El lugar está ubicado más cerca del Acceso Oeste que del Centro de la ciudad, lo que hace que fuera cómodo tanto para los viajeros y exploradores de Capital y alrededores, como de aquellos que quieren "salir" a comer pero no muy lejos, acá en Lujan.El restaurante, rodeado de mucho verde (plantas y gigantescos árboles) hacen que comer aquí, principalmente al medio día, sea una experiencia formidable, ya que la tranquilidad que se respira, y las mesas dispuestas también en una galería exterior, hacen pensar en el campo a pocos metros de la ciudad.
Pero vayamos a lo que nos interesa.Fuimos a cenar, por lo que no fue una experiencia plenamente de campo para nosotros. Más bien, y es lo que nos interesaba, fuimos a comer buena comida Gourmet.La recepción, cálida y atenta, se dejó lucir ni bien llegamos. La ubicación era acorde a lo que me imaginé que sería al pedirla, y la decoración, bastante campestre con un toque elegante y sobrio, terminaron de componer un espacio muy agradable.Nos trajeron inmediatamente su conocido pre-aperitivo de tostadas de pan de campo con un escabeche de berenjenas.Nuestro amigo, al que debo disculpas por hacerle cenar tan tarde (es norteamericano, y no están tan acostumbrados a comer a las 22:00hs), pidió una cerveza, y debo admitir que hacían muy buena combinación, incluso para alguien que como yo, no acostumbra tomar tanto esta bebida.
De entrada pedimos esta cazuela de hongos, camarones, jamón y un mix de vegetales. No recuerdo el nombre en el menú, pero era una de las opciones de entrada de Mar. Todos los ingredientes, a pesar de la abundante cantidad de aceite propio, se complementaban muy bien, en especial los champignones y vegetales, que estaban maravillosamente cocidos. Un especial agradecimiento a los panes, que absorbían el aceite y la sal, y sólo dejaban todo lo bueno de esta preparación.
A un tiempo prudencial se acercaron para sacar la cazuela y los platos usados, y traernos la comida principal. (Esto es automático si piden entrada, por lo que recomiendo que lo hagan).Nuestro amigo pidió un Risotto de Salmon acompañado de vegetales. No tuve la oportunidad de probar todos los ingredientes, pero todos parecían estar muy bien logrados, bien condimentados y cocidos. Especialmente el salmón, que sí probé, y tenía la textura típica de una carne fresca y liviana.
Rache pidió cintas/tallarines Nero di Sepia con salsa de frutos del mar. Con una impresionante variedad de mariscos, frescos, coloridos y muy bien cocidos, este plato tenía un especial brillo, y cada sabor era tan ameno como diferenciable. Los fideos, con un sabor de tono profundo, sirven muy suaves, por lo que para aquellos que están acostumbrados a sabores más contundentes, no olviden la sal y el queso.La salsa tuvo sus pros y contra, en singular, porque aunque estaban bien cocidos y sabrosos la mayoría de los ingredientes, los camarones parecían mantener algo de los pequeños granos de arena y/o plancton que traen consigo (y que uno debe esmerarse en limpiar), lo que se hace algo incómodo al comer. A su favor debo decir que el conjunto era delicioso, y que generalmente son los restaurantes especializados en frutos del mar aquellos que hacen mariscos a la perfección.
Yo ni bien leí "Roulant de Cordero", lo pedí. Soy un fanático de esta carne, y la que me pedí, cocido en horno de barro acompañado de un puré de papa a las hierbas y salsa de chocolate, estaba a la altura.Para carnes fuertes como ésta, generalmente prefiero abundantes condimentos igualmente fuertes, como las del Mediterraneo, medio oriente o de las regiones tropicales de Asia, pero aunque no se sintió especialmente esto, la misma era jugosa y tierna, bien curada o marinada, con una textura adecuada y cocción impecables.Es el plato principal recomendable de esta reseña, uno que no deben perder si van a este lugar.
De postre, un Tiramisú tradicional con una excelente presentación, muy suave y jugoso, con el aroma de café bien disperso y la crema de vainilla con una consistencia adecuada. Un postre para aquellos que disfrutan más de un postre tradicional que exótico.
Y el postre estrella, la razón por la que fuimos a La Patrona en principio.El mítico Crème Brûlée saborizado con lavanda no dejó ninguna duda de que es la preparación más icónica de su cocina.La crema suave, liviana, con un aireo casi imperceptible que juega un papel esencial en la compensación de sabor/cantidad, el insistente aroma de la lavanda, que le da ese matiz de elegancia y soltura, hacen de este postre suficiente razón para ir al restaurante.Es un postre de elaboración muy complicada, por lo que merecen el crédito por una confección excelente.
Si hacen una parada en Luján deberían visitar el lugar. ¿Los precios? Son parecidos a los de un restaurant de moda de Palermo, con un promedio de AR$180 por persona, y la carta es amplia y elaborada.