viernes a las nueve que un lunes a las diez. Si es verano podemos jugar a las once, ¿no?
Su teoría no se sostiene, señor Tebas. Hace usted lo imposible por vaciar las gradas de los campos de fútbol, pero se enorgullece de guiar una competición para tener la final que desea, porque como usted mismo dice ¿Qué otro país puede presumir de una final de Copa con una audiencia parecida a la nuestra? Hace años se probó a hacer las cosas como en el resto del universo. Pero cuidado, se nos metieron en finales equipos que realmente querían la competición, eso es inadmisible. Intolerable que 'Recres', 'Mallorcas' o 'Getafes' se cuelen en una fiesta que no es para ellos, que 'Toledos' o 'Noveldas' saquen las vergüenzas de quien tiene que llegar a la final aunque desprecie la competición, ¿verdad? Llegó el momento de pararse a pensar, de poner en la balanza si queríamos finales con equipos modestos o queríamos que hubiese un calendario interminable, cargado de partidos, pero que las finales las jugasen los poderosos. Se optó por tirar por la calle de en medio, que los pequeños se dejen la piel a un partido y metemos a los grandes a falta de dos rondas, debieron pensar. Pero nada de sorpresas, ellos que jueguen a doble partido, por si acaso. Y usted no lo cambia, señor Tebas.