De esos días de esas semanas de esos meses de esos años en los que una anda rabiosa y enjaulada, harta, frita, repodrida, mismamente hasta el parrús, con plena lucidez y total conciencia de que no hay nada mejor que la bendita y puñetera calle para irse a escupir espumarajos.
¡Sea!.