A PROPÓSITO DE LA RECIENTE NOVELA DE MARIO VARGAS LLOSA “TIEMPOS RECIOS”.DE LAS DICTADURAS LATINOAMERICANAS AL TRÍO DE LAS AZORES
Moisés Cayetano RosadoDoctor en Geografía e Historia
En 1971, estando viviendo en Barcelona, unos amigos me regalaron un libro revelador: “Poesía revolucionaria guatemalteca”, publicado por la mítica editorial Zero en 1969, con segunda edición en 1970.Creo que aquel libro reasentó mi estética literaria, haciéndola especialmente comprometida, incluso militante en cuanto a derechos humanos y “contestación” ante la injusticia emanada de los más poderosos de la Tierra, revestidos de la piel de cordero que siguen teniendo todavía, y tendrán de por siempre sin remedio.Los poetas guatemaltecos seleccionados escribían con una alta calidad literaria, a la vez que ponían el verso al servicio de los más desasistidos, humillados, empobrecidos y pisoteados, en un entorno intervenido por los “amos del mundo”, provenientes del norte del continente americano. Muchos de ellos sufrirían persecución, torturas y muertes, por su trabajo literario y militante. Eran, fundamentalmente, los años de la dictadura del coronel Carlos Castillo Armas,elevado al poder por los EE.UU., maniobrado por la CIA, tras derrocar al gobierno del presidente Jacobo Árbenz, que estaba tratando de convertir Guatemala en un estado democrático, con libertad de expresión, asociación, sindicación, respeto a los derechos humanos, extensión a toda la población de la sanidad y educación básica, política fiscal que hiciera pagar impuestos a los más enriquecidos y reparto de tierras improductivas entre los indígenas desposeídos.La norteamericana United Fruit Company, poderosa empresa bananera estaba alarmada con lo que podría ser un cambio en su modelo monopolista, esclavizante de sus trabajadores y exenta de impuestos y gravámenes. Y lo que era peor: que sirviera de ejemplo para otros países centroamericanos y del sur continental, donde practicaba el mismo tipo de explotación y depredación.De ahí el complot para derrocar al gobierno legítimo y encumbrar a unos dictadores-títeres que arrancaran de raíz todo tipo de veleidades democráticas, bajo la excusa de que “estaban entrando bajo la órbita soviética”, siendo punta de lanza del comunismo, que envenenaría al continente americano.Por mucho que el presidente Árbenz trataba de convencer al embajador estadounidense -un furibundo macartista en los años de la Guerra Fría- de que lo que se pretendía era asimilarse al modelo que él mismo representaba, y que precisamente el régimen de libertades era lo contrario a lo que significaba la Unión Soviética, éste le planteó claramente la necesidad de su renuncia, con el “aval” de los marines preparados para la invasión del país, con baño de sangre indiscriminado, en caso de negarse a ello.Todo se resolvió tal como las grandes multinacionales deseaban, pues a la vez la intoxicación periodística de la opinión pública norteamericana había creado un estado de opinión favorable al intervencionismo descarado “para salvar la civilización occidental”. Intoxicación, como detallará Vargas Llosa en su última obra -de la que un poco más adelante nos ocuparemos- no de la prensa conservadora, sino de la liberal, “la que llega al mayor público, para dar mayor verosimilitud al asunto”, maniobrando con ella “convenientemente”, con el poder del dinero.La persecución, encarcelamiento, torturas y asesinatos de intelectuales, sindicalistas y políticos “sospechosos”, así como de trabajadores apoyantes del gobierno legal fue brutal y “aleccionadora”. Y en esta publicación de “Poesía revolucionaria guatemalteca” queda patente, tanto en el estudio introductorio de Mª Luisa Rodríguez Monjón como en los poemas desgarrados de los 20 poetas seleccionados.