Maricarmen Gómez F
Recopilo aquí algunos fragmentos y agrego otros propios para referirme una vez más a la figura de Camilo Cienfuegos, aunque ya ha pasado la fecha aniversaria del nacimiento de este revolucionario admirable.
Siempre que se habla de un gran ser humano, en el sentido más amplio y noble de ese calificativo, nos viene a la mente «El Comandante del Pueblo» o «El héroe del sombrero». Nos referimos a Camilo, sí, a Camilo Cienfuegos, el héroe de la revolución cubana. Era un hombre de extracción humilde y amplia ascendencia popular por su carácter jovial y natural desprendimiento. Se quiere encontrar las palabras adecuadas para decir algo de alguien de tan grande estatura moral que merece ser reconocido. Camilo fue uno más de los héroes de la Revolución Cubana que enorgullece a su tierra. Su gente lo recuerda con afecto por su carísima y cercanía a los humildes, pues él se identificaba con ellos y sabía de sus preocupaciones. Con palabras similares a estas se expresaba de él Fidel Castro.
Se le describía como dee carne y hueso por su sencillez y trato confiado, humano, con los pies en el suelo, como bien aferrado a la realidad, pero con estatura de gigante y corazón de pueblo. Ese fue el Camilo que conocieron los demás líderes de la revolución, la gente del pueblo que le trató, y también de ese modo lo conocerán las generaciones por venir, porque así les hablaremos de él, para que su sonrisa sea un emblema, siga intacta com con el calor de su presencia y el arrojo de sus actos, será un ejemplo a seguir cómo revolucionario y ser humano. Con este respeto y devoción se expresaban de él los dirigentes que compartieron a su lado la lucha en Sierra Maestra y en toda Cuba. Su popularidad era comparada con la del máximo jefe revolucionario, Fidel Castro.
Su aprecio y familiaridad para con el pueblo, su personalidad y devoción revolucionaria, además de su contribución histórica, han hecho que sea tenido siempre presente en los acontecimientos y celebraciones de la revolución como en las que se hacen en su honor.
Un día como el reciente 6 de febrero nació en La Habana en 1932, y en el estrecho de Florida, tuvo el accidente de aviación que le quitó la vida un 28 de octubre de 1959. Cienfuegos fue una de las personalidades más paradigmáticas de la Revolución cubana junto con Fidel Castro, Che Guevara, Raúl Castro y Juan Almeida Bosque. Se le considera uno de los fundadores del Ejército rebelde y uno de sus jefes principales en el tramo más cruento de la Revolución contra la dictadura de Batista.
«Hombres como Camilo Cienfuegos surgieron del pueblo y vivieron para el pueblo. Nuestra única compensación ante la pérdida de un compañero tan allegado a nosotros es saber que el pueblo de Cuba produce hombres como él. Camilo vive y vivirá en el pueblo», dijo Fidel a un pueblo entero que lloraba su pérdida.
Se referían a Camilo Cienfuegos como el Señor de la Vanguardia, y ese título le dieron en el aniversario 92 de su natalicio.
Desde muy joven se vínculo a las protestas por reinvicaciones sociales y participó en las manifestaciones contra Fulgencio Batista del que era un acérrimo opositor. El 10 de marzo de 1952, al producirse el golpe de Estado de Fulgencio Batista, con un grupo de jóvenes concurrió a la Universidad en procura de armas para resistir a la dictadura. En esa época establece amistad con otros jóvenes que tendrían un destacado papel en los sucesos posteriores, Carlos Leijás, Israel Tápanes, Reinaldo Benítez y los hermanos Mario y José Fuentes. Viajó a los Estados Unidos en busca de una mejor situación económica. Allí trabajó en varias ciudades como obrero y camarero. Vinculado a los emigrados klatinoamericanos, participó en diversas manifestaciones y escribió para el periódico La Voz de Cuba un crítico artículo contra Batista, titulado: Identificación Moral. En 1955 fue detenido en San Francisco por el Departamento de Inmigración y finalmente deportado a México.
Estando en México, logra establecer contacto con Fidel Castro, quien organizaba una expedición revolucionaria que regresaría a Cuba para iniciar la gesta contra el régimen de Batista. Cienfuegos fue el último elegido, debido a que no tenía conocimiento militar práctico, por lo que fue enviado al campamento de Abasolo, Tamaulipas, donde recibió entrenamiento en guerra de guerrillas y práctica de tiro. Recibe su «bautismo de fuego» junto a sus compañeros en el 5 de diciembre de 1956.
Los combates de Bueycito, El Hombrito y Pino del Agua, cuentan con la figura de Cienfuegos. Su valentía y arrojo contribuyen a formar el mito del «Señor de la Vanguardia». En marzo de 1958 se convirtió en el primer jefe del movimiento que llevaba el combate más allá de la Sierra Maestra, a los llanos del Cauto.
Tras el triunfo de la Revolución cubana, Cienfuegos formó parte del alto mando del Ejército Revolucionario como su jefe supremo. Combatió en los levantamientos contra-revolucionarios y participó también en la Reforma Agraria.
Han existido hombres que han dejado huellas imborrables y cuyos valerosos ejemplos han servido de guía a generaciones de cubanos, que inspirados en su actuar, también han sabido escribir páginas gloriosas en diferentes momentos y contextos. Sin lugar a dudas, uno de esos hombres modelo de patriotismo, de entrega incondicional a la Revolución y de lealtad a Fidel fue Camilo Cienfuegos.
El Che le describe como: «el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa … Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo…»