Pasados ya varios días desde las elecciones, después de haber tenido tiempo para experimentar la congoja, para las afirmaciones irreflexivas, para el victimismo, y el triunfalismo, para recrearnos simultáneamente en el “me esperaba más, merecíamos más” y el “pudo ser peor, hay que hacer autocrítica”, llega el momento de la reflexión serena, que supone poner punto y final a una etapa (la campaña electoral del 20D) y el inicio de otra etapa bien distinta en la que habrá que repensar la izquierda.
No obstante, antes de dar carpetazo definitivamente a estas intensísimas semanas, tengo que tener unas especiales palabras, un agradecimiento de algún modo al conjunto de hombres y mujeres que han llevado la campaña de Garzón en las redes sociales: esos a los que denominamos “La Cueva”.
Sin vosotros, compañeros, habría sido muy difícil soportar esta campaña hasta el final. Sin la ilusión que nos infundíais, no habríamos tenido combustible suficiente para alimentar nuestro espíritu, tantas veces quebrado, tantas veces derrotado, y acumular las energías suficientes para poder continuar hasta el último día. Pero, gracias a vosotros, no solo logramos eso. No, la ilusión con la que llenasteis nuestros corazones pudo con la campaña y con mucho más. Gracias a esa ilusión, hoy, algunos no estamos lamiéndonos nuestras heridas, y perdiendo un valioso tiempo en el lamento. No, aún nos ha sobrado algo de fuerza de la campaña. Seguimos esperanzados. Seguimos ilusionados. Y vamos a construir un nuevo país.
Muchas gracias por hacernos creer.