Como ocurre con las piedras de Arkansas, para suavizar, y refinar un plumín, basta con las tres más finas. Si lo que queremos hacer es más atrevido, debiendo comer metal para cambiar la forma del tajo, me alegro de disponer de las seis, aunque las más abrasivas hay que utilizarlas con mucha precaución y mimo. Como primera prueba, afilé una navajita de Albacete y, para probarla, me hice un cálamo con una caña. Cortaba de forma asombrosa, mejor que nunca había cortado.
Por tanto, la punta de nuestra pluma estilográfica está hecha de una aleación durísima, aunque el plumín sea de oro, platino, acero o cualquier otro metal. Por eso son necesarias piedras como éstas, que unen a su capacidad abrasiva, la suficiente finura para tratar con enérgica suavidad algo tan pequeño, valioso y delicado como nuestras plumas. Para probar las piedras se ha utilizado una pluma Inoxcrom que se muestra encima de las tres piedras más finas del lote, aunque se han utilizado las seis.