Dicen que Maria Callas, cuando vio en un cine de París la grabación de la mítica Norma que Caballé, en un irresistible estado vocal, cantó en el Teatro romano de Orange, dentro del festival anual conocido como las Chorégies d'Orange, quedó tan maravillada que decidió enviarle los pendientes que había lucido en la Norma producida en La Scala con dirección escénica de Lucino Visconti en 1955, Caballé nunca se los pondría porque, según ella, Callas solo ha habido una. Ese 11 de noviembre de 1974, durante la única Norma que se ofreció en el festival, debió haber una conjunción astral en Orange porque nada pudo salir más redondo; sin embargo, todo presagiaba que no iba a ser así, estuvieron a punto de suspender la representación a causa del azote del mistral, un viento frío, seco y violento que proviene del noroeste y suele darse en la costa mediterránea española y francesa. Parte del elenco, entre ellos la Caballé, decidió ponerse debajo de la ropa hojas de periódicos, como hacían antes los ciclistas profesionales, para evitar que el viento traspasara sus ropas, además la soprano tuvo que recurrir a un chal para cubrirse en las escenas iniciales del segundo acto, los músicos tuvieron que sujetar las partituras con pinzas de tender la ropa (y esto puede parecer leyenda, pero no lo es, se ve perfectamente en el vídeo). ¡Qué suerte tuvimos que aquel día estuvieran grabando las cámaras de la televisión! Fue una Norma soñada. Acompañaban a la catalana el tenor Jon Vickers como Pollione (canto matizadísimo pero con la marca de la casa: ingrato timbre y pésima pronuncación), la mezzo Josephine Veasey (una elegantísima Adalgisa) y el bajo Agostino Ferrin bajo la dirección de Giuseppe Patané.
Gracias a este representación Montserrat Caballé entra en la leyenda de las intérpretes de Norma, situándose, dentro del siglo XX, y para quien esto escribe, a un ligero nivel inferior al de Callas pero muy por encima de la australiana Joan Sutherland, quien también fue una gran Norma, estilísticamente perfecta, pero no pudo superar, como en tudas sus grabaciones, los problemas de dicción y pronunciación italiana. Esto no quiere decir que si no hubiera existido esta grabación Caballé no hubiera entrado en la leyenda, sin duda lo hubiera hecho, pero no de la misma forma porque lo de Orange es mágico.
Caballé debutó el papel de Norma en el Teatre del Liceu de Barcelona en enero de 1970 con un jovencísimo Carreras interpretando el papel de Flavio y la ausencia del tenor que en principio estaba previsto, Mario del Monaco, sustiuido por Bruno Prevedi, de la dirección se encargó Carlo Felice Cillario y la mantuvo en repertorio hasta principios de los años ochenta. Sin duda fue la Norma de los setenta, no tuvo competencia.
Ya sabemos que Caballé, sobre todo en aquellos años, se caracterizaba por la belleza de un timbre aterciopelado, una emisión perfecta, gran estabilidad vocal, el dominio del matiz y la coloración dentro de la frase musical, así como de las medias voces y los pianísimos de ensueño que creaban como estados de ingravidez, una intérprete ideal para el bel canto (estilo que, según algunos, nunca debió abandonar). En el debe solemos encontrar poca interiorización del personaje, bajo efecto dramático o sobreactuación, esta Norma grabada en Orange parece una excepción, pocas veces aparece Caballé respetando y cuidando el sentido de cada palabra pronunciada hasta el punto que la conjunción de este respeto por el texto y su vocalidad produce efectos eléctricos (esto me pasa a mí , evidentemente, no sé en los demás). Pero además Caballé dota al personaje de Norma de una belleza neoclásica sin parangón, resaltando su aspecto más maternal y femenino, es todo un acierto en cuanto contrasta y no se sitúa al nivel de Callas quien no tenía más remedio, pos su acidez vocal, que acentuar la fiera que este personaje lleva dentro. Con Caballé el listón de Norma quedó muy alto, ya no había que superar la fuerza dramática de Callas, el dominio instrumental de Sutherland sino también el sentido clásico (la más pura belleza) y equilibrio entre expresión y canto logrado por Caballé.
Además de esta grabación de Orange, que es la que hay que tener (mejor en DVD), existen bastantes grabaciones en directo y dos en estudio, una para RCA como protagonista acompañada por Fiorenza Cossotto, Plácido Domingo y Ruggero Raimondi con dirección de Carlo Felice Cillario, grabada en 1973, y otra interpretando el papel de Adalgisa, compuesto en origen para una soprano, junto a Joan Sutherland, ya muy mayor, Luciano Pavarotti y Samuel Ramey bajo la dirección de Richard Bonynge grabada por DECCA en 1984..
Entre las grabaciones en vivo disponibles están la del debut en Barcelona (1970), la de Turín con Prêtre (1971), Filadelfia con Guadagno (1972), La Scala con Gavazenni (1972), Barcelona con Masini (1973), Met NY con Cillario (1973), Turín con Patané (1974), Moscú con Molinari-Pradelli (1974), Marsella con Masini (1974), Met NY con Masini (1976), Viena con Muti (1977), La Scala con Gavazzeni (1977), Londres con López Cobos (1978), Madrid co García Asensio (1978),