Por Ramiro Giganti (ANRed).
“Si sos de las personas que aman a Pink Floyd pero no soportan las posturas políticas de Roger Waters, harías bien en irte ahora mismo al bar”, advierte un audio con la voz del artista subtitulada en las pantallas, segundos después de que las luces se apaguen.
La provocadora presentación precede un concierto de quien ha realizado, en los últimos años, las giras más exitosas y contundentes, repasando el repertorio de la que es, indiscutiblemente, una de las más notables bandas de la historia del rock. Parte de esa gesta fue creada con un fuerte contenido crítico, tanto en The Wall, como en Animals dos discos muy políticos, y en trabajos anteriores, como la conocida letra de Money, por solo mencionar algunos clásicos. En este siglo el artista fue resignificando aquellas obras incorporando causas políticas actuales que se relación: desde la lucha del pueblo Palestino y las guerras en Medio Oriente, hasta la nueva ola de nacionalismos de ultraderecha, o la violencia institucional. Todo esto aparece, con otras causas, en su nuevo espectáculo titulado This Is Not a Drill (esto no es un taladro).
Tras la advertencia, el espectáculo comienza con una introducción que es una versión novedosa de Comfortably Numb con imágenes de un futuro post apocalíptico. Dividido en dos partes, el concierto va alternando clásicos de Pink Floyd con algunas nuevas composiciones propias. Una de ellas es la reciente The Bar, donde Waters se sienta en el piano a interpretar una canción mas bien calma, mientras las imágenes muestran a la masiva movilización indígena en Dakota del Norte en defensa de la tierra que dieron el brazo a torcer a proyectos extractivistas.
El contenido del concierto cuestiona a todos: desde los últimos seis presidentes de Estados Unidos hasta las oligarquías opulentas y los neofascistas. Sin embargo, también actúa como un impulso de señal tanto para el compromiso empático como para revelar aspectos de la mitología de Waters.
La gira continuó con dos conciertos en Toronto, Canadá, para luego continuar en Boston. Recorrerá gran parte del territorio estadounidense hasta finalizar a mediados de octubre en México. Se espera que luego continúe su gira en otras regiones alrededor del planeta.
Entre algunas de las causas que Roger Waters apoyó desde su concierto se suman al ya conocido perfil anti beligerante y antifascista, el apoyo a las disidencias sexuales, el derecho al aborto (de una tremenda actualidad en Estados Unidos por el reciente fallo judicial) la mención a víctimas de la represión policial como George Floyd o Breona Taylor entre muchos otros, y hasta aparece una enorme wiphala formada luego de un juego de colores como mensaje de apoyo a las diversidades.
Todavía se desconoce la posibilidad de una nueva visita por Sudamérica, y la realidad económica hace que el sueño sea difícil incluso por el acceso a costear una entrada. Pero más allá de eso, no deja de ser una noticia que un artista reconocido que convoca a multitudes se manifieste de esta manera desde el escenario, y lo haga en el corazón mismo del imperio.
Ramiro GigantiIf Roger Waters, a 78 year old man can be responsible for having his crew put this on those huge led screens as a part of his performance, then you can say it, believe it, and continuously learn how to stand up for trans ppl and not against us. 🏳️⚧️#transrights#trans pic.twitter.com/BNNpr6ZORH
— 🏳️⚧️ Miles MⒶxim 🏳️🌈 (@milesofanarchy) July 7, 2022