A la luz de las velas

Por Monpalentina @FFroi

En medio de esa bruma que nos tiene olvidados, atormentados por la desidia de quienes paralizan o desatienden el mantenimiento básico de lo nuestro, perdida media vida en reclamaciones que no tuvieron éxito, decidimos viajar a Aguilar un viernes por la noche, previa petición por teléfono de dos entradas para asistir a la representación teatralizada. Algo novedoso, desde luego, muy bien llevado por los empleados de la Fundación, ahora también actores que nos van narrando la supuesta vida que llevaron los habitantes del monasterio ocho siglos atrás.


Entre las piedras de Santa María la Real, esperamos acompañados de una moderna vela la llegada de Esmeralda, que advierte al grupo sobre la presencia de personajes extraños que irán apareciendo a medida que avanzamos, fantasmas del pasado que nos van llevando por pasillos y salas, dando voz a la historia que -nos imaginamos-, vivieron allí los habitantes de otro tiempo. Todo muy bien resumido en el guion de Carmen Molinos.

En una fotografía tomada en 1908 desde la Peña Longa, aparece en estado de ruina. Miguel Unamuno escribiría años más tarde: "Y las ruinas siguen arruinándose, los capiteles fueron vendidos por quien ningún derecho tenía a ello..."

La idea de recuperarlo fue un acierto. Hoy, como ayer, con otras miras y proyectos, este lugar recupera no solo su estructura, sino también, su esencia, la vida de sus gentes, la excelente labor de los custodios que desde todos los puntos de la montaña miran a este lugar, no ya para dejar sus donaciones como antaño, sino más bien, para verse reflejados en esa extensa muestra de patrimonio que heredaron, sintiéndose de algún modo obligados a conservarlo para las generaciones venideras, si es que para entonces quedan todavía pueblos vivos.

Ahora, con las edades del hombre, el monasterio se ha visto fortalecido por la visita de muchas personas que no lo conocían y, Cristina, César y Esmeralda, amén de Carmen, la guionista, con esa teatralización a la luz de las velas, nos han recordado a Anastasio de Hircio, el último abad del cenobio, al cantero Domenicus y a Doña Inés Rodríguez de Villalobos, una de sus principales benefactoras.

Imagen: Santa María la Real
De la serie "La Madeja", para Diario Palentino.