A qué llamamos historia

Por Medievalum

Quien durante las horas agridulces de la infancia no se ha preguntado ¿para qué sirve la historia?, pregunta totalmente legítima porque durante mucho tiempo se entendió que la historia era el simple relato de los hechos del pasado. Poco a poco, fue posible darse cuenta de que los hechos se referían a la vida del hombre en sociedad; que unos parecían más importantes que otros; y se pensó que no eran producto del azar, que tenían una causa. Y así empezó el hombre a interrogarse sobre su pasado.

La historia empezó a considerarse como una memoria colectiva, lo cual no estaba exento de peligros. Durante mucho tiempo unas minorías dominantes confundieron su propio pasado con el de toda una colectividad. Fue un largo período de una historia de reyes, batallas y tratados diplomáticos. Durante mucho tiempo, la historia fue relato literario y luego relato erudito, y en ambos casos nunca pudo ser plenamente inocente; la recuperación del pasado fue, durante bastante tiempo, una “justificación” del mismo.

La memoria individual de cada hombre es un resultado de su experiencia vivida día tras día; es también una selección de ella, sin la cual nadie podría afrontar los trabajos ni establecer las relaciones o señalar los problemas de su existencia.

Pero la memoria histórica tardó tiempo en ser memoria colectiva de todo un pueblo; solo cuando llega a serlo, cuando el pasado no es una simple acumulación de recuerdos, sino un conocimiento de los hechos en sus conexiones, en su devenir, es cuando puede decirse que se ha recuperado el pasado para mejor conquistar el porvenir.

Entonces la historia es mucho más que un simple pasatiempo o una evasión; la historia significa nada menos que conocer los cimientos de nuestra vida actual, saber de dónde venimos, quiénes somos y aumentar las probabilidades de saber dónde vamos.