Laura Gómiz es el nombre del día. La presidenta de Inversión y Gestión de Capital Riesgo de Andalucía SAU, léase Invercaria, que al parecer dejó de serlo el 21 de febrero pasado “por motivos personales”, ha copado hoy los titulares de los medios por una grabación en la que supuestamente solicita a un subordinado que realice informes falsos para justificar la concesión de ayudas a empresas ante el Tribunal de Cuentas.
Algunos medios han publicado en sus webs la grabación y otros han cifrado el montante del fraude en 40 millones de euros. Un nuevo escándalo que salpica a la Junta a las puertas de las elecciones autonómicas y que ha vuelto a recaer en el ya famoso juzgado de instrucción número seis de Sevilla, que regenta la juez Mercedes Alaya, la misma que instruye el caso de los ERE falsos.
El sustituto de Gómiz, Francisco Álvaro, ha negado la mayor alegando que la grabación “está manipulada y tiene trece cortes” y que su autor, Cristóbal Cantos, ex director de Promoción de Invercaria, fue despedido el año pasado y su caso se encuentra en un juzgado de lo social donde la Junta ha entregado un informe pericial que así lo acredita. Además ha señalado que Cantos es hijo a su vez de un destacado dirigente de la organización agraria conservadora Asaja, cercana a las posiciones del PP. Hasta Griñán se ha referido a ello esta misma tarde, aludiendo que el PP está tratando de “envilecer” la campaña electoral.
Ante la confusión que la información y las maneras de interpretarla ha creado en la red, me asaltan un par de cuestiones al respecto.
Si hay un informe pericial que acredita la manipulación de la grabación ¿alguien lo ha visto?, ¿por qué no se hace público?, ¿por qué no se ha denunciado, al menos que se sepa, ante el juzgado dicha manipulación?, ¿manipular una grabación sin consentimiento para aparentar una actitud delictiva no es a su vez un delito?
¿Cómo es que no se hace pública la dimisión de la presidenta hasta ahora?, ¿acaso no es relevante la noticia?
Las insinuaciones de la cinta son my graves y apuntan bastante alto. Sólo aclarando debidamente éstas y algunas otras dudas se podrá disipar la niebla y tener un campaña electoral dentro de los parámetros de lo normal. Si no, me temo que volveremos a vivir otra campaña estercolero.