Revista Psicología

A propósito del Hombre que confundió a su mujer con un sombrero; y de las enfermedades neurológicas

Por Blasramon

A propósito del Hombre que confundió a su mujer con un sombrero; y de las enfermedades neurológicas

Oliver Sacks es un narrador sorprendente, capaz de transformar el estudio y la exploración científica en obras literarias de profundo calado humano. La curiosidad, la exploración y la lectura es un "virus" que el buen doctor (el doctor que a todos nos hubiese gustado tener si no fuera por la complejidad y tremendidad de las enfermedades mentales que trataba) nos inocula cuando le leemos. La actividad profesional y académica de este hombre empático nos sitúa ante la evidencia de que los milagros sencillos no existen, y cuando se producen desde el punto de vista científico, se basan en la lucha de la persona por preservar su identidad. En su obra, especialmente en sus ensayos, Sacks nos explica de una manera muy accesible a la comprensión de casi todo el mundo, gracias a sus textos tremendamente entretenidos, el extraño viaje entre la mente y eso indefinido que llamamos alma de cada ser individual: ¿cómo funciona la memoria?¿que significa ver y escuchar lo que nos rodea?¿Por qué hay enfermedades con capacidad para definirnos?¿ De qué trata el amor y el deseo sexual?

A propósito del Hombre que confundió a su mujer con un sombrero; y de las enfermedades neurológicas

La lectura del "El hombre que confundió a su mujer con un sobrero", un caso real tratado desde una calidad literaria singular, la realicé en el estudio de un caso de agnosia visua l propuesto en una actividad de psiconeurología , en la Universidad San Jorge, hace ya unos cuantos años. Sin duda el caso le venía como anillo al dedo a la práctica que realizábamos.

El señor P, distinguido músico empezó un día por no reconocer a alguno de sus alumnos, no identificaba sus caras, pero en cuanto oía su voz sabía perfectamente de quién se trataba, también las reconocía si las tocaba. Pero empezó a cometer errores visuales absurdos. En cierta ocasión cuando alzó la mano para coger su sombrero agarró la cabeza de su mujer en su lugar. Pasó poco tiempo hasta que los incidentes relacionado con el deterioro en el reconocimiento de rostros se multiplicaron, provocando situaciones de perplejidad y miedo.

¿Qué sucede en realidad en el cerebro de alguien que llega a confundir a su mujer con un sobrero? Lo que sucedió con este hombre es que la parte visual del cerebro, la corteza visual del lóbulo occipital, empezó a degenerar. Como contrapartida a esta enfermedad neurológica degenerativa, el músico empezó a desarrollar mecanismos de supervivencia apoyados en la memoria musical, así, cuando necesitaba recordar alguna cosa la asociaba a una melodía que componía expresamente o a una canción. Como Mr. Magoo o Rompetechos acababa, en su desgracia, produciendo numerosas situaciones cómicas, como dar palmaditas a las bocas de incendio creyéndola la cabeza de los niños, quedarse mirando a un mueble como quien está esperando que el otro le conteste.

El libro cuenta veinticuatro historias de pacientes, cada cual más sugestiva, agrupadas en cuatro partes llamadas Pérdidas, Excesos, Arrebatos y El mundo de los simples. Resulta difícil seleccionar alguno de sus personajes, y no porque sepamos de antemano que no se trata de personajes de ficción, sino de individuos reales, personas con enfermedades neurológicas definidas, sino porque cada uno de ellos presenta una dimensión de la lucha por la superación incomparable. En el " artista autista", donde más que en ninguna otra Salck manifiesta su forma de concebir la medicina y la literatura, y abordar a través del trastorno el aislamiento humano, así como las conexiones vitales verticales y directas con la naturaleza, con la realidad y sus influencias. El personaje lograba las conexiones directas a través de su capacidad para dibujar; como científico, su misión era proporcionarle una oportunidad que mejorase su vida. Otro de las historias que te atrapan de inmediato es la de " El hombre que se cayó de la cama"

En este caso el paciente no reconoce una de sus piernas como propia, y el problema deriva de un trastorno mental que hace que la persona no tenga información sobre la misma, es decir, carece de percepción propioceptiva relacionada con la posición relativa de la extremidad, ni nocioceptiva, por la cual ha perdido las sensaciones de dolor, ni termoceptiva, por lo que sobre la misma no siente ni frío ni calor. El relato es delirante de desconexiones neuronales tratados con gran maestria y solidaridad, como toda su obra.


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