A la deriva

Por Igork
Imagínese un conflicto armado. Barcelona es atacada. De pronto los cazabombarderos enemigos fijan un nuevo objetivo. Un objetivo simbólico. En cinco minutos la Sagrada Família se viene abajo. Es una montaña de cascotes. ¡Oh! ¿Qué pasó? ¿Qué sucedería? A la mañana siguiente, todos los periódicos del mundo -bueno, menos los controlados por el enemigo- abrirían sus portadas con grandes fotos de lo sucedido y grandes exclamaciones indignadas. En Facebook y Twitter los mensajes se subirían a una velocidad de vértigo. Habría campañas de solidaridad, competiciones de plañideras. Incluso el Papa saldría al balcón y diría unas palabras. Hermanos... Aquello sería un clamor, el planeta tierra una olla en ebullición.
Pero luego pasarían las semanas. Una tras otra, irresistibles. Inexorables. Y ahora que lo pienso, ¿quién se acuerda de Montecassino?

Estado del monasterio de Montecassino tras el bombardeo aliado de 1943.



Los bocetos de Gaudí. ¿Quién supera esto? ¿Alguien sería capaz de imaginarlo?



A la deriva