Aquella tarde noche, decía. La presentación fue espectacular. Y he de reconocer que me hizo cambiar la opinión sobre el nuevo presidente de COTEC. Tengo la costumbre de desconfiar los millonarios vinculados al ladrillo. Este capitalismo español, gestionado a golpe de BOE, de palcos y de cenas, protagonizado de manera habitual por aquellos cuyo mérito está en encadenar apellidos varias veces compuestos o por arribistas semi-analfabetos y sin escrúpulos. Así que imaginé que Juan Miguel Villar excusaría su presencia, o como mucho diría unas palabras de compromiso y se iría a toda velocidad. Nada de eso. Hizo un discurso razonable, coherente, sin papeles. Se perdió un poco en temas de capital social, pero eso no quitó peso a su argumentación general. Y se quedó todo el acto. Y participó en el debate. Me encanta cambiar de opinión sobre las personas: me recuerda lo falibles que son, tan a menudo, mis juicios. Y me alegro, a mayores, por la Fundación...