Desde el momento en que el Movimiento 15-M toma posiciones en la calle, su 'acantonamiento' es declarado ilegal por el gobierno. Nadie se atreve entonces a levantar la acampada, por miedo a perder los réditos electorales que la tibieza frente a los 'revoltosos' puede reportar. Todo son medias tintas y adopción interesada de lo que puede añadir bondad a la careta astuta del dirigente.
Estos días parece que a los políticos elegidos en nuestra supuesta democracia les ha dado por la limpieza. Aprovechando el agosto vacacional y la tradicional despoblación de Madrid, algunos quieren despejar ciertos espacios de la ciudad, aún más si cabe. Y como si acabara de pasar la cabalgata de Reyes, ¡a limpiar se ha dicho! Hasta han arramblado con el puesto de información que los acampados habían pactado con ellos dejar en la plaza a cambio de retirar el asentamiento. Evidentemente, tienen sus motivos para ponerse a barrer.
Casualmente, dentro de dos semanas tendremos al papa Benedicto XVI en Madrid. Nuestra policía tiene orden de eliminar los 'elementos de distorsión', para que nada le pueda 'chirriar' al Sumo Pontífice y la imagen dada durante su visita sea todo lo 'entregada' que se pretende. Por suerte, los métodos de limpieza aquí no tienen nada que ver con los empleados por el BOPE brasileño, pero es sorprendente que un estado aconfesional como España acoja la visita de un jefe religioso con tan extremada pompa y escrúpulo -y desembolso económico, impensable de haberse tratado de otro asunto-.
Menos mal que hoy, en respuesta a la 'operación depuradora', un supuestamente vacío Madrid vuelve a ser un hervidero de gente y de ideas, sin tantos miramientos a la hora de expresarse, de reclamar lo que le pertenece, de hacer suya la calle otra vez. ¡Ah!, por supuesto que también en esta película, a pesar del ruido, el obispo de Roma podrá conciliar el sueño.