Como ya os comenté en alguna ocasión anterior, en los últimos meses he encontrado una nueva pasión, la fotografía. Es muy poco el tiempo que puedo dedicarle a esta nueva afición, el trabajo, la casa y dedicarle tiempo al peque, me deja muy pocas oportunidades en las que pueda salir a fotografiar yo sola y centrarme en lo que estoy viendo, fotografiarlo y vivir el momento.
Hace tiempo que precisamente me apetecía eso, un ratito a solas con la cámara. Y la ocasión se presentó justo a última hora de la tarde de un día de playa, el niño dormido y papá cuidándolo. Así que cámara en mano, me fui a dar una vuelta por la orilla, disfrutar del paseo y como no, fotografiar.
Fruto de ese paseo, es la serie de fotografías que os dejo a continuación. No sé si por qué yo necesitaba ese ratito, por la luz, el momento, o qué, pero viví un instante totalmente mágico. Fue una conexión conmigo misma, la cámara y el entorno. Me encontraba en plena hora dorada, pero la playa se encontraba cubierta de bruma, lo que creó un escenario que yo jamás he vivido anteriormente, una gama de colores pasteles cubrían la orilla y se reflejaban en el mar. Las fotos son tal cual, sin trampa ni cartón.
Hoy no me extiendo más en palabras, pero sí en imágenes. Os invito a un paseo a la vera del mar. Espero que lo disfrutéis y sintáis un poco de la magia que a mi me invadió. Buen fin de semana, nos leemos el próximo viernes.