El mundo del cine es tan amplio y tan basto que cualquiera cabe dentro de él, primero de todo sabemos que es un mundo de total ilusión, donde la ficción puede convertirse en imagen y por tanto en realidad. Pero porque no también hay casos en los que la realidad es más atractiva que la propia ficción y el esfuerzo a la hora de llevarlo a la gran pantalla se reduce bastante.
Quizás este es el caso de José Mojica Marins o Ze do Caixao (en brasileño José del ataúd) personaje sin parangón en Brasil, que según se comenta por ahí anduvo por los pueblos llevando de aquí para allá su particular espectáculo de terror y esoterismo. Como tantos otros encontró en el cine un medio de expresión fantástico para difundir su doctrina y precisamente uno de esos trabajos en los que se embarcó es lo que aquí analizaremos.
Para que quede todo claro desde un principio no equivoquemos que el personaje sea peculiar con que la producción no tenga calidad, en absoluto, este ejemplo que aquí me ocupa, goza de bastante dignidad. Incluso alcanza a acaparar mi interés ya que se ve con los ojos del novato, de esa persona que está descubriendo algo por primera vez. Por supuesto, no quita que en futuras ocasiones haya que sacar la vara y medir las costillas del realizador.
Ze (José Mojica Marins) es el enterrador del pueblo, un personaje realmente raro, renuncia de la religión, incluso es provocador hacia quien la práctica y son temerosos de ella. Aprovecho el temor del resto para llevar a cabo sus desmanes. Una persona totalmente perturbada que está obsesionado por tener descendencia y que hará todo lo posible para conseguirla a toda costa.
El problema es que cuando la esquizofrenia aparece en la cabeza de nuestro protagonista y sus ojos se inyectan en sangre (en la imagen aparece de forma literal), se convierte en un feroz asesino. Sus victimas y crímenes recuerdan en ciertos momentos al posterior giallo y yendo aun más lejos tienen algo de gore, no se conforma con cometer el homicidio, la cámara acaba regodeándose de la situación, por ello se me antoja precursor de lo que posteriormente harán otros directores de distintas nacionalidades.
Al verla nos damos cuenta que la película es de un solo personaje, que la historia funciona y que nos interesa, que lo que pretende José Mojica es recrearse en su propio ser y publicitar su particular personalidad. Es un ejemplo totalmente válido, comparable quizás a los comienzos de nuestro Jess Franco cuando hacía realizaciones más o menos sensatas y que tenía su dignidad y calidad, aspectos ambos que con el tiempo fue perdiendo totalmente, por mucho que algunos se empeñen en que esto no es así.
TRONCHA