¡A la cama!

Por Desmadreando @desmadreando

Hay frases que al convertirnos en madres las inmortalizamos. Cada quién guarda sus favoritas pero la mía de toda la vida será: ¡a la cama! Esa frase mágica que significaba la bandera a cuadros para salir corriendo a toda velocidad, esconderse y chillar desde el otro lado del mundo “cinco minutitoooos maaaaaas por favoooor“…y esos cinco minutitos los convertía en horas mientras mi Santa Madre me acompañaba, me contaba cuentos, me cantaba “Señora Santa Ana porque llora Moni” y así hasta los dieciochoytantos años. Critter sin lugar a dudas se parece demasiado a mi. DEMASIADO.

Como buena primeriza me preguntaba yo cómo demonios haría el cambio de la cuna a la cama. Había leído en varios blogs como las madres habían decorado sus cabeceros preciosos, las camitas que habían elegido, el que ya se había terminado el proceso de tener un bebé en casa ¡pero nadie confesaba cómo se hacía paso a paso!

Incluso en un café noñoño le pregunté a un amigo qué si no era mejor dejarlos en la cuna forever. ¡Oiga una cuna con barrotes es una pequeña jaula carcelaria para una bestiecilla parda que no quiere dormir a las 11 de la noche! ¡Ay Estivill! No aclaraste que tú método es mágico pero que no aplica a partir de los dos años y medio.

Ahora ya no vale la música, la mantita y el muñeco. Ahora lo que cuentan son los paseos, las mil y una noches de cuentos, el “cárgame mamá”, el “no te vayas” y “quédate aquí a mi ladito”. Palabras mayores.

Y llega el día que la bestia decide que no quiere la cuna. ¡Quiere la cama! y ¡en ese instante! Lo cual era imposible porque no tenía barrera de protección así que como buena madre sobreprotectora no me fié de los cojines y le dije que ¡de cama nada! A lo que dramáticamente Critter respondió con un “camaaaaaaa” mientras se arrojaba desde los barrotes de su cuna aterrizando con su labio y el hueso parietal enchichonado.

Mi hija es Tauro. Ideas fijas. Así que no me quedó de otra mas que hacer un pedido de emergencia a Amazon y fundir la tarjeta con 4 barreras: la lateral, la frontal, la de pies, la salida de emergencia y todo para que aquello pareciese en lugar de cama de princesa una cama elástica perfecta.

Y en pleno proceso de bronquitis febril, con una cara de perro muerto y una tos de foca apaleada Critter decidió hacerse mayor. Y la acosté en la cama. Y se durmió. Y tan tan. Colorín colorado éste bello cuento se ha acabado.

Pues en efecto, todos tenían razón. No era nada complicado, ni nada que mereciese un post….¡Ay señor! Hasta que la vi a las cuatro de la mañana a mi verita vera picándome un ojo  diciendo: ¡mamá piertaaaaa benos dias! Y decidí que NO, NO ¡Y NO!

Santa regañada que le puse y le dije que no se podía bajar ella sola jamás de los jamases.Tendría que llamarme siempre porque si no podía caerse como aquel guarrazo que se dio en la cuna. ¡Bendita inocencia!. Ahora permanece en su cama y todos felices y todos dormidos.

¡Hasta ayer! Nada como que un amigo bien intencionado le dijese “Critter que bueno que ya estás en tú cama de mayor que así la cuna será para Fetín”. ¿Se imaginan o se los cuento?

Ahora el proceso es: nos acostamos en la cama, brincamos en la cama, contamos cuentos en la cama, tres horas después “mamá pásame a la cuna” que Fetín tiene tú tripa y estas dos son mis camas.

Así que consejos prácticos:

1. Una vez tomada la decisión ¡desarme la cuna y guárdela!

2. Aclárele con voz de mando que no se puede bajar sola o se llevará unos sustos de infarto a media madrugada o cuando uno está por la labor de darle el mejor regalo de la vida y hacerle un hermanito.

3. Nunca mencione en alto y claro que sus cosas pasarán a ser de alguien más.

Así que mi frase favorita se ha convertido en “A la cama, a la cuna, a dormir ya de una p#2@†a vez”. Frase célebre para hacer una lámina de esas bonitas que enmarcan la vida diaria de una madre cualquiera…