Ayer escuchábamos a Bastiani y hoy nos vamos a ir al polo opuesto, un Rigoletto que nada tiene que ver con el italiano, en realidad no tiene nada que ver con ningún otro Rigoletto de la historia fonográfica. Se trata del recientemente fallecido Dietrich Fischer-Dieskau. Un cantante muy alejado del mundo verdiano, o quizás no tanto porque desde los incios de su carrera interpretó varios barítonos verdianos (Macbeth, papá Germont en La traviata, Rigoletto, Iago en Otello, Rodrigo en Don Carlos, Falstaff). Quizás su mejor recreación verdiana sea Iago.
Vale la pena pasarse por Youtube y leer algunos comentarios que los aficionados han escrito sobre su Rigoletto, desde luego es un bufón muy controvertido. Pondré algunos ejemplos de lo que se dice en Youtube: "Quello che mi affascina di DFD non è il suo canto, ma le sue interviste", "ma questi quando cominciano a cantare?", "a che serve di avere una conoscenza della musica?", "Un artista vero per primo deve rispettare il Maestro Verdi !", "Tutti violinisti sognano di suonare con uno Stradivari,e noi gridiamo 'bravo' à uno strumento schifoso?!?". En el debe tendríamos que situar su afectación, es una de las características que destacan en todas sus interpretaciones, algún crítico ha calificado al cantante como "relamido, alambicado y manierista" y no le falta razón. Pero este exceso es también una virtud que denota lo que este hombre trabajaba los personajes y que le posibilitaba mostrar infinitos matices que enriquecían, desde un punto de vista dramático, una expresión o incluso una palabra; y para ello se aprovechaba de una técnica asombrosa que le permitía colorear el canto mediante cambios de intensidad y color, que a veces también implicaban desigualdades o pérdidas de uniformidad; por lo tanto era también un intérprete refinado, lo que, además de restar espontaneidad, juega en su contra cuando se enfrenta con un personaje, en muchos aspectos, primario. como es el caso de Rigoletto. Desde luego cantar Rigoletto no es lo mismo que cantar Wolfram y su maravilloso lied orquestal.
Y hemos mencionado a Wolfram (Tannhäuser) y con él entramos en el terreno del estilo, Fischer-Dieskau no era poseedor del estilo para cantar Verdi, carecía de lo que se llama italianità. Al escucharlo se produce una sensación parecida a la que esperimentaríamos si nos encontráramos con un torero vestido con su traje de luces en el ascensor de nuestro edificio, algo que no pega ni con cola y parece sacado de contexto. Por si fuera poco, a la falta de inatlianità, o a consecuencia de ella, hay que añadir que siendo su dicción perfecta, clarísima, su ponunciación era nefasta, desde luego no podía ocultar que era un guiri.
Fischer-Dieskau, un Rigoletto interesante pero alejado de la referencia. Desde mi punto de vista es una suma más que una resta. Por su originalidad tenemos que valorarlo y también disfrutarlo: