Llevo un tiempo intentando recopilar todos aquellos artículos que, publicados en distintos medios, suponen un posicionamiento claro y a favor de la Fiesta en Cataluña, con argumentos que en la mayoría de las veces ponen de manifiesto, una vez sí y otra también, que el encabezonamiento de estos señores por cargarse esta tradición, no tiene argumento.
En esta ocasión traigo un interesante artículo, publicado en la sección de Opinión, en la edición impresa y digital de Diario CÓRDOBA , el martes 9 de febrero, suscrito por el escritor Carmelo Casaño. Espero que sea de vuestro interés.
EL DEBATE TAURINO
Como en el Parlamento catalán han anunciado un debate sobre la supresión de las corridas de toros en su ámbito regional, se está reproduciendo el viejo enfrentamiento entre quienes solo ven en la tauromaquia la manifestación pública de una inculta crueldad y quienes sostienen que el toreo, enraizado en la cultura popular, es un arte cinético que sublima estéticamente su dramatismo.
Estos últimos suelen resaltar las hipocresías de los abolicionistas, recordando que los ingleses no se inmutan con las cacerías de zorros que, en crueldades zoológicas, nada tienen que envidiar a las plazas de toros. Algunos catalanes suelen aducir que la mal llamada "fiesta nacional", aunque haya tenido intérpretes nacidos en Cataluña, es ajena a su cultura genuina. Ahí pueden llevar razón, como lo probaría el hecho de que teniendo el tesoro de un idioma propio, con una excelente literatura, que se remonta a Joanot Martorell y llega hasta Pla y Espriu, en su fraseología no encontramos locuciones o modismos extraídos del mundillo del toro, como sí sucede en el castellano de uso con numerosas expresiones cuyos significados coloquiales sobrepasan los originariamente taurinos: brindar al sol, tirarse de cabeza al callejón, pinchar en hueso, estar para el arrastre, atarse los machos...
En fin, creemos que se debe de tranquilizar la cuestión para que no cueste la torta un pan.
En Portugal, país pequeño, hay lugares que permiten la lidia de toros embolados y otros que la prohíben, pero nadie se descompone o ve en el asunto hostilidades excluyentes.
AUTOR DEL TEXTO: Carmelo Casaño (Escritor)