A mi abuela

Por Cosmetik.es @CosmetikBlog

He tardado en poder hacer este post, y es que lo he intentado muchas veces, pero cada vez que lo empezaba los recuerdos no me dejaban seguir.

Hoy os quiero contar mis primeras experiencias con el maquillaje que fueron de su mano, de la mano de mi abuela.

Empezaré diciendo que mi abuela era de Avon y eso que ella jamás se maquillaba, pero chicas, era de Avon.

Si cierro los ojos la veo en la mesa del salón con el catálogo y el boli delante haciendo cruces, muchas cruces a productos que ella jamás se iba a aplicar.

A ella la gustaba comprar, era así.

Luego llegaban a casa los productos. Y en su gran mayoría eran colores imposibles, o por lo menos lo que me quedaba a mí, porque antes iban las mayores (normal) que elegían lo más ponible.

En ese momento llegaba mi turno. Yo tendría como ocho o diez años  y el ¨cajón de Avon de mi abuela¨ era para mí el paraíso.

Labiales naranjas, coloretes imposibles, lacas de uñas igual de imposibles, a mí me daba igual, ese era mi cajón de los sueños.

Yo me ponía a elegir mientras ella me miraba con una mezcla de miedo y entusiasmo que solo se puede ver en los ojos de una abuela. Supongo que pensaría: ¿qué me dirán sus padres?

Sea como fuere, esos momentos se me han quedado marcados para siempre.

Cuando yo había hecho mi selección, mis pasos se iban a la mesa del salón y allí espejo en mano empezaba a experimentar ante la escéptica mirada de mi abuelo. Creo que a él mi ¨momento Avon¨ no le gustaba.

Pero mi abuelo siempre fue muy discreto, nunca dijo nada, es más, cuando yo terminaba mis creaciones el me miraba y siempre decía ¨muy bien, te ha quedado muy bonito¨.

Pasaron los años y el maquillaje salió del salón de mi abuela a la calle. En ese momento ya tenía más opciones y mi abuela me guardaba algunos tesoros. Pero como os digo, ella nunca elegía los colores más ponibles.

Mis bolsos estaban llenos de labiales, bases, sombras, delineadores, era la envidia de todas mis amigas. Eso sí, todavía no tenía mucha idea de cómo aplicarlos.

Mi abuela jamás vendió, solo compraba para ¨consumo propio¨ pero su pedido a Avon está entre mis recuerdos más preciados.

Ella y yo delante de un catálogo lleno de productos, miles de colores y un boli que hacía x, ¡momentos mágicos!

Un buen día se cansó y como si fuera una de las mejores vendedoras de la marca dijo: ¨Me he cansado, lo dejo¨. Y lo dejó, se acabó el consumo propio (y ajeno) de Avon.

Aunque os diré que con lo que tenía en el cajón nos dio para un par de añitos más.

Así empezó mi amor por el maquillaje, de la mano de esa persona a la que tanto echo de menos, a la que tanto he querido y a la que no olvidaré jamás, mi abuela.

Fin…

&appId; Twittear