Nacido en Okinawa (Japón) hace 41 primaveras, Christopher Horner era hasta hace unas semanas un hombre más del pelotón. Profesional desde 1995, pasó por pequeños y grandes equipos, dejando algunas pocas victorias significativas. Hoy, sin embargo, su sorpresivo, grandioso e inapelable desempeño en la Vuelta a España 2013, le ha valido ser el centro de todas las miradas del deporte pedal. Incluso, el veterano estadounidense se dio el lujo de rematar la faena en las cumbres del Angliru, puerto tan joven como mítico, y ante tres de los mejores ocho o nueve ciclistas del mundo: Vincenzo Nibali, Alejandro Valverde y Joaquim ‘Purito’ Rodríguez.
El origen nipón se lo debe a sus padres, miembros de la Armada de Estados Unidos de América, destinados a aquellos rincones insulares del oriente asiático, en plena Guerra Fría.
Su carrera profesional comenzó en el equipo estadounidense NutraFig, cuando promediaba los veintitantos. Tras dos años, fue reclutado por un equipo europeo: el FDJ. Después de tres temporadas, sin embargo, regresó a Estados Unidos y comenzó un itinerario que lo llevó por varios equipos. En aquellos tiempos consiguió en dos oportunidades hacer podio en el campeonato nacional de ruta (3era. posición en ambas) y ganar los Tour de Langkawi y Georgia, y el GP San Francisco.
En 2005 Horner volvió a Europa, para nunca más volver: Saunier Duval-Prodir, Lotto, Astaná y RadioShack. En los 9 años que siguieron, Horner ganó 5 etapas (en el Tour de Suiza, de Romandía, País Vasco, California y Utah) y la general de dos competencias: País Vasco en 2010 y California en 2011.
Así, la historia deportiva de Horner podría haber sido la de un pedalista del montón. Con algún que otro laurel en sus casi 20 años de carrera profesional.
Sin embargo, el 26 de agosto de 2013 el veterano de Okinawa cruzó primero la meta en Vilagarcía de Arousa, sacándole 2seg. al lote de favoritos, y vistió el maillot rojo por primera vez en su vida. El día siguiente lo perdió a manos del favorito entre los favoritos, Vincenzo Nibali, pero ya nadie podía quitarle lo conseguido. Considerando el nivel de los competidores por la clasificación general, Horner podía ya darse por satisfecho. Sin embargo, le esperaba bastante más.
El 2 de septiembre Horner dio otro golpe de autoridad y en un escenario bastante más complejo que el anterior. Esta vez en las cimas de Hazallanas, con rampas máximas del 18% y atacando a 4,5km. de la meta. Nadie pudo seguirle el ritmo y cuando Nibali, Ivan Basso, Valverde y ‘Purito’ reaccionaron; ya era tarde. Horner volvió a vestirse de rojo pero al día siguiente volvió a perderlo a manos de Nibali. Horner dejaba de ser una pintoresca curiosidad de la edición 2013 de la ronda ibérica, para transformarse en serio pretendiente subirse al podio en Madrid.
El 13 de septiembre, Horner rompería de manera definitiva la hegemonía del pedalista italiano, y en el Alto del Naranco comenzó su firme camino a la victoria general; que ratificó al día siguiente en el Angliru.
El caso de Horner confirma varias ideas. En primer lugar, que la edad muchas veces es una variable por demás relativa en el mundo del pedal. Además, que el tesón y el profesionalismo suelen ser la mejor receta para confirmar aquella relatividad. Por otro lado, que la Vuelta a España continúa siendo la competición por etapas más competitiva del calendario. Por último, que no existen “tapados” en el ciclismo y que suele ganar el que pedalea más y mejor, más allá del nombre, la edad o el dorsal que tenga.