A. M. Vozmediano: Kepler 22B

Publicado el 06 septiembre 2018 por Libros Prohibidos @Librosprohibi2

Título completo: Kepler 22B. Un planeta, dos mundos2017
Editorial: Autopublicado Novela (ciencia ficción)

Ciencia ficción para disfrutar

Con el libro que traigo hoy, Kepler 22B, son doce las obras autopublicadas que entran en la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville de 2018, y cuando llegue octubre en total van a ser algunas más. Uso este dato para reafirmar la importancia de los indies en nuestro espacio pese a que en los últimos meses hemos rechazado a muchos de ellos porque no se ajustaban a lo que estábamos buscando, o porque, simplemente, no alcanzaban un mínimo de calidad. Y es que preferimos centrarnos solo en los títulos que más nos llaman la atención antes que tener que hacer reseñas negativas. Navegar por estas aguas es bastante más difícil de lo que parece y no todos los autores lo entienden. Pese a todo, ahí seguimos indagando entre los autopublicados para traeros solo lo más destacable. El de hoy es un ejemplo de ello.

La doctora Niara Queen es exobióloga. Por eso sabe que hay cosas que no pueden ocurrir como, por ejemplo, que plantas y animales terrestres se hayan desarrollado en un planeta como Kepler 22B, a más de 600 años luz de la Tierra. Y, sobre todo, es imposible que hayan encontrado perdido en los bosques lo que dicen que han encontrado. Imposible. No importa que sea la presidenta del Consejo Colonial en persona quien lo afirme.
Es cierto que Niara acaba de llegar, pero no necesita ser una veterana para saber que se trata de una imposibilidad biológica.
No, de ningún modo. No podía haber seres humanos en Kepler antes de la llegada de los colonos.
No podía haberlos a menos que...

He etiquetado este libro como fantasía, no porque lo sea, sino porque tiene una parte que parece serlo. En una manera muy curiosa de hibridar fantasía con ciencia ficción -cosa que, por si no lo sabéis todavía, me chifla-, A. M. Vozmediano separa las dos realidades que comparten los protagonistas de Kepler 22B. De esta manera, hay una parte relativa a la colonización de un planeta lejano -tecnología, naves, bases espaciales, etc.-, y otra que se encuadra en un mundo prehistórico con profecías, magia y criaturas imposibles. Muy pronto se desvela que todo ocurre en el mismo mundo y a la misma vez, lo que hace que esta sea una novela de ciencia ficción, pero me quedo con el recurso, el guiño, y la intención de jugar a descolocar al lector.

Sin embargo, esto no es más que un detalle. El verdadero punto fuerte de Kepler 22B es su ritmo. Desde el mismo principio están ocurriendo cosas, y ya no da tregua recurriendo unos capítulos tan cortos que van variando sin cesar el punto de vista. Porque esta novela juega con la estructura, con los distintos personajes que protagonizan cada episodio. Así, pese a que lleva un orden temporal lineal, el orden espacial está fragmentado; un recurso muy utilizado en best-sellers, ya que, por otra parte, es algo que funciona muy bien a la hora de mantener en vilo al lector. Cosa que este libro consigue de forma muy fresca y orgánica.

Si unimos ambas vocaciones del autor, jugar con el lector y sumergirlo en una historia de ritmo ágil, y además le sumamos una pizca de misterio, una estética muy para todos los públicos y no pocas sorpresas en forma de giros argumentales, nos encontramos con una novela cuyo principal objetivo es entretener y hacer disfrutar. Es cierto que también podemos vislumbrar de fondo asuntos más serios como la codicia, los estragos de la ignorancia o el ansia de poder, pero el objetivo último de Kepler 22B es hacer pasar un buen rato al lector. Si fuera una película, sería de multicines, palomitas y refresco XXL. Y, oye, eso también se agradece.

Algo la alertó en ese momento. No entres ahí, se dijo. Huele a problemas. Problemas a lo grande. Vuelve a tu departamento, haz la maleta y lárgate en el próximo transporte.
Pero no había transportes que salieran de Elcano 2, al menos hasta dentro de unos meses. Viajar de Kepler a la Tierra no era como coger un avión para ir de Yaundé a Buenos Aires. No había ningún sitio a donde huir.
De pronto, Niara se supo atrapada. Había ido allí para escapar y solo había servido para caer en otra ratonera.

La virtud del término medio

Aparte de lo ya expuesto, que me parece estupendo para una novela, Kepler 22B no destaca en nada más. Dicho así puede parecer muy duro y creo que hay que matizarlo. Este libro lo hace todo correcto: la ciencia que aparece está correcta, así como los personajes, los diálogos o la trama. Es una obra sólida, recia, sin fisuras, que hace del término medio su mayor virtud. Pues lo más importante de no destacar en nada -repito, aparte de lo ya mencionado, que no es poco- es que no contiene fallos relevantes ni hay nada entre sus páginas que resulten molestas, irritantes, inverosímiles o difíciles de leer. Es una buena virtud y con frecuencia la hecho de menos en una buena cantidad de las novelas que me leo a lo largo del año.

Esto, sin embargo, podría ser interpretado por algunos lectores más arriesgados o exigentes como simple o aburrido. Es una posibilidad, aunque yo no lo creo así. De hecho, os invito a todos a darle un tiento a esta novela de colonización del espacio. Está fresquita.

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Foto: Nathan Dumlao. Unsplash