A pesar de todo, no somos tan diferentes

Publicado el 28 junio 2020 por Manuhermon @manuhermon
Pasada la primera batalla contra el covid-19, parece momento de continuar este trabajo de mostrar comparativas internacionales sobre el grado de desarrollo de la democracia española, al tiempo de ejecutar otras miradas a situaciones del presente tanto como a rasgos de la historia y mitos, que en ocasiones parecen acomplejar a españoles al compararse con otros europeos. La publicación del libro ‘C de España’, se toma como senda para trabajar algunas posturas negativistas de la historia española, proyectando otras miradas sobre España, tanto desde dentro como desde fuera, contextualizando y comparando con otros países. Se pretende mostrar la inserción internacional, tanto en el pasado como en el presente y lo alejada que se encuentra de imágenes y enseñanzas de Franco. La realidad, los datos, ponen en duda ideas genéricas respecto a que España tiene un problema con su inserción internacional, porque sigue las enseñanzas de Franco. Y que ‘Fuera, la percepción existente sobre nuestro país no es buena.’ Tal como si la situación actual fuera similar al bloqueo de postguerra.
Afirmaciones como las anteriores se creen y difunden sin demostración documental, forman una corriente de opinión manifestada en una sucesión de mensajes dejados caer de vez en cuando, conformando una idea preconcebida, sobre la deficiente democracia española asimilándola al franquismo. Dichas frases sueltas forman parte de una teoría, conforman una postura política que recorre sectores de la sociedad española, con la idea esencial de afirmar la baja calidad de la democracia a la que consideran un régimen, pretendiendo descalificarlo incluso con esa denominación, asimilándolo al Régimen, este sí reconocido, de Franco, a su vez unidos ambos en esencia a un pasado español, carpetovetónico, clerical, opresivo, represivo de libertades, bañado de enorme corrupción… -y en el que según ellos, no participaron los nacionalismos periféricos-. Visto lo cual la gente se pregunta ¿para qué defender esta democracia?
El desprecio por la democracia española, su minusvaloración es un grave problema, porque la está dejando en manos de la derecha y derechona, si su defensa no entra en los ideales de unos, otros se harán sus dueños, así la Constitución está pasando a ser propiedad de Aznar y su FAES, cuando fueron enemigos acérrimos de la misma, de lo que significó y de todos aquellos que lucharon por ella. Este es un problema político de primer orden. Denigrar la democracia y hacerla aparecer como similar al pasado ante una generación que no conoció el franquismo, es un error inmenso, todo lo logrado parecerá caído del cielo, o realizado por ellos, las nuevas generaciones interpretarán que lo que disfrutamos es lógico disfrutarlo en toda sociedad, incluso le adjudicarán al franquismo la realización de esta realidad, como vemos en muchas ocasiones en las redes sociales.
Una frase que podría ser tomada como una tontuna, conviene tomarla en serio cuando vemos forma parte de un conjunto de ideas que sintetizan la teoría del esencialismo de los españoles, como si estuviera predeterminado en nuestros genes la baja calidad democrática desde cientos de años atrás hasta hoy. Dos aspectos fundamentales conviene desarrollar, uno es la idealización de la democracia como sistema, que conlleva como anexo idealizar las otras democracias, mientras la nuestra es mala, o de baja calidad, las otras son buenas, o mejores, lo cual habitualmente se afirma sin entrar en comparaciones concretas, se destacan uno o dos aspectos que pueden contraponer a los nuestros, pero sin vivir diariamente en esos lugares, sin repasar ni estudiar sus contradicciones particulares es difícil sostener que sean mejores. Las basuras o defectos de cada lugar se tapan u ocultan, no aparecen en los análisis y por descontado en una sociedad tan poco proclive a la lectura, solo queda la idea simplista recogida en una frase o renglón.
El otro aspecto a considerar tiene que ver con el repaso que debemos a la historia de España, tan falto en los escritos de nuestros intelectuales y políticos de hechos concretos, escritos que en gran parte se apoyaban en opiniones más que en datos constatables y documentos originales. La tradición de doscientos años de dictaduras y sombras de nuestra historia, que se toman como ejemplo y/o muestra de un determinismo que lleva lo español al pozo de la historia sin remisión, por lo que la realidad actual estaría preñada de basura que habría que destruir, oculta la otra cara de la misma moneda, que hubo luchas implica resistencia, lo cual significa enfrentamiento de ideas y fuerzas diferentes en el mismo territorio, son las luchas entre lo nuevo y lo viejo, por la libertad y por la mejora de condiciones de vida, como en el resto de Europa.
El sentido de las consignas que aquí se reflejan, no encuentran apoyo en la realidad, suenan a antigualla anclada en el franquismo que muchas veces se embellece al hacerlo coincidir con el presente, lo que conduce a una nebulosa de inconsistencias. Suena a idea anclada en el franquismo porque la realidad actual en múltiples enormes diferencias, aspectos que en este trabajo se manifiestan como comparativas o desarrollando otras miradas sobre pasado y presente, muestran una realidad muy alejada de aquella sociedad franquista. Como otras ideas o consignas que se difunden a menudo, representan una postura política que, si resaltara solamente elementos negativos de la sociedad española, estaría falseando la realidad. Resaltar las sombras sin dejar claro la sustitución a favor de qué luces, es una práctica poco útil para mejorar, poco ilustrada, sin buscar alternativas para corregir los defectos que se exponen beneficia a sectores derechistas, siendo práctica habitual en redes sociales y comentarios de bareto, debería ser impropia de intelectuales, activistas, o políticos.
Este trabajo pretende mirar de otra forma la historia de España y mostrar otros datos, otras interpretaciones, sin el complejo de inferioridad que parecen sufrir muchos españoles, a tenor de sus repetidas manifestaciones poniendo en cuestión la democracia actual como heredera directa del franquismo, al tiempo que consideran al resto de democracias europeas fuera del influjo de sus fascismos e imperialismos. Conviene realizar otras miradas sobre pasado y presente de España que permitan mostrar errores y corregirlos sin flagelarnos y ponerlos en contexto socio espacial. Como sucede en todos los países europeos. Esa postura política, ideológica, filosófica, que considera la historia de España un caso excepcional en Europa, aparte de falsa, contribuye a hundirnos dejando en manos de la derechona, nacionalismo excluyente, la elaboración de un discurso carca, la interpretación de nuestra historia de forma unidireccional, permitiéndoles calificar y definir interesadamente a los españoles, nuestro pasado y por ende nuestro futuro. Ni fuimos una excepción de maldad en el pasado, ni lo somos ahora, las luchas religiosas en toda Europa lo atestiguan, las brutalidades internas en cada país, la represión de sus inquisiciones particulares, la persecución de minorías, fueran gitanas o judías, católicas o protestantes, la explotación colonial, los fascismos… es una constante en la historia europea. La historia está repleta de luces y sombras en cualquier parte, en cualquier época, de cualquier persona o país, sacar solo la parte de las miserias no refleja correctamente la realidad, y facilita la labor de un nacionalismo excluyente, deja el campo libre para que se apropien de lo construido por el conjunto de la sociedad con tanto esfuerzo y sufrimiento. Cualquier sociedad en cualquier época tiene miserias, todos los individuos podemos chocar con el estado en uno u otro momento, montones de veces en cualquier país, pero si etiquetamos solamente así las sociedades, apoyados en montones de tópicos sin apoyaturas en datos, no se salvará nada ni nadie. No hay ninguna sociedad a salvo, nada más que las nuevas, los adanismos nacientes, pero, los recuerdos de las utopías pasadas deberían prevenirnos de los desmanes del ser humano tanto allí como aquí. Los de allí fueron descomunales. Mejor arreglar lo que tenemos que destruirlo todo.