A Óscar de Alfonso: Resquebrajada la unidad del Templo

Publicado el 10 julio 2018 por Habitalia
09.07.2018

Queridos Hermanos:

Habiendo presentado, en mi R. Logia el 20 de junio de 2008, la siguiente Plancha abierta titulada: RESQUEBRAJADA LA UNIDAD DEL TEMPLO, y su posterior circulación en las respectivas Logias de la Provincia. Me permito por ser de actualidad pasados nueve años, lamentablemente, transcribirla y darla a conocer.

Parece que el destino se ha ensañado contra nuestra desafortunada G.L.E., y, no contentos con ver su Espíritu deformado por el personalismo, orgullo, astucia y la ambición, ha llevado su ironía hasta sumergirla en luchas fraternales intestinas, en la ignorancia, en la avaricia, en la adulación y en la esterilidad de sus principios que son la esencia de la masonería, quedando éstos sumergidos en la noche oscura.

Hemos perdido la conciencia de la Unidad del Edificio en el cual estamos todos comprometidos a participar con nuestros esfuerzos bajo un mismo Templo. ¿Dónde están queridos Hermanos la Escuadra del juicio y el Compás de la razón? Estamos agotados en malgastar nuestros esfuerzos utilizando nuestra Orden a capricho de unos y de otros Hermanos enfangados en un camino tortuoso y destructivo preñado de crítica demoledora.

Hemos olvidado, por ser tan ignorantes y arrogantes, que nuestra Orden es INICIÁTICA, y como tal, sus cimientos son totalmente espirituales que la han hecho fuerte y permanente en el tiempo, y estamos empecinados en echarla abajo por la dejadez de nuestras obligaciones contraídas bajo el dosel del Gran Arquitecto del Universo, del Honor, de los Landmarks y de las Reglas escritas dadas asimismo por la Orden.

¿Ya no nos acordamos del juramento que hicimos delante del ara de nuestra conciencia, en signo de respeto a los principios, la lealtad y fidelidad de los mismos?

Los HH abrazamos, libremente, esas obligaciones que nos ligan con la Institución por las más elevadas aspiraciones de nuestra alma, con entera independencia. Y el respeto a nuestra irrenunciable tradición, a la Ley y a las Reglas constituidas de conducta, ha sido desde siempre uno de los primeros pilares de nuestra Institución.

¿Qué es una Gran Logia?, sino una agrupación de Logias que la componen y que realmente sirven de cimiento y de sustento al edificio de la Orden que las representa en un determinado país. Si es así, la legitimidad de una Gran Logia y la validez de su Gobierno y de la Administración dependerá de la efectividad de esa representación en consonancia con los miembros de las Logias, cuya función es la de hacer cumplir las normas que nos hemos dado, así como los usos y costumbres de la Masonería, interviniendo en todas sus deliberaciones.

Nuestra disposición, estado de ánimo y manera de ser y pensar tienen, indudablemente, una influencia real sobre el porvenir del mundo y también de nuestra Orden.

Uno de los grandes errores que tenemos es creernos diferentes de los demás o de estar fuera de los problemas propios o ajenos. Y más que lamentarnos, dedicados únicamente a los trabajos del taller esperando que el tiempo escampe sobre los problemas que hay en la Institución. ¿Por qué no reflexionar sobre nuestra propia responsabilidad y actitud frente a una dolorosa situación? Nuestra vida, sin lugar a dudas, es el fiel reflejo de nuestro talante, de nuestros pensamientos, de nuestras experiencias y comportamientos.

El Gran Maestre es el primero de los Venerables Maestros elegido entre los Maestros Instalados, y su autoridad se cimienta fundamentalmente en ser representativa, moral, instructiva y ejemplar ante todos los Hermanos. Eso no quita que tenga los poderes y prerrogativas que le confieren los Landmarks, la Constitución y Reglamentos, con los cuales debe obrar siempre con respeto y armonía excluyendo el autoritarismo y los abusos. Y esos son los postulados y las aspiraciones que los miembros de las Logias queremos que sean vividas, sentidas, respetadas y representadas en el Gran Maestre, en su Gobierno y en la Administración de la Orden.

Pues, ¿qué es Gobernar? sino dirigir, o sea, tener la capacidad de ser "pastor", de saber conducir a los Hermanos en armonía uniéndolos con el cemento de la fraternidad, que es justamente todo lo contrario a cualquier despotismo ignorante de toda opresión, intolerante y de toda vana ambición por inmortalizarse en un trono o en un oficio que, al fin y al cabo, es efímero en la Orden.

Y del mismo modo que nuestra entidad se cimienta en un espíritu masónico común, también ha de serlo su gobierno, es decir, que no trabe, sino más bien que dispense, perdone, guíe, rectifique y si puede, que ilumine a los HH en el camino de la Iniciación, en la Honorabilidad, en la Virtud y en la Verdad.

No me cansaré de repetirlo, con el riesgo a que me echen, la Francmasonería es, esencialmente, una sociedad iniciática que enfatiza el estudio de un aspecto particular del hombre, haciendo hincapié en el perfeccionamiento ético del mismo, sin dejar de considerar otros aspectos que lo caracterizan al bosquejar su propia imagen

. Por lo tanto, no somos un club social o un partido político, como tampoco concurrimos con otras loables sociedades únicamente filantrópicas. Y esta naturaleza del cambio en el modo de conocer y de ser, es lo que nos distingue de los demás, haciéndonos singulares en el lugar que ocupa la Masonería en la historia.

En nuestra asociación hemos enredado obsesiva y agotadoramente la Dirección con la Administración. Y estos dos órganos son completamente distintos; por ende, no hay que confundirlos, pues el uno excluye al otro. Si el primero está vacío de naturaleza masónica, el segundo órgano igualmente está carente de todo control, en lo concerniente a la administración de los intereses y bienes económicos que son patrimonio de todos los HH que conforman la Orden.

En el devenir de los años, los sucesivos gobiernos en nuestra G.L.E han ido acomodando la Unidad del Edificio a su capricho y conveniencia personal, quitando por aquí un pilar que les molestaba, tirando por allá un tabique que les impedía ensanchar sus límites, etc. hasta llegar a socavar el edificio, haciendo que todo ensamblaje se rompa, mientras una pieza se ajusta, la otra se disloca.

El resultado es que, aunque de trecho en trecho, se hayan parcheado las grietas de la fachada, y la triste realidad es que la estructura de nuestro "edificio" está seriamente dañada, o sea, su estado es ruinoso por mucho que se quiera disimular. Como masones no nos damos cuenta hasta qué punto nuestra inconsciencia nos ha dejado a merced del "averno" psíquico. Quizá nos hemos liberado de algunos prejuicios históricos del pasado, pero también es una realidad que se han perdido los valores fundamentales de la Orden hasta un extremo oscuro. La esencia de nuestra tradición moral y espiritual se ha desintegrado, y ahora estamos pagando el precio de nuestra situación con el desconcierto, la disociación y la desolación.

Algo ajeno ha sucedido en la superficie como resultado de una causa: un viento devastador. Y como consecuencia de esa corriente recia se ha producido, como un efecto de una causa, una inconsciencia, la cual ha generado el desbarajuste, el desgobierno y el desengaño.

Sabemos que la unidad está simbolizada por el punto, origen del círculo, por lo tanto os invito queridos Hermanos a que nos desplacemos desde la superficie hacia el centro de la rueda y cuando miremos desde el eje hacia todas las direcciones, tomando conciencia honestamente de la realidad, hagamos una autocrítica sana del escenario y de las circunstancias en que se encuentra la Resquebrajada Unidad de nuestro Templo y tratemos, de una vez, en subsanarla.

Queridos Hermanos, nuestro deber consistía al principio en escuchar a quienes eran más prudentes y cultos que nosotros, y en dejarnos guiar por ellos obedeciendo con implícito cumplimiento las instrucciones. Pero ahora ha llegado el momento de "tomar", con responsabilidad, las riendas de nuestra evolución y destino". Así que, empuñemos nuestras herramientas de trabajo olvidadas: y con la Cuerda tracemos una base para el proyecto de una nueva estructura, y cuando esté trazada, respetando la orientación de lo que debe ser nuestra Institución basada en un solar y en un nuevo edificio, establezcamos unos límites para que sean acatados fielmente por todos.

Utilicemos también el Compás, que es quizás el más maravilloso de todos los símbolos de la Francmasonería, pues entre sus numerosas significaciones simbólicas está la unidad y dualidad de sus brazos, donde se encuentra el centro invisible en cuyo entorno giran todas las cosas. Y, por último, con el tercer instrumento el Lápiz elaboremos los planos previos y claros de lo que pensamos hacer, para que nuestro trabajo pueda ser justo, inteligente y proporcionado que pueda contribuir para lograr la perfección y solidez de un nuevo Templo, a la gloria del G.A.D.U.

Recibid un triple y fraternal abrazo con el ósculo de la paz.